Solo restan cuatro meses para dar fin a este histórico proceso constituyente y para nadie es un secreto que estamos trabajando en contra del tiempo. El Acuerdo por la Paz que surgió en medio de las intensas protestas del estallido social y que dio el puntapié de este proceso, tenía como afán principal el destrabar esa crisis, pero cuesta creer que haya tenido como un real objetivo el cambiar la Constitución. El supra quórum de dos tercios y los nueve meses, más los tres que se podrían adicionar (en total un año) para dar término al proceso, son pruebas de ello. Producto de ese acotado tiempo es que llevamos meses trabajando en intensas jornadas, que a ratos parecen interminables.
Pero esta vorágine que hemos llevado adelante los y las constituyentes durante los últimos ocho meses -y que seguirá hasta julio-, ha sido opacada por las visiones que al interior de la Convención Constitucional son minoría y por ello optan por la difamación y por hacer temblar el proceso. Desde la estridente convencional Teresa Marinovich hasta uno de los más dialogantes de la derecha como Cristian Monckeberg.
Esta nueva Constitución será un hito porque se redactó de manera democrática, no sólo porque nos eligieron a los y las convencionales a través del voto popular, sino por su proceso de participación inédito que aún no culmina.
Semanas territoriales, presentaciones de audiencias públicas, presentación de iniciativas populares de norma, apoyo a esas iniciativas populares con firmas ciudadanas, consulta indígena y el posterior plebiscito de cierre.
Hemos sido testigos de la inclusión de los pueblos originarios y de las disidencias sexuales, en la toma de decisión. Vimos a los profesores/as, abogados/as, artistas, médicos/as y ciudadanos/as comunes, tomando el espacio político que por décadas fue solo privilegio de la élite.
La campaña por el plebiscito de salida ya empezó y debemos jugarnos por entero. La madre de todas las batallas es el cambio de Constitución, por eso no podemos bajar los brazos por más campañas del terror que nos vengan, porque nuestra tarea es alcanzar la dignidad.
Ericka Portilla
Convencional Distrito 4