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Qué Hogar de Cristo, para qué Chile
Cuando a raíz del estallido social de 2019 se instaló la frase "Chile cambió", el decir tuvo mucho de profecía, porque al malestar expresado se sumó la inesperada y devastadora pandemia, con efectos económicos amplificados por otros fenómenos simultáneos, como el ingreso masivo de migrantes, y posteriores, como la guerra de Rusia contra Ucrania, con la consiguiente inflación. Y a lo expuesto hay que agregar: la crisis de representación política y social, el cambio climático, la polarización del debate público; la pérdida del tejido social; la incertidumbre laboral...
Frente a este escenario, cabe preguntarnos: ¿Qué Hogar de Cristo, para qué Chile? ¿Cómo debemos ser para atender las demandas y necesidades del país actual y futuro?
En este nuevo ciclo político y social, avanzar hacia un Estado Social de Derechos es un camino inevitable. Las personas creen y demandan principios esenciales para el desarrollo: dignidad, solidaridad, igualdad sustantiva y justicia social, junto con un Estado más comprometido con la provisión de recursos esenciales para el bienestar.
"Hacer bien el bien" -la desafiante frase de Diderot, el filósofo de la Ilustración francesa- ha sido siempre el imperativo de excelencia que mueve al Hogar de Cristo. Y ahora que nos toca abordar las necesidades de este nuevo Chile con una mayor pobreza y una mayor conciencia de diversidad, hemos reorientado nuestra estrategia social.
Lo central es que hoy los ciudadanos -de todo estrato socioeconómico- quieren involucrarse en las decisiones. Y nosotros creemos que no puede haber real inclusión sin una participación incidente de todos. Las mujeres son parte esencial de ese involucramiento activo, que les ha sido negado históricamente, lo mismo que las personas de la comunidad LGTBIQ+. Esto implicar trabajar con una perspectiva de género. Y con una mirada intercultural, además. En 2006, la población extrajera era de 154.643 personas; hoy son cerca de 1,5 millones las personas migrantes en Chile. De ellas, el 17% vive en pobreza.
Otra definición es comprender la interacción de las personas con dónde viven; es decir, lo territorial. Debemos responder a las necesidades de los territorios, reconociendo los recursos y sistemas sociales públicos y privados disponibles en cada uno. Para un trabajo social adecuado a los tiempos que corren, y tomando la experiencia de países que nos llevan la delantera en sistemas de cuidado, es necesario transitar hacia programas más personalizados y preventivos, priorizando modalidades de atención domiciliaria y ambulatoria, para así retardar el ingreso a instituciones residenciales de larga estadía. Por eso, en los próximos dos años, Hogar de Cristo irá transformando sus residencias en una red de servicios de cuidados domiciliarios, extensa, personalizada y diversa.
Juan Cristóbal Romero
Participación ciudadana
Luego de que el Congreso destrabara la parálisis sobre el futuro del proceso constituyente, el debate ha girado hacia el rol de los expertos en el nuevo órgano constitucional. Sin embargo, otra dimensión igualmente importante de discutir es la participación ciudadana. Su incorporación es uno de los desafíos de esta nueva etapa, al ser un factor crucial para su legitimidad de corto y largo plazo. La intervención de la ciudadanía, en algún grado en la deliberación y redacción de normas constitucionales es una tendencia mundial en los procesos de reformas o de su reemplazo en los últimos 30 años. Países tan diferentes como Colombia, Sudáfrica, Hungría, Irlanda, Túnez y Ecuador han establecido canales de incidencia ciudadana, como la creación de mesas y grupos de trabajo territorial; consultas por correo o internet; o la realización de audiencias públicas. Ciertamente, es imposible incluir todos los mecanismos disponibles en un solo proceso, pero existe la voluntad de que la voz ciudadana sea incidente.
Una excepción a esta tendencia es la Constitución de Argentina de 1994. Ahí la participación popular se ciñó sólo a la elección de convencionales, ya que partidos políticos altamente populares y con una importante aprobación ciudadana acordaron de antemano las modificaciones constitucionales y su votación en la asamblea para asegurar una rápida tramitación. En cambio, el Acuerdo por Chile se da en un contexto de una amplia crisis de representación y con un fracaso constitucional reciente, lo que hace desaconsejable la omisión de la participación ciudadana.
A su vez, la fallida Convención Constitucional estableció un repertorio ambicioso de procesos participativos. Sin embargo, esta experiencia enseña que es recomendable aplicar efectivamente un número acotado de mecanismos, en lugar de un abanico irrealizable o insatisfactorio de opciones para incorporar la voz de la ciudadanía.
En un contexto de crisis de legitimidad y descrédito institucional, el nuevo proceso debe considerar decididamente algún tipo de participación del electorado en sus distintas etapas. Aunque aún hay tiempo para definir algún espacio de incidencia durante el Consejo Constitucional, el inicio del Comité de Expertos el próximo mes impide un diseño adecuado. No obstante, abre una oportunidad para que sus miembros incorporen activa y verificablemente los resultados de los encuentros locales autoconvocados del 2016, y cabildos y audiencias de la pasada Convención. De este modo, es posible que el nuevo momento constitucional incorpore desde un inicio la opinión de la ciudadanía, aunque diferida.
A la luz de la experiencia comparada y las lecciones recientes, la apropiada implementación de la voz ciudadana es vital para incrementar la legitimidad de decisiones tan trascendentales como la creación de una nueva Carta Magna. Es de esperar que esta discusión no sea obviada, ya que es necesario avanzar desde distintos frentes para la superación del problema constitucional chileno. No quedan muchas oportunidades.
Rodolfo López Moreno, investigador de la línea Conflicto Político y Social de COES
¡La voltereta!
Estimado director:
Surge la pregunta...
¿Es posible "revocar" los indultos?
Dicho en otras palabras, sería "mandarse la voltereta", pero "la voltereta", que para los expertos en Educación Física, sería, con un grado de dificultad alta, hacia adelante, incluyendo salto mortal con gran rechazo de la pierna izquierda y cayendo con apoyo de la mano derecha, y con el mismo "vuelo" que viene, sigue con un mortal hacia atrás, ahora sin apoyo de las manos, cayendo con las piernas juntas y con una mano atrás y la otra adelante, a elección del ejecutante...
¡Definitivamente sería una "voltereta", para medalla, un verdadero apronte para los próximos Panamericanos!
Luis Soler