El anuncio del Presidente Gabriel Boric sobre la Política Nacional del Litio trajo controversia, dado el rol del Estado y de los privados en la explotación del recurso. Tras reclamos de gremios, el ministro de Hacienda Mario Marcel dijo que privados podrían participar con mayoría en ciertos proyectos.

Es preciso esperar los detalles de la hoja de ruta del Gobierno para contar con un análisis más detallado, pero de todas formas hay un tema que es muy cierto: había que empezar por algún punto y eso está pasando, a propósito de que otros países están acelerando sus procesos.

Lo que se podría decir es que el futuro es prometedor con el litio, aunque claro debe ir de la mano con un programa eficiente.

Prometedor porque es un recurso fundamental en la transición de industrias como la automotriz, en la que actualmente impera el uso de combustibles, pero que ha ido a la baja en los últimos años. En 2014 la extracción del "oro negro" era de cerca de 700.000 millones de dólares, lo que ha bajado a la mitad en la actualidad, en contraparte al crecimiento de los vehículos eléctricos.

Para beneficio de la región de Atacama y Antofagasta el proceso de cambio es inevitable. En Europa la porción de autos eléctricos será de más de un 70% en el año 2030, mientras que en China será de alrededor de un 60%.

Y si bien otros países cuentan con litio, la demanda no solamente irá por el sector automotriz, sino que de aparatos y hasta medicinas.

Es allí donde Chile debe estar a la vanguardia con un esquema claro que permita mantener un rol potente del Estado a través de Codelco o eventualmente Enami, como comentó el ministro Marcel, pero también teniendo a los privados como actores importantes para permitir una industria que ojalá le dé un valor agregado importante.

En este contexto, se habla que otros recursos naturales pueden reemplazar al litio, pero eso entra en el terreno de la especulación.

Por décadas el grafeno ha sido un "fantasma" para el cobre, pero el metal rojo sigue siendo muy importante en la cadena productiva mundial y lo seguirá siendo justamente en este "boom" de vehículos eléctricos.

Nuestra profesión es hermosa, compleja, versátil y con un amplio espectro de acción que nos obliga a tener un alto nivel de conocimientos y competencia, a trabajar con respeto, empatía, moral y solidaridad con los colegas, los animales y la sociedad.

Pero muchas veces somos cuestionados por cómo trabajamos, nuestra dedicación, tiempos y valor de las atenciones, o por los criterios en los procedimientos con pacientes. Incluso, es común que nos sumen responsabilidades que no nos competen, poniendo en duda nuestra vocación y ética.

La vocación es para siempre y va asociada al amor y respeto por nuestro trabajo, realizando muchas veces aportes sin ningún interés más que de ayudar. Por lo que es fundamental que entre el tutor y su veterinario, haya confianza y donde la comunicación es primordial.

Nunca debemos olvidar que la principal responsabilidad es de los tutores, partiendo por la "tenencia responsable de mascotas", que ha sido fuertemente mencionada, pero que falta por integrar a la cultura y la sociedad.

Es recurrente ver gran cantidad de animales sin esterilizar, "callejeros" con hogar que salen a la calle a realizar sus necesidades y en busca de alimento, poniendo en riesgo a la comunidad. Tutores exigiendo atenciones en último momento, con sus mascotas enfermas por no cumplir con medicina preventiva y controles sanos o, peor aún, molestos porque no se les da en el gusto cuando exigen eutanasiar a sus mascotas, por no querer realizar tratamientos adecuados o dedicar el tiempo a los cuidados necesarios.

No acceder a esas peticiones no es falta de ética ni ausencia de vocación.

El Colegio Médico Veterinario cuenta con un Tribunal de Ética Nacional (TEN), compuesto por miembros de todas los consejos regionales y es quien vela por el cumplimiento del código de ética y la regulación de las actividades profesionales de los colegiados y ahora, incluso, de los no colegiados.

La Región de Atacama no presenta casos de sanciones a sus miembros, demostrando que hemos realizado una buena labor. Esto nos compromete a seguir mejorando, hasta alcanzar una relación médico-tutor idónea que, a través del respeto, la confianza y la comunicación, sea beneficiosa para todos.