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Covid-19: OMS dice que china tiene guardada información sobre su origen y Nueva pista apunta a perro del mercado de wuhan

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo ayer un enésimo llamado para que China comparta toda la información científica que pueda ser útil para determinar el origen de la pandemia de covid-19, tras conocerse que tiene resultados genéticos y moleculares -y que se ha guardado- sobre el mercado de animales de Wuhan, que fue el primer lugar del que se sospechó.

La información, procedente del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) de China, fue subida en enero a una plataforma científica de acceso abierto y descubierta por expertos europeos que la analizaron y comunicaron sus resultados a la OMS, pero desde entonces todos esos datos fueron eliminados de ella.

La OMS indicó que apenas supo de esto (hace cinco días) pidió a las autoridades chinas que pusieran a disposición la información, lo que todavía no ha sucedido. Aclaró que estos datos no permiten sacar una conclusión definitiva sobre cómo empezó la pandemia, pero constituyen "una pieza importante para acercarnos a una respuesta".

Los científicos occidentales que pudieron descargar y trabajar con la información de China hicieron una presentación de sus hallazgos a un grupo de expertos de la OMS dedicado a establecer el origen de nuevos patógenos, incluido el causante del covid-19.

La OMS ha pedido a China que presente directamente los datos a estos expertos para que puedan ser analizados de manera más amplia.

El director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que "esta información pudo y debió ser compartida hace tres años" y reiteró su pedido a China para que actúe con transparencia.

Por ahora, la información indirecta que ha recibido la organización corresponde a pruebas genéticas y moleculares de muestras recogidas en el mercado de alimentos y animales de Wuhan en enero de 2020 y que dieron positivo al virus SARS-CoV-2.

No obstante, el virus no ha sido identificado en animales o muestras de animales del mercado, ni hemos encontrado a animales que hayan infectado a humanos", indicó por su parte la responsable técnica de la lucha contra la pandemia en la OMS, Maria Van Kherkove.

"Pedimos directamente al CDC de China que ponga a disposición de la comunidad internacional esta información . Cualquier información que haya, cualquier dato que exista, sea de China o de otro país, debe ser compartido", insistió.

La epidemióloga enfatizó que siguen en pie distintas hipótesis sobre el origen del coronavirus, que ha causado casi siete millones de muertes en el mundo, 5.000 de estas sólo la última semana.

Ayer, sin embargo, los medios The Atlantic y The New York Times aportaron una nueva pista: se trata de un estudio realizado a muestras recogidas en el mercado de Wuhan que sugieren que el virus pudo provenir de una especie conocida como "perro mapache", comercializada ilegalmente.

El estudio sería parte de los datos eliminados de la mencionada plataforma y no sería concluyente en cuanto al contagio directo del perro mapache al ser humano.

La salud paterna en el embarazo también afecta la salud de los hijos

SALUD. Enfermedades metabólicas y tabaquismo, entre otros problemas recurrentes en los varones, inciden en partos prematuros o recién nacidos con bajo peso.
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Agencias

Cuando una mujer quiere quedar embarazada suele mejorar sus hábitos: deja de fumar y beber, cuida su alimentación y hace ejercicio. En definitiva, evita situaciones que puedan dañar su salud y la de su hijo pero ¿y el padre?, ¿influye en el embarazo?, ¿y en la salud de su descendencia?

La relación entre la salud materna, el embarazo y la salud los hijos ha sido ampliamente estudiada, pero apenas se ha investigado cómo y cuánto influye la salud paterna en el embarazo y todavía menos de su efecto en la salud del niño a lo largo de su vida.

De momento se sabe que el estado de salud del varón determina en gran medida el éxito de la concepción en la pareja y que su ADN interviene en aspectos concretos del embarazo, como el desarrollo de la placenta, por ejemplo.

Pero cada vez hay más estudios con animales que indican que otros aspectos como la edad, ciertas enfermedades o los malos hábitos, como la obesidad, la diabetes, el estrés, la hipertensión o el tabaquismo, tienen un efecto negativo en el embarazo y también en el desarrollo de la descendencia.

Cambios epigenéticos

Estos estudios, "relativamente novedosos", muestran que los problemas de salud provocan cambios epigenéticos, es decir, modifican la expresión de los genes paternos sin alterar la secuencia de ADN, explicó a Efe Miguel Ángel García Pérez, catedrático de Genética en la Universidad de Valencia, España.

Pero esos cambios epigenéticos tienen algo en común con la información genética: ambos se heredan y determinan cómo será la salud de la prole.

Algunas investigaciones han comprobado cómo a medida que aumenta la edad del padre, se potencian una serie de patologías genéticas dominantes como el aumento del tamaño de la placenta, que afecta al peso del neonato y puede provocar un parto prematuro, según García Pérez.

Otros estudios apuntan a que la nutrición incide directamente en la calidad del esperma, lo que, a su vez, repercute en la regulación de los genes de la descendencia y puede provocar trastornos metabólicos en la vida adulta (como diabetes), enfermedades cardiovasculares y enfermedades mentales.

Uno de esos estudios, liderado por el urólogo de la Universidad de Stanford Michael Eisenberg y publicado en Fertility and Sterility, analizó los efectos de la salud paterna sobre la descendencia.

Eisenberg analizó datos de 785.809 recién nacidos en Estados Unidos entre 2009 y 2016, cuyos padres tenían cáncer, hipertensión, diabetes o depresión.

Los resultados fueron concluyentes: más del 6% de los recién nacidos fueron prematuros, y los padres con enfermedades metabólicas crónicas (como la diabetes) tenían un 20% más de probabilidades de tener un recién nacido prematuro o con bajo peso al nacer, y un 28% más de riesgo de que su hijo necesitara cuidados intensivos.

Una impronta

Guadalupe Rivero, profesora agregada del Departamento de Farmacología de la Universidad del País Vasco, España, revisó los estudios en animales que han estudiado el efecto del esperma de ratones con "malos hábitos y mala dieta" en fecundaciones in vitro para observar si efectivamente la descendencia heredaba esa información.

Estos estudios confirmaron que esos hábitos "dejan una impronta que llega a la descendencia y produce una serie de alteraciones", explicó.

"La mayoría de los estudios indican que una mala dieta (rica en grasas saturadas por ejemplo), sedentarismo, alcohol, tabaco y estrés estarían relacionados con la aparición de menor peso al nacer, comportamiento ansioso-depresivo en animales, diabetes, hipercolesterolemia, déficits del neurodesarrollo, etc", comentó la investigadora.

¿cómo se transmiten?

"Los estudios apuntan a que las moléculas de miRNA en el esperma son el vector que introduce esos los cambios epigenéticos en el embrión, pero recientemente un artículo publicado por Juan Carlos Izpisúa descubrió que esta información genética también podría transmitirse en forma de metilación de ADN", dijo Rivero.

Por ahora, la mayoría de las investigaciones apuntan a que el esperma adquiere esos cambios epigenéticos en su desarrollo y maduración en los testículos, aunque todavía no se sabe cuánto tiempo es necesario para que esos hábitos y tóxicos se incorporen al proceso.

"En los animales suelen inducir estos malos hábitos durante 3-12 semanas, pero la escala temporal en humanos aún es desconocida", aclaró Rivero.

De hecho, poco a poco se van descubriendo otros mecanismos de herencia transgeneracional -como el de la metilación de ADN, por lo que "es posible que la alteración que provocarían los malos hábitos a ciertos genes sea más duradera de lo que pensamos".

Lo cierto es que, aunque este es un tema novedoso sobre el que todavía no hay "directrices claras", cada vez parece más obvio que la fecundación, el embarazo y el desarrollo del niño son una tarea de equipo y de responsabilidad de ambos progenitores.

785.809 recién nacidos en EE.UU. entre 2009 y 2016 fueron considerados en uno de los estudios.