Anuncio de la naturaleza en cuenca del Salado
El 2019 escribí un poema que vaticinó el galope que hoy se vio retratado en esa inusual tormenta de arena de decenas metros de altura.
Iba a escribir un comentario en homenaje a las víctimas del aluvión acaecido el 25 de marzo del 2015, con el fin de rememorar el catastrófico suceso que asoló a comunidades de las tres provincias de la región de Atacama, lo que se recordará con aflicción esta semana. Cambié de opinión, porque me sorprendió de nuevo la mecánica que regula el comportamiento de fenómenos climáticos en el territorio cordillerano y depresión central, puntualizado con lo que ocurrió hace unos días en la provincia de Chañaral, en donde hubo precipitaciones, granizo y activación de quebradas en Inca de Oro, con bajadas de aguas que provocaron daños en la localidad. Además, la gigantesca tormenta de polvo que oscureció a Diego de Almagro por varios minutos; y la lluvia, relámpagos y granizo en El Salvador. Lo sorprendente, es que todo aconteció en un limitado espacio geográfico, -lloviendo fuerte en Inca de Oro, pero no en Diego de Almagro-, lo cual enseña que aún tenemos mucho que aprender de la naturaleza.
La señal premonitoria dada por la Pachamama a los responsables de encauzar y atender las demandas de la población en la cuenca del Salado, es nítida. Las aguas aluviales bajaron hacia Inca de Oro y drenaron hacia la quebrada de Chañarcito. Luego, dichas aguas desembocaron en la cuenca del Salado, yéndose en dirección a la costa. Es lo que ocurrió en Chañaral y también en Pan de Azúcar, sin mayores consecuencias, debido a que el caudal de aguas era mucho menor que los aluviones anteriores, pero el aviso que entregó el sistema hidrológico en el tejido andino hay que tenerlo muy presente.
El 2019 escribí un poema que vaticinó el galope que hoy se vio retratado en esa inusual tormenta de arena de decenas metros de altura. En los últimos versos indico: "Los años han pasado y el olvido todavía llora por las calles. En la fangosa bahía el insondable guanaco, -que desafió a la perversa muerte-, mira hacia la hondonada. Quizás presiente los tétricos cascos de la desbocada yegua que se apronta para otro galope".
Con visión se auguró la apocalíptica cabalgata de polvo que esta vez se detuvo en Pueblo Hundido, avisándose del futuro aluvión.
Omar Monroy
Escritor e historiador regional