En nuestra vida cotidiana, en el hogar, el agua se necesita para procesos de higienización, preparar alimentos y otros servicios. Se calcula que en promedio una persona ocupa diariamente entre 125 a 200 litros de agua y 3000 litros de agua solo para su alimentación (Gobierno de Chile, 2015).
La denominada huella hídrica se define como el volumen total de agua dulce que se utiliza directa o indirectamente para producir un bien (Hoekstra et al., 2009). Según la FAO, el agua que se necesita para tener un tomate en su mesa son 13 litros, para una manzana 70 litros, para una lechuga 13 litros. Los productos cárneos presentan mayores huellas hídricas, por ejemplo, para la producción de un huevo se requieren 200 litros de agua y para 300 gramos de pollo se utilizan en toda la cadena productiva un promedio de 1.170 litros. Según esto, los sectores con más recursos serían usuarios relativamente derrochadores de agua en contraste con sectores de menores recursos, no solamente en relación con el consumo de agua para servicios, sino por el menor gasto asociado a su alimentación. El uso del agua se relaciona con el crecimiento poblacional y también al nivel de desarrollo y prosperidad. Un informe del SISS en octubre del 2021 muestra un aumento del consumo de agua a nivel nacional del 8,6% respecto del mismo mes del año anterior como consecuencia de la recuperación de las actividades productivas.
Especial atención merecen los campamentos, en Atacama el número de estos asentamientos aumentaron de 73 a 99 entre los años 2019 a 2021 (Techo para Chile, 2021). Antes de la pandemia, el abastecimiento de agua mediante camiones aljibes alcanzaba para estos sectores un total de 45 mil litros de agua potable por día, debiendo ser duplicado a causa de la pandemia a mediados del 2020 (Municipalidad de Copiapó, 2020). A pesar de los esfuerzos, ya se han comenzado a presentar afecciones gástricas debido a insuficiente disponibilidad de agua e inadecuado almacenamiento en los campamentos, con malas prácticas de higiene en el hogar, incluyendo el lavado y sanitización de los alimentos, la higiene personal y eliminación de residuos asociada a la falta de agua. Esta situación ha sido ampliamente estudiada por la OMS, aprovechando la experiencia de países donde la sequía esta instalada desde hace tiempo.
El bienestar de todos los habitantes de la región depende del agua, esta es necesaria para contar con alimentos sanos, cubrir necesidades higiénicas, facilitar la eliminación de desechos, desarrollar actividades productivas y recreativas. Nuestra dependencia con este elemento es total, es una molécula muy simple, H2O, pero responsable de nuestra sobrevivencia.
Mg. Lorena Peña Silva
Académico Dpto. de Nutrición y Dietética - Facultad de Ciencias de la Salud