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Análisis y solución inmediata a conflicto

Las relaciones interpersonales quedaron en pausa por la pandemia y retomarlas en su armonía es un proceso que requiere compromisos. Son las autoridades al igual que los padres y apoderados quienes deben liderar la forma de reconducir las relaciones entre los estudiantes y retomar la paz y tranquilidad en los colegios.
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El retorno a la presencialidad en los colegios trajo consigo un problema que algunos especialistas se atrevían a anticipar y que es el deterioro de las relaciones interpersonales, humanas en un grupo en desarrollo que es el de los estudiantes. Si antes nos preocupaban hoy debemos estar aún más conscientes que este grupo etario requiere de la máxima atención para que vuelvan a relacionarse de manera armónica con sus compañeros y profesores.

Lo que ocurre en los colegios no es más que el reflejo de nuestra sociedad que desestima la autoridad y legitima la violencia como un medio válido de relacionarse.

Claramente los casi dos años de restricciones sanitarias con extensos confinamientos minaron la salud mental de los chilenos. Somos menos tolerantes, buscamos imponer nuestras ideas e impulsamos medidas de fuerza en desmedro de las vías pacíficas.

Por ello, cuando conocemos por redes sociales de amenazas de balaceras y ataques entre alumnos de las escuelas del país y la región entendemos el nivel de agresividad existente.

Cuando normalizamos la violencia los más jóvenes, aquellos personas que se están formando, lo asumen como una opción válida. Sienten que pueden amedrentar, amenazar y atacar como parte de un proceso existente para resolver problemas o como demostración de fuerza.

Cuando llegamos a ese nivel es momento de poner un freno. Analizar la realidad y procurar soluciones inmediatas que sirvan para evitar incidentes lamentables.

Son las autoridades al igual que los padres y apoderados quienes deben liderar la forma de reconducir las relaciones entre los estudiantes. Buscar las asesoría e idear un plan de convivencia escolar que apunte a retomar la paz y tranquilidad en los colegios.

Obviamente, tenemos que poner atención a la salud mental de los menores y cómo están canalizando sus deseos, inquietudes y frustraciones. Desde ese análisis partir con el plan que atienda esas dificultades, empodere a los profesores y autoridades, quienes deben señalar el camino a seguir sin olvidar la imprescindible misión que tienen los padres en esa guía.

Asumamos la responsabilidad de nuestras acciones

Rodrigo Rojas Veas , Rector UST Copiapó
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Estamos inmersos en un ciclo de gran complejidad. La guerra desatada por Rusia que ha significado la invasión de Ucrania impone un escenario bélico en Europa inédito desde mediados del siglo XX, el que no solo afecta a dicha región, sino que sus impactos son mundiales como podemos constatar con la inflación que se ha convertido ya en uno de los principales problemas presente en todo el orbe. En nuestra vecindad, las crisis de los países son la tónica, aumentando la inestabilidad social y política con el consiguiente efecto nocivo sobre la calidad de vida de la población cuya mayor expresión es el incremento de la pobreza en importantes segmentos que en los años precedentes a la pandemia habían conseguido mejorar sus condiciones. Así, grupos importantes de la población se habían establecido en los denominados sectores medios, pero con una situación latente de vulnerabilidad y riesgo de retroceder producto de su baja calificación educacional y de la precariedad de los empleos a los que accedían, ahora se ven afectados perdiendo lo que habían logrado en años de esfuerzo. Por otra parte, la inseguridad y el aumento de los niveles de violencia se han consolidado como parte de la cotidianeidad, con especial afectación de los sectores más deprivados, convirtiéndose en otro fenómeno de difícil afrontamiento y resolución para los Estados y los gobiernos que arriesgan transformarse en artefactos fallidos, cuestionando a los sistemas democráticos que han permitido el progreso gradual y los avances civilizatorios que hemos conocido en las últimas décadas.

Una suma de factores negativos que llevara tiempo controlar y mitigar.

En este marco, las relaciones sociales en diversas Instituciones y espacios se ven resentidas, imposibilitadas de restarse del ambiente en la que se desenvuelven. El sistema escolar, espacio privilegiado para la socialización y la convivencia, ha sido testigo de hechos de gran resonancia por su violencia y por la repetición de agresiones entre pares, a los profesores y al entorno y a los mismos establecimientos. La recurrente frase "La Escuela es una expresión de la sociedad en que vivimos" ha adquirido sentido, explicando los orígenes de las conductas anómicas y refractarias, ante las que muchas veces carecemos de la capacidad de entenderlas y de aplicar maneras efectivas de enfrentarlas.

La pulsión es reclamar al Estado y a las unidades educacionales la respuesta a un fenómeno de enorme complejidad, desplazando así la responsabilidad social que tienen los individuos y las familias como agentes insustituibles para la resolución de este y otros fenómenos.

Parafraseando, podríamos decir "La solución de la violencia escolar vendrá de los alumnos y alumnas con apoyo de sus familias y con la orientación de sus establecimientos y de las Instituciones o no vendrá"…

El Rechazo defiende la propiedad privada

Patricio Urquieta , Ex delegado presidencial de Atacama
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Todos los chilenos queremos progresar. La gente quiere más prosperidad, más seguridad, y un mejor futuro para sus hijos, partiendo de lo ya construido. La mayoría creyó que la manera de lograrlo sería optar por una nueva Constitución, hecha por una convención constitucional (CC) sin políticos tradicionales y con ideas nuevas, para construir la casa de todos. El problema de la casa - dijeron - era "el sistema".

Sin embargo, las preocupaciones de la CC están lejos del progreso que quiere la gente, pero cerca de un nuevo sistema. La mayoría de los integrantes de la convención constituyente son de izquierda o extrema izquierda (comunistas y neocomunistas), que priorizaron destruir nuestra historia republicana y las instituciones que nos han acompañado desde el origen, a fin de terminar con el Chile que conocemos (o desconocemos como dijo Frei Montalva), desdibujando nuestra identidad nacional, nuestra libertad y la propiedad privada, para convertirnos en un "territorio diverso", es decir un país dividido y con privilegios inmerecidos para unos pocos. Ese es el diseño estructural de "la casa de todos" bajo el nuevo sistema. Nada de ideas nuevas. Todo lo contrario, las mismas por las que fracasan los países en Latinoamérica.

La CC amenaza un pilar fundamental de la sociedad chilena: la propiedad privada. Y de paso, destruye lo que usted cree seguro: Que su esfuerzo será recompensado, que el fruto de aquel le pertenece a usted, y que al morir quedará para sus hijos.

Las consecuencias de esta amenaza cruzan las fronteras de la sociología, el derecho, la economía, y la filosofía, y responden a un plan de la izquierda radical que quiere destruir la propiedad privada, nuestra identidad nacional, y en último término la individualidad del ser humano.

No se construye una casa. La Convención construye el camino al precipicio. El mismo camino que tiene de rodillas a las personas en diversos países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, Ecuador o Argentina, y que se convierte en el combustible de la migración ilegal.

Esperar el resultado del trabajo de la convención para opinar (conociendo la arquitectura de la supuesta casa) es una ingenuidad. Si el plebiscito fuera hoy, elijo rechazar.