Correo
Vacaciones de invierno
Señor director: Ante el anuncio del Ministerio de Salud y de Educación de adelantar y extender las vacaciones de invierno para todos los colegios, liceos e instituciones de nivel preescolar debido al contexto sanitario y colapso de camas UCI pediátricas, parece, a primera vista, la medida más pertinente y responsable. Las autoridades invitan a la población a comprender las medidas y la importancia de seguir cuidándonos entre todos.
Por otro lado, la frase utilizada por el presidente Gabriel Boric tras ser electo, y con la que fijó su política educacional frente al covid-19: "los colegios deben ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir", hoy resulta lejana. El sostener y poner la vida en el centro, sobre todo cuando se trata de los más pequeños de nuestra sociedad, sin duda debiera ser una tarea de "todos y todas". El tema es que no lo es.
Podríamos llenar de cifras esta reflexión y citar los datos duros existentes para fundamentar este punto. Cuando se trata del trabajo de cuidado, es la población femenina de nuestro país, ya sean madres, abuelas y otras mujeres las que ejercen los roles de cuidado. La pandemia puso este tema en el centro de las preocupaciones y evidenció el cómo el cuidar la vida y el cuidarnos, adoptando medidas de confinamiento, suspensión de clases y aislamiento físico en los hogares, tuvo un enorme impacto negativo en las tasa de ocupación laboral, afectación de la salud mental y aumento de violencia de género en la población femenina. Siendo las mujeres las más afectadas.
Creemos que no es correcto decir, desde lo público y privado, que el cuidado de la vida en periodos de crisis como la que estamos viviendo, es asumida por todos por igual. Cuando se trata de cuidar la vida y se toman estas medidas sin involucrar acciones interministeriales, los costos de estas decisiones siguen recayendo solo en "algunas" y la crisis colectiva nuevamente se resuelve de forma privada y sin perspectiva integral de política de cuidado y de género. Implementar medidas para cuidar la vida requiere de una perspectiva de género interseccional de políticas públicas que nos permitan construir espacios laborales, educacionales, domésticos, institucionales y, en definitiva, una sociedad que pone la vida y el cuidado de todas y todos en el centro de nuestra labor.
Francisca Valdés y Carolina Eterovic, directoras de Mujeres Empresarias
Día Mundial contra la Desirtificación I
Este 17 de junio nos convoca un nuevo Día Mundial de Lucha contra la Desertificación. En nuestra Región de Atacama, este tema nos ocupa diariamente en la entrega de agua potable de calidad en uno de los desiertos más áridos del mundo, pero donde, gracias al esfuerzo y compromiso de Nueva Atacama, tenemos buenas noticias. Hoy, estamos entregando la mejor agua de la historia en nuestras ciudades, asegurando calidad y continuidad de servicio. Además, contamos con la operación de la Planta Desaladora que suministra agua a Copiapó, Chañaral, Tierra Amarilla y Caldera, haciendo a estas ciudades más resilientes frente al cambio climático.
La desalinización es una tecnología confiable, conocida y de características incomparables a las fuentes continentales, en cuanto a asegurar la continuidad del servicio. Hoy es una realidad producir agua del mar y en las cantidades que uno determine, porque hay una fuente alternativa abundante, por lo anterior, en nuestras ciudades de extrema estrechez hídrica, la desalinización es una garantía de suministro de agua potable.
Independiente de la condición hidrogeográfica donde suministramos agua potable y saneamiento, en Nueva Atacama contamos con el conocimiento y manejo tecnológico para avanzar en nuevos y mayores estándares de calidad, en caso de que así lo requiera la autoridad. Continuaremos trabajando, desde el desierto más árido del mundo, en aportar a la economía circular, utilizando energías renovables y abriendo oportunidades de desarrollo para las comunidades.
Sergio Fuentes F., gerente regional Nueva Atacama
Día Mundial contra la Desirtificación II
Chile se está secando y no hay vuelta atrás. Los niveles de agua acumulada en los embalses de la zona central del país están muy bajos en comparación a sus índices normales y las precipitaciones y nieve caída son cada vez menores, provocando que en algunas localidades se lleve a cabo el tan temido racionamiento de agua, realidad que se podría extender en muchas regiones de Chile incluyendo Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana.
Este escenario obliga a buscar nuevas fuentes hídricas, y la desalinización es sin duda una tecnología reconocida y probada a nivel mundial, con ejemplos tanto en Chile como el mundo que prueban que no sólo pueden ser eficientes, sino también amigables con el medioambiente.
Es necesario entender que el tiempo se está agotando, y cada día que pasa la situación se hace más crítica, por lo que será crucial la posición que tomen tanto las autoridades en la toma de decisiones, como las empresas en la colaboración que presten desde su vereda.
Joan Leal, fundador Oceanus Chile
Rabia
Desde hace ya un tiempo, la rabia ha venido permeando todas las capas de la sociedad. Lo vemos en los improperios escuchados en las calles, en la falta de tolerancia, en las redes sociales, en los discursos públicos e incluso en los convencionales. Y es muy complejo abordar los desafíos de un país cuando sus integrantes sienten esa emoción.
Martha Nussbaum, en un fantástico libro sobre el tema, nos dice que lo que es esencial en la rabia es el deseo futuro de sufrimiento al agente que la causa, un deseo de que tal agente esté mal, generando así un sentido de retribución. Aristóteles va en la misma dirección, añadiendo la idea de que la causa de la rabia es un menosprecio imaginado realizado por personas que no tienen razones legítimas de menospreciarnos.
Esa vulneración del valor propio, que es posiblemente lo que está detrás de la noción de dignidad, ha traído un efecto problemático: exteriorizar la rabia buscando el sufrimiento del otro por el solo hecho de causarlo. Pero al hacerlo, no se elimina el mal que dicho agente ya cometió. En consecuencia, el mal termina multiplicándose. De ahí que filósofas como Agnes Callard concluyan que la rabia no es justa ya que no se traduce en un esfuerzo por resolver un problema. Lo crucial, entonces, es comenzar por ese reconocimiento, para reparar y, finalmente, perdonar.
El país requiere pasar de la rabia a la reparación y al perdón. No será posible la construcción de un proyecto común si aquello compartido sigue permanentemente roto.
Guido Larson Bosco, director Instituto de Humanidades U. del Desarrollo