Nuevo "encuentro de dos mundos"
El mundo político y parte de la comunidad han mostrado reparos a conceptos como plurinacionalidad y sistema de justicia indígena. Más allá de las interpretaciones de la propuesta constitucional, hay un asunto sociológico que nadie supo atender.
Los partidos oficialistas entregaron una propuesta de reformas a la propuesta de la nueva Constitución como parte del "Aprobar para reformar" y en medio de encuestas que, con mayor o menor porcentaje, dan el triunfo al Rechazo. El punto I se denomina "Plurinacionalidad" y es la muestra de que este concepto con otros relacionados con el indigenismo, han sido controversiales y de complicado entendimiento para la ciudadanía. ¿Habrá justicia paralela? ¿Chile quedará dividido? son parte de las preguntas.
No estaremos ante un sistema judicial aparte, dado que el sistema judicial indígena se subordina a la Corte Suprema, y no ocurriría por ejemplo que pueblos originarios quieran anexarse a otro país. Sin embargo, es entendible que ciertos conceptos sean vistos con reticencia, especialmente cuando hablamos de un sistema nuevo con actores que son reconocidos por la Constitución con una serie de derechos, como no lo hizo la Carta Magna de 1980.
Pero más allá de las interpretaciones al texto, lo que se vive en la actualidad forma parte de un proceso sociológico que nadie supo atender.
Lo que pasó con esta propuesta constituyente es una especie de nuevo "encuentro de dos mundos" -guardando las proporciones de lo que se conmemora el 12 de octubre-. En todo el proceso se denotó un desconocimiento entre lo "nacional" y lo "indígena", lo que terminó poniendo una barrera entre "los unos y los otros".
Para el ciudadano de la zona urbana es ajeno lo que pasa con los conflictos y necesidades de los pueblos originarios insertos en la ruralidad y, por ende, es bien difícil entender esto de los derechos y menos que ciertos grupo acepten los llamados "privilegios".
La clase política no supo amortiguar estos impactos en todo este proceso. Se partió de la base que los pueblos originarios debían ser reconocidos en una nueva Carta Magna -lo que es aceptado de forma transversal desde izquierda a derecha- y se entregaron escaños reservados para tener una Convención representativa, pero jamás se estableció un proceso de entendimiento y comprensión adecuado. Por decirlo de alguna forma se puso la carreta sobre los bueyes o si se pudiera definir más coloquialmente se jugó un partido sin una preparación adecuada, lo que termina inevitablemente en derrota.
Y es que en la práctica lo que pasó es que parte de la ciudadanía abierta a los cambios constitucionales (esa que le dio un 78,27% al Apruebo), recibió con impacto o schock ciertos conceptos tanto en la elaboración del texto como los que se dicen actualmente. El ex convencional Eric Chinga, en el marco del debate por la restitución de tierras, pidió revisar zonas diaguitas desde Atacama al Mapocho, lo que claramente puede ser chocante para las personas, aunque ciertamente es una petición y bajo ningún caso se le está asegurando que suceda.
La propuesta del oficialismo de establecer ciertos parámetros de plurinacionalidad parece correcta para evitar interpretaciones y que permita aunar ciertos criterios, como también acercar esta especie de "dos mundos" que hace mucho tiempo debieron estar más cerca.