La entera familia Walker se marcha de la Democracia Cristiana. ¿Qué es una DC donde ya no están ellos, Genaro Arriagada, Gutenberg Martínez o Soledad Alvear? Un partido político no es solo un nombre: hay personas que forman parte de su ADN.
Con la DC tengo sentimientos encontrados. Admiro la sabiduría política con que Patricio Aylwin y otros como él enfrentaron la transición y dieron origen a esos treinta años que, más allá de sus imperfecciones, constituyen una época gloriosa. Quienes la denostaban, hoy le presentan al país desempleo, inflación e inseguridad ciudadana. Valoro su clara oposición a la Unidad Popular, que era un proyecto que había abandonado la tradición democrática chilena y empezaba a presentar rasgos totalitarios; y su decidida defensa de los derechos humanos en los años que siguieron. Con la vuelta de la democracia y la profunda transformación del socialismo, el eje DC-PS fue la clave del éxito de la Concertación.
Había, sin embargo, cosas que no me gustaban. Su mesianismo de la década de los sesenta le hizo mal al país. Después, en los noventa, hubo problemas distintos. Recuerdo una conversación, en 1991, con un parlamentario DC. Se veía preocupado, porque el hecho de estar en el poder había traído consigo la llegada de innumerables arribistas: "eso lo vamos a pagar caro en términos de corrupción", me decía. Poco a poco, el partido se transformó en una simple maquinaria de poder.
Un episodio lamentable fue su deslucida participación en el gobierno de Bachelet II, en la Nueva Mayoría. Precisamente en un momento en que Chile necesitaba la fuerza moderadora de la DC, se limitó a ser un acompañante secundario y no logró neutralizar la influencia del Partido Comunista. Cuando las cosas se ponían tensas, el PC amenazaba con retirarse y terminaba por imponer sus términos. La DC, en cambio, nunca hizo valer su peso y se allanó dócilmente al izquierdismo reinante. Así, un gobierno que pudo haber realizado transformaciones importantes terminó por estancar al país.
Con todo, el problema más grave de la Democracia Cristiana fue el abandono de sus principios. El momento más notorio de este proceso que llevaba mucho tiempo, fue la aprobación del aborto por casi todos sus parlamentarios. Algo así habría sido totalmente inconcebible para un Eduardo Frei Montalva o un Bernardo Leighton. Esa fue la más grave de sus claudicaciones. Después de eso, ¿qué podía diferenciarla, por ejemplo, de un PPD?
Su posterior apoyo al borrador constitucional fue otro signo de decadencia. La DC es un partido que quiere fundarse sobre la idea de comunidad, mientras que ese proyecto era todo lo contrario: una consagración de la política de las identidades. ¿Por qué lo hicieron? ¿No captaban la disonancia entre el texto y los principios partidarios?
Hoy vemos que el Partido Demócrata Cristiano se desmorona. ¿Hay alguna razón para que una persona joven ingrese a esa agrupación? ¿Qué queda de ella? Un edificio en la Alameda, que seguramente vale muchos millones.
Nunca he sido democratacristiano, pero me da pena. No puedo dejar de pensar en esos militantes que conocí en mi infancia. Era gente llena de ideales, que estuvo dispuesta a sacrificar tiempo y energías para tratar de renovar la política chilena. Quizá eran ingenuos y un poco clericales, pero tenían algo que decir. Ellos no se merecen el espectáculo de descomposición que hoy presenciamos. Aunque mantenga su nombre, me temo que la Democracia Cristiana ha muerto hace tiempo.
En todo caso, ni la DC tiene el monopolio de las ideas socialcristianas ni hace ninguna falta que las personas de esa inspiración estén agrupadas en un mismo partido. La decadencia o muerte de la Democracia Cristiana puede dar pena, pero está lejos de ser una tragedia. La DC no supo llevar a cabo en nuestros tiempos una política vivificada por la ética social cristiana, pero esa es una tradición que hoy está particularmente viva. Ella nos permite ver que no estamos forzados a elegir entre ser unos utópicos que quieren cambiarlo todo o unos simples pragmáticos para quienes la pregunta por la vida buena resulta irrelevante.