Si bien el alcalde de Copiapó Marcos López dijo en la última sesión del Concejo Municipal que la casa consistorial no organizará la tradicional Feria de la Candelaria, los mismos concejales aseguran que dicha decisión no asegura que la feria efectivamente no se hará. De hecho, los comerciantes se instalaron en agosto, en el marco de la Fiesta Chica de la Candelaria y en diciembre, en contexto de la Navidad, e incluso, todo apunta a que nuevamente se instalarán en la Fiesta Grande de la Candelaria que se avecina.
El motivo, los comerciantes ya declararon su intención de poner su puestos para vender productos. En efecto, fueron vistos recientemente marcando ubicaciones en Av. Circunvalación, pero no precisamente en la calle, más bien en la línea férrea perteneciente a la empresa Ferronor. Terreno privado donde el municipio no puede intervenir, no al menos de manera directa.
Esto, porque la delegación presidencial regional indicó que ni la empresa ni el municipio solicitaron ordenes de desalojo cuando los comerciantes se instalaron, ni en agosto ni en diciembre. En consecuencia, se advierte una actitud pasiva de ambas entidades que da la libertad a los vendedores de instalar sus puestos sin que se tomen cartas en el asunto. "La ley del más fuerte" como dijo uno de los concejales más críticos de la decisión tomada por el jefe comunal.
Si bien la Feria de la Candelaria se ha transformado con el correr de los años en parte de la tradición que acompaña la fiesta religiosa, resulta necesario regular el comercio asociado a la festividad.
El principal argumento del municipio para no organizar la feria se remite a la parte económica, según lo indicado por algunos concejales que, si bien defienden la justificación en torno a los altos gastos versus el poco retorno a las arcas municipales, no niegan tampoco las eventuales externalidades que acarrea la instalación de comerciantes "a la mala". Incluso, una de las ediles habló abiertamente de "mafias".
Más allá de las polémicas en torno al proceso de instalación de los puestos, la misma ciudadanía dará un visto bueno implícito en la medida que acuda a los puestos a comprar los productos que los comerciantes venderán en el marco de la Fiesta Grande de la Candelaria. Pero eso no es motivo suficiente para que la empresa dueña de los terrenos y las entidades encargadas se desentiendan de esta problemática.