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Que no nos quede solamente la bandera

La lucha descentralizadora está dormida tras un proceso lleno de discursos y simbolismos en el acuerdo constituyente. No logra aunar a la ciudadanía y parece lejana. No puede ser que la bandera de Atacama sea lo único quede del afán regionalista.
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Inadvertido pasó el Día de las Regiones en varias partes del país. Cada 31 de marzo los afanes descentralizadores y los sueños de contar con una región más próspera se transformaban en parte de los discursos y planes, pero este año el ímpetu no fue precisamente la palabra que podría describir esta fecha.

¿Qué pasa con la regionalización y los bríos descentralizadores?

En primera instancia, sería burdo argumentar que la ciudadanía quiera mantener un Estado centralista con un Santiago dominante en distintas dimensiones y siendo eje del resto de las regiones. El problema es el cómo.

También bueno es preguntarse ¿realmente Atacama y otras zonas tienen una lucha colectiva como la que realmente se pensaba? La respuesta es que pareciera que no.

Si nos medimos por la vara histórica estamos a años luz. La revolución constituyente de Pedro León Gallo se ha difundido con regocijo por historiadores y expertos, como un ejemplo de lucha contra el centralismo. En ese entonces, había una lucha descarnada, escenario totalmente distante al de hoy.

Si se midiera por los afanes regionalistas de hace un par de años, se podría decir que hay mucha confusión en aquello. Tras el estallido social, la palabra "descentralización" fue tomando fuerza de cara al proceso constituyente e incluso el acuerdo de noviembre de 2019 en que participaron casi todos los partidos políticos se firmó con una pintura de Pedro León Gallo a sus espaldas, lo que llenó de simbolismo el proceso.

¿Qué pasó? La debacle constituyente terminó por dejar en una mínima expresión los afanes de dejar la dependencia santiaguina. Incluso un artículo de la propuesta constitucional rechazada el año pasado, buscaba regiones más autónomas, pero ni eso prendió en las regiones.

Por otra parte, los gobernadores del norte harían un frente común para sacar adelante proyectos que beneficiarán a sus poblaciones. Hace unos meses, ellos aplaudieron que se reiniciarían los vuelos directos entre Arica e Iquique. ¿Y qué pasó después? ¿qué quedó para Atacama?

¿No habrá sido que esta lucha descentralizadora más bien fue un ímpetu del momento, más que un grito de la ciudadanía? ¿será que la población en general la veía como algo lejano, casi como una utopía o como una idea sin sentido?

En ese sentido ¿será que nos gusta el centralismo? En unos aspectos quizás sí, pero en otros no y en eso no nos podemos desviar. Y es que Atacama y la regiones jamás deben quedarse dormidas en frenar la presión santiaguina o sino jamás se logrará un progreso pleno.

Si la ciudadanía no es capaz de comprender esto, se estará autoboicoteando y quizás en el marco de esta lucha solamente quede la bandera de Atacama azul con una estrella amarilla, como parte de estos bríos regionalistas.

Fortalecer la educación pública

La falta de dotación técnica y profesional, la alta dispersión geográfica de los establecimientos, las dificultades para llegar al territorio y los problemas para encontrar proveedores, son algunas de las dificultades Cristián Gonzalez Verasay, Periodista
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Hasta hoy son 11 los servicios locales de educación pública que en diversas regiones y localidades del país administran la herencia de casi 40 años de gestión alcaldicia, pero es Atacama la única que cuenta con el 100% de los jardines, escuelas y liceos municipales dentro de este sistema.

El servicio educativo del denominado SLEP tiene un significativo papel, en especial, porque se atiende a los estudiantes con mayores necesidades de aprendizaje, económicas y sociales del sistema escolar, transformándose en una prestación altamente sensible.

En el diseño de la Ley 21.040 que crea el Sistema de Educación Pública claramente no se consideró la crisis de infraestructura y personal que se generaría con el traspaso a un servicio público. La crisis municipal de larga data también expulsaría esquirlas en el nuevo modelo.

Por lo mismo, el escenario no ha sido auspicioso para los SLEP y así lo han hecho ver los gremios conformados en estas instituciones a diversas autoridades, especialmente las legislativas, entendiendo que gran parte de las desventuras tienen relación con el diseño de la ley.

La falta de dotación técnica y profesional, la alta dispersión geográfica de los establecimientos, las dificultades para llegar al territorio y los problemas para encontrar proveedores, son algunas de las dificultades que han afectado la gestión frente a las urgentes necesidades de las comunidades educativas.

En Atacama, las deficiencias en los espacios que utilizan los equipos se suman al traspaso de funcionarios con años de licencia médica, sumarios pendientes, problemas de convivencia en comunidades educativas y necesidades de docentes especialistas y auxiliares de aseo, entre otras desventajas para una adecuada gestión.

Las complejidades a nivel país, han unido a los Servicios Locales mediante sus gremios porque son problemas transversales, adscribiendo también algunos Daem que en el futuro asumirán este desafío, porque el propósito siempre es allanar la cancha para que se mejore el estándar de funcionamiento.

Por ello cobra importancia que la crítica, que es válida cuando hay problemas de fondo, no sea sólo por el trabajo desplegado, que ha puesto a todos los equipos a trabajar en varios frentes, sino también a la rigidez que ha tenido que enfrentar un sistema que es determinante para alcanzar mejores estándares educativos y de equidad social.

¿Tras los pasos de "La Nación"?

La ausencia más notoria es la de periodistas profesionales. Puede ser bueno por un tiempo. ¿Pero, lo será siempre? Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo 2015
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El ambiente era distendido, en el mejor estilo de un programa matinal. Tras una respuesta sobre seguridad, a la conductora solo le faltó dar las gracias "por el completo informe". Lo poco corriente es que quien conducía el debate en TV era la ministra del Interior, Carolina Tohá, y el informe lo había entregado -con lujo de detalles- el subsecretario Manuel Monsalve.

Fue la inauguración, el jueves 16, del programa "Gobierno Informa", que se transmite una vez por semana para "tener más diálogo directo y recibir preguntas". Es un "reporte periódico que busca mostrar los avances de Gobierno y las medidas concretas que ayudan y sirven a la ciudadanía". También trascendió que la idea es de la ministra Camila Vallejo y que, como es obvio, cuenta con la aprobación del Presidente quien más de una vez se ha incomodado con las preguntas de los reporteros o, como ocurrió en un momento, se rió con una pobladora por algo que dijo un periodista.

La duda es cuánto durará este programa y si siempre será tan amigable. No es tarea fácil, como lo recuerda la historia del medio oficial más longevo de nuestra historia: el diario "La Nación".

Duró, en papel, casi un siglo. Fundado en 1917, fue cerrado en el gobierno de Sebastián Piñera. El centenario se celebró en 2017, con nuevos dueños y solo en edición digital, la que se mantiene hasta hoy. Pero no es el mismo diario.

En su origen estaban Eliodoro Yáñez y un grupo de senadores que creían necesario generar una alternativa entre "El Mercurio" y "El Diario Ilustrado", este último fruto de una alianza entre la Iglesia Católica y el Partido Conservador. Don Eliodoro, quien quedó como único propietario, pensaba que el país necesitaba darle voz a la naciente clase media. En la competencia con los diarios tradicionales le fue bien… tan bien que el gobierno del coronel Carlos Ibáñez del Campo lo obligó a venderlo al Estado. Convertido en "diario de gobierno", sobrevivió a las dictaduras de Ibáñez y de Augusto Pinochet, período este último en que se convirtió fugazmente en "El Cronista". En su historia, resistió ataques y defensas en distintos regímenes democráticos.

En 1990, con el retorno a la democracia, se pensó que el diario podía convertirse en una publicación de alto nivel lejos de la obsecuencia. También se consideró que fuera algo más que el exitoso "diario de los deportistas" en un gobierno Radical, con Ramón Cortez como director.

En los cuatro años del presidente Patricio Aylwin me correspondió dirigir "La Nación" con un equipo de profesionales jóvenes. Personalmente traía la experiencia de las revistas "Ercilla" y "Hoy" y nuestros periodistas habían vivido difíciles años denunciando excesos en materia de derechos humanos y restricciones de la libertad de prensa. Fue una experiencia positiva, pero inevitablemente, en la medida que el fantasma de la dictadura se iba perdiendo en la conciencia pública, el diario se hizo cada vez más problemático para los gobiernos sucesivos. Hasta que el presidente Piñera optó por cerrarlo.

Esta historia es pertinente ahora que el gobierno ha estrenado un nuevo medio digital. Ha trascendido que se comenzó a pensar en enero pasado y a raíz del crítico diagnóstico respecto a los "medios de comunicación tradicionales".