Ciencia, conocimiento e innovación en regiones
Quienes se dedican a la producción de conocimiento reconocen que las pseudociencias, los negacionismos, y la anti-ciencia son problemas que pueden comprometer la salud, tanto física como mental de la ciudadanía. Si fuera la misma sociedad civil quien exigiera políticas públicas basadas en evidencia, tal vez la cosa sería distinta. La reciente pandemia lo ejemplifica, pero la idea puede extenderse a diversas áreas, desde la planificación urbana hasta el acceso a la universidad, pasando por una educación sexual integral o la memoria histórica.
Emerge así la divulgación científica (y del conocimiento, en general) que pretende convencer a la ciudadanía del valor que posee la producción de conocimiento. En medio de posverdades, quienes comunican conocimiento en redes sociales se enfrentan a desinformación que origina baja credibilidad, entienden que más likes y vistas no se traducen necesariamente en entendimiento, sino más bien en convencimiento.
¿Es realmente necesario que la sociedad civil pueda apropiarse del conocimiento producido, más allá de ser espectadora? "El conocimiento le pertenece a toda la humanidad" (según Pasteur) es una posible respuesta; éste no es solamente un aforismo, sino que se materializa en ideas como el software-libre o la misma Wikipedia. Por otro lado, es la ciudadanía quien, al menos en el sector público, financia mediante impuestos, la producción de conocimiento y ciertas innovaciones.
Es pertinente entonces debatir si más conocimiento, generado a través de la inyección de más recursosfiscales y/o privados, conducirá a Chile al desarrollo. Independiente de la respuesta, lo cierto es que en nuestro territorio nacional las regiones se encuentran, no solamente en ciencia, tecnología, conocimiento, e innovación, en desventaja en comparación a Santiago; por ejemplo, entre 2008 y 2021 casi dos tercios "de las publicaciones científicas a nivel nacional se generaron en la capital". Luces de esperanza enciende el Vicerrector de Investigación y Postgrado de la Universidad de la Frontera (Región de la Araucanía) recientemente, al sostener que en los últimos años son las universidades regionales-estatales quienes destacan en producción de conocimiento (medida a través de distintos indicadores), al "avanza[r] silenciosamente, generando desde los territorios soluciones para problemas globales".
En este contexto, la Región de Atacama sabe muy bien que no existe un agujero entre Coquimbo y Antofagasta. La Universidad de Atacama destacó entre 2015 y 2020 por aumentar casi un 500% sus publicaciones científicas indexadas en dos rankings internacionales, e incrementando un 800% en cinco años sus publicaciones de alto impacto. La Universidad de Atacama cuenta además con 13 programas de postgrado; posee el primer programa de doctorado de la región (acreditado por 3 años desde octubre 2021) (revisar resumen ejecutivo VRIP acá). Destaca también en su formación de pregrado en áreas como salud, educación, y metalurgia.
Dra.María José Gallardo Nelson
Vicerrectora de Investigación y Postgrado UDA