Correo
Cohesión social
Diferentes ideas de cohesión social se posicionaron como una clave, al menos discursiva, para distintas posiciones políticas durante las últimas semanas. Y aunque el concepto puede resultar flexible y difuso, hay ejes comunes que nos pueden ayudar a situar la discusión a la luz del trunco proceso constitucional, así como los desafíos que se abren.
¿En qué pie queda la cohesión social en Chile tras el plebiscito? Partamos por lo positivo: Una elección impecable y sorprendentemente masiva, con 13 millones de votantes. Otro hito fue la exitosa asignación de locales de votación, que llevó a que familias y vecinos pudieran encontrarse cívicamente.
Sin embargo, los desafíos que recaen sobre la cohesión social en Chile son enormes: generar mayor confianza, aumentar los niveles de asociatividad, generar un soporte solidario y legitimar el orden institucional más allá de su capacidad de coerción. Por supuesto no hay soluciones para déficits que se arrastran por décadas, pero sí dinámicas que permitirían ir recomponiendo la confianza en los lazos sociales. Al respecto, en el corto plazo se deben abordar al menos dos elementos fundamentales, expuestos tras el plebiscito: Una institucionalidad creíble, que cumpla de forma justa y eficiente los compromisos, con avances concretos en el cambio del sistema de pensiones, política anti delincuencia y orden público, y reforma tributaria.
Búsqueda de lo común. La propuesta fragmentaria no hizo sentido, no porque la gente no quiera mayor igualdad de género o inclusión de los pueblos originarios, sino porque necesitamos comprendernos dentro de un colectivo. Las personas buscan no solo tener una imagen positiva de sí mismas, sino también de los grupos a los que pertenecen.
El 62% del rechazo no es un cheque en blanco. El desafío es enorme y no es el momento de slogans vacíos. La ciudadanía hizo su parte, ahora sí es clave que la institucionalidad cumpla con la suya.
Ignacio Cáceres, director ejecutivo de COES e investigador doctoral en el Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile
O'Higgins
Las festividades patrias nos hacen meditar sobre la importancia de la historia y como ella es percibida en el presente.
La proyección del pasado llega hasta nuestros días a través de variadas formas, como acontecimientos colectivos o acciones de personas, que trascendieron en el tiempo, producto de la importancia de lo que hicieron. Entre muchos próceres del proceso de Independencia, conocidos o anónimos, a los cuales rendimos nuestro más profundo reconocimiento, encontramos la figura de Bernardo O´Higgins, quien representa claramente el espíritu emancipador, que nos llevó a la libertad definitiva.
Pasado el tiempo, no solo queda el recuerdo de su accionar, sino además y en forma principal su ejemplo.
Él no enseñó que no hay nada más importante que la Patria, en su sentido más profundo, por cuanto es en ella que desarrollamos nuestras vidas y la de nuestros seres queridos.
Antonio Yakcich Furche, presidente del instituto O´Higginiano de Rancagua
¿Cualquier persona puede ser embajador de Chile?
Estimado director: De que hubo una clara desafinación de la declaración del embajador de Chile en España, Javier Velasco, con el discurso del presidente Boric en la ONU, la hubo...
Se podrá estar de acuerdo ó no con el discurso del presidente Boric en la ONU, pero un embajador, y en particular, Javier Velasco en España, debe ser muy consecuente, en otras palabras debe cantar en la misma nota del presidente Boric, porque su presencia en España, es para representar a Chile, no a su ideario político partidista, porque si no puede separar las aguas, entonces no está llegando a la nota, que se necesita para ser el embajador de nuestra patria en España. Este desaguisado reabre la polémica por la designación de embajadores, en que ADICA (Asociación de Diplomática(o)s de Carrera), plantea que las personas que sean designadas como embajadores, sean funcionarios de la carrera diplomática, debidamente preparados para aquello, o sea "sin querer queriendo", llegamos a la misma esquina...
Luis Soler
Plaguicidas
Según datos publicados por el Servicio Agrícola y Ganadero, la venta nacional de plaguicidas el año 2004 y 2019 fue de 22.799 y 54.697 toneladas kilos/litros respectivamente, aumentando un 240%. Este aumento, va de la mano con las notificaciones de transgresiones de los Máximos Residuos de Plaguicidas (LMRs) en hortalizas producidas y comercializadas en Chile y las notificaciones de intoxicaciones agudas entre 2008 y 2018, publicadas por la Vigilancia Nacional de Intoxicaciones Agudas por Plaguicidas (REVEP).Por otro lado, el anuncio de nuevos cambios de la normativa vigente 892 de LMRs y la tardía modificación de las etiquetas de estas moléculas, además de la escasa coordinación entre los servicios fiscalizadores, han generado una confusión sobre las carencias y usos en los agricultores.
Si bien en el país el tema prioritario es la inocuidad alimentaria, debido a la sobre utilización y mal uso de los plaguicidas, un tema fuera de la discusión es el impacto ambiental de estas moléculas, principalmente a nivel del suelo, agua (superficial y subterránea), y su flora y fauna asociada. Debido al cambio climático, el transporte y transformación de los plaguicidas pueden generar persistencia de estas moléculas, que, dependiendo de su concentración y destino ambiental, pueden causar la muerte de flora y fauna no objetiva como abejas, peces, lombrices, microrganismos, invertebrados, por mencionar algunos.
Existe evidencia científica a nivel internacional que plaguicidas altamente peligrosos comercializados en Chile, tales como imidacloprid, clorpirifós, clorotalonil, atrazina, carbendazim, linuron, y cipermetrina, entre otros, son tóxicos en polinizadores, causan problemas de alimentación, reproducción y alteración de su ciclo biológico, entre otros impactos en la flora y fauna terrestre y acuática, e incluso apareciendo en concentraciones peligrosas como el caso del clorotalonil en agua potable. En Chile, el sistema post registro de estas moléculas es muy ineficiente, no existe monitoreo ambiental a nivel nacional para determinar la concentración residual, además de no incorporar la evaluación de riesgo para restringir, cancelar o prohibir un registro de plaguicida de uso agrícola. Por lo tanto, existe una necesidad no cubierta de crear institucionalidad y un marco normativo frente a estos riesgos, que permitan asegurar la calidad de nuestro suelo y agua, dando sostenibilidad ambiental a los sistemas de producción de alimento en Chile.
Sebastián Elgueta, académico investigador de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía U. de Las Américas