La violencia escolar es una situación compleja, un fenómeno que traspasa los muros de los establecimientos educaciones y que afecta peligrosamente la salud mental y física de los distintos integrantes de las comunidades educativas.
Tras dos años de clases virtuales y casi nula presencialidad, este fenómeno pareció escalar, sobre todo a principio de este año, donde se dio cuenta de una serie de hechos que hasta se viralizaron a través de las redes sociales. Lamentablemente, Atacama no se mantuvo ajena a esta realidad y en más de una ocasión planteles de Chañaral, Copiapó, Caldera y Vallenar protagonizaron casos que exigieron la máxima atención de las autoridades, incluso a nivel central.
Vale preguntarse, entonces, cuál ha sido el trabajo desarrollado en materia de convivencia escolar y cómo se abordará el tema tras el retorno a clases, sobre todo luego del prolongado receso de vacaciones de invierno.
De acuerdo a cifras aportadas por la Fundación Impulso Docente, durante el primer semestre a nivel nacional ingresaron a la Superintendencia de Educación 4.712 denuncias por mala convivencia escolar. La misma institución reveló que, de ese total, 59 (de las 82 denuncias registradas en nuestra región) correspondían a maltrato entre estudiantes.
Otros datos que no dejan de llamar la atención, es que a nivel local también se reportaron 4 denuncias por discriminación en las aulas, otras 3 por medidas disciplinarias, 11 por situaciones de connotación sexual e incluso 5 por casos de maltrato a miembros adultos de la comunidad educativa.
Junto con redoblar los esfuerzos para detectar estas situaciones y promover los espacios para promover la sana convivencia entre los estudiantes, parece clave involucrar y comprometer a las familias sobre la promoción del respeto y la tolerancia, especialmente si se considera el polarizado momento que vive el país. Si los adultos no son capaces de escuchar y valorar la opinión de un tercero, difícilmente podrán transmitir esos valores a hijos, pupilos o alumnos.
Una sana convivencia escolar necesita la colaboración de todos, de manera transversal, de lo contrario se corre el riesgo que las dinámicas y las teorías terminen por desvanecerse y no se experimenten donde efectivamente importan: en la realidad.
todos aportan