El ataque de una turba de estudiantes a distintos establecimientos educacionales de Copiapó dejó destrozos a la propiedad pública y privada, incluido un automóvil, y mostró que en los establecimientos locales no hay ningún tipo de protocolo para enfrentar estos hechos. La realidad prepandemia indicaba que estas agresiones no eran usuales y, por ende, no se vislumbraba que el regreso a clases debía estar acompañado de un plan claro de acción en caso de la intromisión de externos que causaran desórdenes o ataques.
Pero ya con las "cartas en la mesa" parece preciso contar con un protocolo acertado que dé los pasos a seguir para que profesores, inspectores y funcionarios enfrenten a quiénes están destrozando el recinto o estén atacando a personas, y evitar que cada trabajador haga lo que se le ocurra en el momento, por el bien de ellos y para evitar situaciones más graves.
Junto a esto es importante identificar los lugares más seguros de los establecimientos y evitar accidentes que pueden ocurrir en el fragor de los incidentes.
Además, es importante saber cómo dar contención a los más afectados y hacer un seguimiento de ellos, dado que no se puede pensar que la situación quedó en lo que pasó en el establecimiento, sino que pueden desarrollarse efectos del trauma vivido.
La autoridad debe dar ese paso y con altura de miras. No se puede pensar que estamos viviendo una coyuntura y que son ataques puntuales, sino que elaborar un diagnóstico más profundo que incluya la idea de que se pueden repetir por un asunto muy simple: ya traspasaron la línea y es probable que en afanes que no se entienden, se recurra nuevamente a la violencia.
Junto a esto, es preciso el contacto directo entre autoridades de los establecimientos con Carabineros. Ayer trascendió que se pedirían funcionarios de punto fijo, pero eso en la práctica no funciona, pero sí es más acertado que haya una comunicación más fluida.
Llama la atención que ayer pese a los llamados constantes no hayan llegado carabineros y que durante más de una hora turba hizo lo que quiso. Quizás no había carabineros para el procedimiento dado que estaban en otras funciones, pero ¿qué hacemos con la pasividad del SLEP Atacama, que está a pasos de la Segunda Comisaría? ¿hubo algún funcionario que se haya apersonado al sitio para ser puente con docentes y funcionarios de los recintos? Ayer mismo una movilización de pobladores de Domeyko en la Ruta 5 Norte, se destrabó con una autoridad presente como el delegado Rodrigo Loyola, cosa que no ocurrió en Copiapó en el plano educacional. No es tan difícil establecer puentes, incluso al fragor de una protesta.