Un país en suspenso
Parece incisivamente irónico que algunos de los candidatos al nuevo Consejo Constitucional planteen que los futuros consejeros debieran escuchar lo que expresó el 62% del electorado que votó Rechazo en el plebiscito del 4-S. Si así fuese, si la casta política tuviese el más mínimo respeto por la supremacía constitucional y el sentir mayoritario de la ciudadanía, ese inequívoco veredicto popular debiese haber tenido el efecto que la misma Carta Fundamental establecía en el inciso 11 de su artículo 142, esto es: "Si la cuestión planteada a la ciudadanía en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución".Después de los hechos aciagos del 18-O, el país manifestó su deseo de contar con una nueva Carta Magna, eligió un órgano representativo para que redactara una propuesta, luego observó y padeció durante un año las asnadas y delirios de muchos de los miembros de esa Convención, para finalmente concurrir masivamente a un plebiscito de salida e inclinarse contundentemente por el Rechazo de dicha propuesta. Lo que seguía era aplicar la norma de la Constitución vigente.
Pero los políticos no se contentaron con eso y se trenzaron en cansadoras negociaciones de poder para empujar al país a un nuevo y alambicado proceso constituyente, que nos tendrá otro año en una especie de pausa institucional, con todas las secuelas y externalidades negativas que ello involucra: incerteza jurídica, debilidad de las agendas públicas, postergación de decisiones de desarrollo e inversión, retardo de proyectos con impacto social, alto costo financiero para las arcas fiscales y, en definitiva, una sensación ambiental de zozobra, anomia y desorientación.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Mujeres en carreras STEM
Como ingeniera química, he desarrollado mi carrera en los últimos años en el área de investigación y desarrollo de productos, liderando equipos multiculturales. En algunas ocasiones, tuve que lidiar con culturas machistas, y a través de conversaciones y entregas, hice espacio para el respeto y la confianza, y pude ver como esta postura sirve de ejemplo para las demás mujeres a mi alrededor, fortaleciendo la confianza en sí mismas y reafirmando el hecho de que el género no dicta nuestras habilidades y desempeño.
Afortunadamente, cuando analizamos los números generales referentes a las mujeres en la Ciencia, nos damos cuenta de que ya se ha recorrido un buen camino. Una encuesta del British Council con la Unesco muestra que, en América Latina, las mujeres representan el 46% del público total de investigadores de la región y, por lo tanto, se encuentran prácticamente en paridad numérica con los hombres. En 2020, cuando estas instituciones realizaron la encuesta por primera vez, éramos el 33%. Este crecimiento es obviamente muy positivo.
Sin embargo, cuando dejamos de mirar el número general, los datos difieren según el país. En algunos lugares de América Latina, las mujeres en carreras STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son menos del 20% del total de profesionales. Muchas no se animan a seguir carreras que, durante mucho tiempo, se consideraron masculinas. Cuando enfrentan y superan los prejuicios dentro de su propia familia de origen, se topan con los de sus colegas y, posteriormente, con los del mercado laboral, especialmente si deciden tener hijos.
Hay una cuestión muy seria que surgirá en el futuro de nuestras niñas: mientras dejemos de tener mujeres capacitadas en áreas STEM, más mujeres se quedarán fuera de la fuerza laboral. Las proyecciones del mercado señalan que la mayoría de las funciones profesionales existentes en la actualidad desaparecerán en las próximas tres décadas, y el 75% de los trabajos futuros requerirán habilidades STEM y STI (acrónimo de ciencia, tecnología e innovación).
Es por eso que las mujeres y los hombres necesitan cambiar el mindset en las empresas y en sus familias. Necesitamos alentar a las niñas, así como a los niños, a seguir la carrera que deseen, sin dividir las habilidades por género.
María Marcia Caldas
Actuar desinteresado
Gran ejemplo, día a día, tragedia tras tragedia, nos dan nuestros bomberos, que ponen sus vidas en riesgo al acudir a controlar y apagar incendios a cambio de nada, porque ellos son voluntarios.
En cada emergencia muestran que son uno para todos y todos para uno, porque el objetivo central es hacer todo lo que sea posible, y a veces más, para superar la tragedia.
¿Se imagina usted si senadores, diputados y políticos actuaran de igual forma que los bomberos ante las cientos y cientos de urgencias que tiene la señora Juanita, privilegiando siempre las necesidades de la gente, muy por encima de sus pretensiones personales y político-partidistas?
Hoy día, si un problema les afecta directamente, se ponen muy pronto de acuerdo y caso cerrado, pero si el embrollo es de la señora Juanita, nunca se ponen de acuerdo y a otra cosa mariposa.
Soñar es gratis, pero unos son voluntarios y otros gozan de dietas.
Luis Enrique Soler Milla
Tamaño del Estado
El tamaño del Estado volvió a su nivel de prepandemia (24,4%) después del considerable aumento producto del gasto público (31,5%) incurrido debido a la crisis sanitaria. Una buena noticia, pero para verla con atención. Lo anterior, pues el nivel prepandémico ya es alto (muy lejano al 17,2% del 2006) y lo peor es que la proyección es que siga creciendo (27% al 2026). Pero, además, porque la calidad también es importante y el Estado de Chile está al debe en este ítem, con una falta de modernización e ineficiencia de la cual nadie ha sido capaz de hacerse cargo.
En momentos de crisis económica como la que vivimos, es imperativo gastar menos y de mejor manera. Como lamentablemente lo primero no está entre las ideas de quienes nos gobiernan, por lo menos deberían hacerlo de manera eficiente y para ello es fundamental modernizar el Estado. Si no, el Estado seguirá siendo un problema más que una solución a la hora de disminuir las brechas de desigualdad y la creación de riqueza.
Marcelo González Fundación para el Progreso