Fue definido por la Universidad de Chile como "un aporte al diseño de políticas que apunten a fortalecer la promoción de un ecosistema medial robusto, amplio y diverso, a partir de este diagnóstico (se) busca sentar las bases de una ruta hacia más medios locales, regionales, descentralizados y desconcentrados".
Se trata del informe titulado "Más amplitud, más voces, más democracia. Aporte para las comunicaciones del Chile que viene", elaborado tras meses de trabajo por la U. de Chile, más las de La Serena y de la Frontera por encargo de la Secretaría General de Gobierno.
Hasta ahora solo se conocían comentarios (generalmente apasionados) construidos desde distintas posiciones, pero no existía un texto que incluyera puntos de vista contradictorios. Ese es su primer y gran aporte.
Tras la difusión del documento, se ha tendido a descalificarlo o a restarle méritos. Me parece que lo que corresponde realmente es continuarlo con más actores y en distintos niveles: universidades, cuyas escuelas de periodismo tienen mucho que decir, el Colegio de Periodistas, las asociaciones gremiales y ese amplio espacio que constituye la opinión pública, que tiene derecho a expresarse en este importante tema.
Aparte, agregaría también que en el trasfondo hay un tema ético, más importante y realista que la simple propuesta de una o más leyes o códigos. En el periodismo chileno, como en gran parte del mundo, se ha impuesto la convicción de que lo mejor es la autorregulación, no más leyes ni organismos estatales.
Aunque también hay desconfianza, el ideal sigue siendo una autoridad conformada por los pares, es decir, el trabajo que ya se hace, con participación de comisiones de trabajo del Colegio de Periodistas y de la Federación de Medios. En la formación misma, las universidades ya han asumido la tarea -no solo referida al periodismo- sino en áreas profesionales relacionadas. La ética, la responsabilidad de buscar con ahínco la verdad, tiene que complementarse con buena redacción, respeto a las personas y creación de conciencia de los derechos del público.
Como proclamó Shakespere: "A buen fin no hay mal principio".