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Igualdad de género

José Albuccó , Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte La igualdad de género no es solo un derecho humano, sino uno de los pilares de una democracia próspera y sostenible.
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Este miércoles se conmemora un nuevo Día Internacional de la Mujer, efeméride que nos invita a preguntarnos sobre la calidad y profundidad de la democracia en nuestro país. Más allá de las formalidades políticas o legales, los actuales desafíos democráticos de Chile tienen que ver con potenciar la participación de la ciudadanía y transitar hacia una sociedad que trate a todos sus miembros en forma equitativa, sin importar su raza, nacionalidad, religión, género, orientación sexual, condición u origen social.

En ese marco, avanzar en la eliminación de todo tipo de discriminaciones arbitrarias hacia las mujeres, constituye un mínimo civilizatorio para nuestra sociedad. Pero, aún nos falta mucho.

Por dar sólo algunos ejemplos, el año 2020 las mujeres ganaron en promedio un 20,4% menos que los hombres. A su vez, 8 de cada 10 jefaturas de hogares monoparentales son mujeres, las que recibieron en promedio ingresos por su trabajo un 35,6 menor que los hombres en igual situación, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo. Por otra parte, apenas un 21% de las chilenas ocupan cargos de alta dirección en empresas y la representación femenina en la Cámara de Diputados llega sólo al 35% y en el Senado a un 24%. Además, las mujeres tienen un 18% menos de probabilidades que los hombres de obtener créditos bancarios, según una investigación financiada por el Banco Interamericano del Desarrollo (BID.

Así, en este 8 de marzo una de las preguntas que deberíamos hacernos, entre otras, es cómo enfrentamos la situación de fragilidad múltiple que viven las mujeres para tener un acceso digno y de calidad en educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda, economía, entre otras áreas. Avanzar rápida y profundamente en estos campos significa fortalecer nuestra democracia.

La democracia no se aprende sólo al interior de las aulas universitarias o en clases de educación cívica; es, por sobre todas las cosas, una experiencia vital, activa y participativa. Tenemos que empaparnos de democracia todos los días, en nuestras interacciones cotidianas, en nuestras oficinas y centros de trabajo, en los lugares públicos, al interior de las familias. Necesitamos democracia en el país y en la casa, como rezaba la histórica consigna del movimiento feminista que enfrentó a la dictadura en los años 80. Esto implica necesariamente el reconocimiento de los derechos del 51% de nuestra población, que está constituido por mujeres.

La mujer: pionera en Carabineros

Jorge Muñoz Soto , General de Carabineros, jefe de la III Zona Atacama
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La experiencia de mujeres dentro de la Institución ha sido tan valiosa y positiva que ha contribuido significativamente al engrandecimiento de Carabineros de Chile, diversificando sus funciones con el correr del tiempo. Hoy su trabajo no sólo se encuentra enfocado hacia los menores y la familia, como fue en sus inicios, por los años 60', sino además de manera activa y presente en los Servicios de Orden y Seguridad, enfocados en la Prevención y también en las distintas especialidades, y al mismo nivel del personal masculino.

Es en este ámbito que hoy podemos ver a la Mujer Carabinero patrullando y cumpliendo labores de vigilancia preventiva al igual que sus compañeros, dando pronta respuesta ante hechos delictuales, muchas veces poniendo en riesgo su propia integridad en beneficio de la ciudadanía.

En nuestra Región de Atacama; son 75 las mujeres que cumplen diferentes funciones policiales, de las cuales cuatro de ellas son pioneras en sus labores y destinaciones. Éste es el caso de la Suboficial Mayor Paola Apablaza Godoy, quien desde septiembre de 2020 asumió la Jefatura del Retén de Carabineros ubicado en la localidad de Estación Paipote, ganándose el respeto y cariño de los vecinos; la Suboficial Cristina Rojas Ortiz, la primera mujer Jefa del Retén Alfredo Rozas Bugueño en Vallenar; la Suboficial María Umanzor Zamorano, quien es la primera mujer que cumple servicios de Orden y Seguridad en la Subcomisaría Huasco, a la par del personal masculino y la Cabo 1º Valentina Catalán Carrasco, trasladada de la Escuela de Especialidades de Montaña y Fronteras al Retén Sacramento, ubicado al interior de la comuna de Tierra Amarilla. También la primera mujer en cumplir estas funciones en este Destacamento Fronterizo.

Así también hay otras tantas mujeres carabinero y personal femenino civil cumpliendo las funciones más diversas que debe realizar la institución en beneficio de la ciudadanía.

Por esto y porque el trabajo de la mujer nos importa, vaya a todas ellas el reconocimiento de este Mando, quien destaca y valora la difícil tarea policial, donde además deben compatibilizar las exigencias propias de su Servicio con su rol de Madres.

Finalmente un reconocimiento muy especial a vuestras familias, vuestros hijos y cónyuges, quienes muchas veces deben restringirse de la presencia de ustedes, por las demandas ciudadanas que claman por más y mejor seguridad.

Por ésta y muchas razones más, en mi columna de hoy, he querido dejar este espacio para destacar y reconocer la labor que desempeña la "mujer" en todos sus ámbitos, especialidades y profesiones, quienes sin temor a los desafíos, son un aporte al país y la familia, dando muestra de un trabajo eficaz, eficiente y efectivo.

Un Atacama liderado por mujeres

Nos vemos a diario enfrentadas a diferentes tipos de violencia y vulneración de derechos fundamentales como es el acceso digno a atención médica ginecológica. Yennifer Vallejos Meriño, Profesora Básica - GEA Atacama
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Ad portas de una nueva conmemoración del 8M podríamos hacer un breve análisis de cuanto se ha avanzado en temáticas relacionadas con nosotras, las mujeres que habitamos el territorio de Atacama, considerando aspectos claves en la lucha feminista local.

Atacama tiene una herida sangrante relacionada con violencia contra las mujeres, el historial es conmovedor y extenso, esto difícilmente hará que la herida cierre o cicatrice sin investigación, sin justicia y sin reparación. La muerte sin culpables de Fernanda Cortés Arenas en Diego de Almagro, las desapariciones de Tanya Aciares Pereira, Catalina Álvarez Godoy y Thiare Elgueda Acuña, más las muertes de Sussy Montalvan y Marina Cabrera nos hacen entender que no existió aprendizajes en la forma de cómo investigar estos casos en la región de Atacama.

Por otro lado nos vemos a diario enfrentadas a diferentes tipos de violencia y vulneración de derechos fundamentales como es el acceso digno a atención médica ginecológica. Existen comunas como Diego de Almagro donde no se atienden partos y estos son derivados a Chañaral o Copiapó, especialistas ginecológicos solo atienden dos o tres días en el mineral de El Salvador previo agendamiento y pago de la prestación. En la misma área, diversos médicos ginecólogos han optado por no atender pacientes FONASA, no atender partos y/o no atender pacientes nuevas, dificultando el ya difícil acceso a especialistas de la región.

Bajo esta realidad nos enfrentamos a conmemorar este 8M, con pocos o nulos avances en temáticas como seguridad y justicia, con problemáticas cotidianas como el acceso a atenciones de salud replicables a todo el territorio. Es por esto que el llamado es a aprovechar la visibilización que da este día para reflexionar, analizar y alzar la voz, no queremos vivir bajo el estigma de ser un territorio no seguro para nosotras. Queremos, necesitamos y soñamos un lugar donde se nos resguarde y respete, donde se valore el capital humano de la mujer, un Atacama liderado por mujeres, donde existan espacios de desarrollo equitativos y justos para cada una de nosotras.

Pensar desde el 8M una sociedad de futuro

Vanessa Carrasco Muñoz , Escritora y comunicadora social
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Desde una muy temprana infancia, las mujeres vamos lidiando con una serie de tabúes en torno a nuestra naturaleza intrínsecamente femenina: nuestro periodo menstrual mal llamado regla; el crecimiento de nuestro busto, que ha sido objeto de deseo e inspiración publicitaria por décadas; nuestra fertilidad y con eso la maternidad y la relación a nuestra dimensión sexual; nuestra naturaleza creativa oscilante como resultado de nuestra amplia actividad hormonal y cíclica.

Como gestamos, parimos y amamantamos, se nos ha relegado a las labores de la casa y del cuidado, no sólo de los hijos sino también de los enfermos y los ancianos. Este paradigma, es justamente, la base de las inequidades económicas que vivimos las mujeres a lo largo de la historia y en aquellos casos de mayor vulnerabilidad social, es la base de un espiral de empobrecimiento y precarización social grave.

Estos fenómenos, no solo afectan a las mujeres de sectores sociales más vulnerables, sino que a todas las mujeres. Así, la denominada "Carga Mental" hace explícita referencia a la labor de gestión, administración y organización que llevamos las mujeres respecto de nuestros hogares, como si fuera nuestra naturaleza.

Pero no sólo nuestras parejas y compañeros o nuestros hermanos y familiares descansan estas responsabilidades sobre nuestros hombros, sino que también lo ha hecho por décadas el Estado. Y en el marco de una nueva conmemoración del 8M, justo cuando se inicia un nuevo proceso constitucional, debemos repensar la sociedad en la que participamos.

Una vida social y política desde lo femenino tiene una mirada convocante de todos y todas quienes integran la sociedad y no sólo a aquellos que son productivos y debido a que estas premisas chocan con el actual sistema capitalista en el que vivimos, debemos reorganizar y redistribuir las labores que se nos han asignado sólo por ser mujeres.

Pensar en redistribuir las labores de cuidados, las gestiones de una casa y las responsabilidades de crianza debe exceder el espacio familiar y traducirse en políticas públicas concretas, que amplíen cupos en salas cunas; otorguen derechos sexuales y reproductivos desde la salud pública, fortalezcan las redes educacionales del país desde la primera infancia, estimulen la permanencia de las mujeres en el mundo laboral formal.

Las mujeres, que somos la mitad de la población del país, requerimos entonces que el Estado diseñe una contención y soporte social y comunitario, en la serie de labores que debemos realizar en paralelo competimos "de igual a igual" en un mundo donde aún se nos intenta tratar como una minoría.