Decisivo
Joaquín García-Huidobro
Muchas cosas buenas y malas han sucedido en la política chilena de los últimos cincuenta años, pero entre las buenas ninguna es tan sorprendente como el cambio de los socialistas. Hace poco más de medio siglo proclamaban la legitimidad de la lucha armada y gritaban "El momio al paredón, la momia al colchón". Hoy podrán tener muchos defectos, pero son un partido genuinamente democrático. Dicho en otras palabras, hoy no asustan a nadie y eso es bueno. En un país sensato uno discrepa del adversario, pero no le teme.
Para Chile no da lo mismo que el presidente del Senado se llame hoy Álvaro Elizalde y no sea, por ejemplo, el Carlos Altamirano de 1973 (después fue muy distinto). La gente tiene derecho a cambiar y no podemos ponerle una etiqueta a nadie de modo permanente.
Lo dicho tiene una consecuencia importante. La lucha política, incluido el próximo plebiscito que hoy tanto nos divide, no es un combate entre buenos y malos. Usted y yo votaremos de manera distinta, pero ¿podría alguien negar que buscamos el bien de Chile? Yo podré pensar que en lo más hondo de su corazoncito tiene serios desacuerdos con el texto que la mayoría de la Convención nos ha propuesto; sin embargo, incluso así, cuando usted decide votar "Apruebo" es porque piensa que, a pesar de todo, es mejor para el país.
No se le ocultará que tenemos diferencias profundas, pero celebro , por ejemplo, que, dentro de la izquierda, usted haya sido de los pocos que han llamado las cosas por su nombre. ¿Lo recuerda? Sus palabras fueron clarísimas: "La propuesta de Sistema político no constituye un bicameralismo asimétrico, sino un unicameralismo encubierto". Me gusta que haya sido sincero. No ha cambiado su decisión de aprobar el borrador constitucional, pero no pretende adornar las cosas con palabras bonitas.
Pienso que, independientemente del resultado del referéndum, usted jugará un papel importante en el futuro próximo. Si gana el "Apruebo" alguien tiene que poner moderación en la euforia octubrista y unificar voluntades para producir lo antes posible esos cambios que casi todos estiman imprescindibles. Que sea muy difícil lograrlo en ese escenario es un problema distinto; sin embargo, precisamente esa dificultad o casi imposibilidad hará que su papel sea especialmente necesario.
Su tarea será aún más relevante si gana el "Rechazo". El gobierno ha actuado de manera muy irreflexiva y ha unido sus destinos a esas páginas confusas que han causado una fundada inquietud en una parte muy significativa de los chilenos. Su actuar mismo ha estado, en el mejor de los casos, al filo de la legalidad, y los chilenos de cualquier color político sabemos que ha apostado muy fuerte en esta partida. Un pronunciamiento negativo de la ciudadanía producirá confusión en sus filas, y la presencia de socialistas como usted puede aportar un mínimo de orden.
Muchos opositores se frotan las manos ante la posibilidad de darle una lección de realidad al Frente Amplio, pero un gobierno en desbandada no le hace bien al país. Todavía quedan tres años y medio. Es muchísimo tiempo y cabe la posibilidad de que el Presidente decida hacer cambios importantes, en la línea de resucitar al Boric de la segunda vuelta, ese que obtuvo el apoyo ciudadano y que hace tiempo que está sepultado en algún rincón de nuestra larga geografía, o perdido en el follaje de algún árbol frondoso. Si ese Boric resucita, necesitará apoyo, ¿y quién puede prestárselo, sino la experiencia de los socialistas?
Sería notable que el mismo partido que con sus locuras extremistas hundió a Salvador Allende viniera a aportar la sensatez y el sentido del bien común que este proyecto frenteamplista tanto necesita.
En este caso, tal como durante la Unidad Popular, se produciría una fuerte pugna con los comunistas, pero estaría invertida, porque los que hoy miran a Cuba o a Nicaragua son los comunistas, mientras que los socialistas, al menos un buen número de ellos, miran a las socialdemocracias europeas. Saben que otro camino conduce al despeñadero.