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Otra mirada de lo sucedido tuvo el administrador del Rincón del Queso, Rodrigo López, quien argumentó que, en el caso de su local de abarrotes, los jóvenes no realizaron destrozos, sino que todo lo contrario, los ayudaron.
"Más que nada tuvimos problemas con los carabineros que nos tiraban bombas arriba del techo y ocurre que la infraestructura de este negocio es antigua. Incluso te podría decir que los mismos jóvenes me cuidaban a los clientes para que pudiera vender tranquilos aquí. En ese sentido, nada que decir", finalizó el locatario.
Economía frente a la incertidumbre
Dentro de las aristas que más enfoque tuvieron los programas o herramientas de los servicios públicos del Gobierno desde el estallido social fue la reactivación economíca, puesto que, sumado a los saqueos ocurridos en ese período, tambien las pymes tuvieron que lidiar con los tiempos de pandemia, donde sólo se permitió la venta de productos básicos para la subsistencia de las familias, situación que complicó el emprendimiento.
Para Johhny Santibáñez, jefe local de Carnes Kar Copiapó, la economía "se ha empezado a recuperar un poquito y se espera que siga así a pesar de la incertidumbre generada tras el estallido social y la pandemia".
"Espero que episodios violentos como los vividos no vuelvan. Está bien manifestar un derecho, pero no con esos niveles de violencia. Nosotros tuvimos que equipar protección especial para el estallido, el cual se mantiene hasta ahora. El miedo siempre está latente así que hay estar preparados", agregó Santibañez.
Respecto al accionar de carabineros, el jefe del local mencionó que "cuando fue el período de saqueos en manifestaciones y en los toques de queda, había que estar atentos a las alarmas y entre los locatarios nos cuidamos. Comprenderás que, en su momento, los ataques fueron muy seguidos y no daba abasto los carabineros para cubrir todos los puntos".
Para la administradora del Café Arábico, Laura Santana, la realidad del centro de Copiapó ha cambiado mucho en los últimos años. "Queremos volver a trabajar en una ambiente normal y con optimismo, pero frente a estas condiciones yo personalmente ya empecé a tirar la toalla, porque no le veo solución al tema de la delincuencia" aclaró la empresaria respecto a la consulta de la mejoría a tres años del estallido.
Además, indicó que "los negocios estamos viviendo el día a día. Hay poca ganancia. La apertura es a las 9 am y ya a las 7 de la tarde no tenemos clientela y debemos cerrar. Antiguamente el Café Arábico tenía prestigio y con clientes hasta la media noche, porque funcionábamos como Café y Pub. Ahora eso no existe".
Nuevos horarios con los clientes
Si bien los locatarios no podían tener clientes en medio de las manifestaciones, sí se podía vender durante ciertos horarios establecidos.
Hugo Egaña, dueño de la joyería Plaza, declaró con este Diario que pasó mucho susto y decidió como estrategía retirarse más temprano.
"Cambiar los horarios fue crucial. Hace poco volvimos a tener horarios de servicio al ciente más continuados, pero en su minuto fue difícil, ya que la idea era devolvernos a la casa lo más temprano posible. Se paralizó todo el sistema del comercio en Copiapó y no encontrabamos respuestade parte de las autoridades en su minuto", enfatizó el comerciante de la calle Ohiggins.
Mismo problema mencionó el jefe del local de Carnes Kar, Johhny Santibáñez, quien explicó que tuvieron que atender sólo entre las 8 de la mañanahasta las 3 de la tarde.
"En su momento había que cerrar temprano y rezar que no te rompan o saquen. Fue muy difícil ese momento. Ya recién a mediados del 2022, terminando casi el proceso de pandemia, se ha podido regularizar los horarios de atención y de los colaboradores", finalizó.
"Comprenderás que, en su momento, los ataques fueron muy seguidos y no daba abasto los carabineros para cubrir todos los puntos".
Johnny Santibáñez, Jefe Local Carnes Kar Copiapó
802 hechos que engloba destrozos, saqueos, incendios, entre otros. fueron registrados entre octubre y noviembre del 2019.
208 detenidos por saqueros a locatarios fue el registro durante los primeros dos meses del estallido social en la Región de Atacma.