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EnergÍA

El "sol artificial" surcoreano busca hacer realidad la fusión atómica

ENERGÍA. KSTAR es un dispositivo de investigación de fusión nuclear cuya meta es lograr un nuevo tipo de generación eléctrica. El hito más reciente fue haber mantenido activo un flujo de plasma con los iones a una temperatura de 100 millones de grados por 30 segundos.
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Agencias

KSTAR, el dispositivo de investigación de fusión nuclear surcoreano, continúa batiendo sus propios récords y dando pasos para hacer realidad un nuevo tipo de generación eléctrica que ayude a solventar los desafíos medioambientales y energéticos del mundo.

El hito logrado a final del año pasado resulta difícil de comprender para alguien que no esté familiarizado con la fusión nuclear: el enorme aparato mantuvo activo un flujo de plasma con los iones a una temperatura de 100 millones de grados centígrados durante 30 segundos.

Pero se entiende mejor si se explica que esta temperatura es la que se requiere para replicar en la Tierra lo que sucede dentro de las estrellas.

Ese tipo de condiciones extremas es básicamente lo que KSTAR, que puede definirse como un "sol artificial", trata de ir recreando de cara a que en el futuro el programa multinacional ITER pueda ejecutar el mismo proceso por el cual el sol produce y libera ingentes cantidades de energía.

Además de por Corea del Sur, ITER, que será un "sol artificial" más complejo y 27 veces más grande que KSTAR cuando se termine su construcción en el sur de Francia, está integrado por la Unión Europea, China, Estados Unidos, Rusia, India, Japón, Suiza y Reino Unido y comenzará operaciones en 2025.

Camino hacia la fusión

"La energía de fusión es más que un sueño", explicó Yoo Suk-jae, presidente del Instituto de Energía de Fusión de Corea (KFE), responsable de KSTAR en su sede de Daejeon, a 130 kilómetros al sur de Seúl.

"El momento crucial puede llegar en 2035, cuando ITER podría comenzar a generar fusión de manera autosuficiente", añadió Yoo, al repasar el calendario que maneja el sector y que contempla, de tener éxito ITER, la posibilidad de que un reactor de fusión pueda generar electricidad para 2050.

Lo que buscan KSTAR, y por extensión ITER, es que ese posible futuro reactor pueda, mediante un sistema de confinamiento magnético, mantener en estado de plasma dos isótopos del hidrógeno, el deuterio y el tritio, para que sus núcleos puedan fusionarse.

Si esta tecnología se hace realidad, un gramo de deuterio y tritio será capaz de generar el equivalente de lo que produce una decena de toneladas de carbón.

Clave para el "mix"

Yoon Si-woo, vicedirector general del Centro de Investigación KSTAR, cree que la fusión "puede ser un elemento importante en el 'mix' energético del futuro".

La fusión no emite gases a la atmósfera, los residuos radiactivos que genera son ínfimos en comparación con las plantas de fisión nuclear actuales y, como señala Yoon, "el combustible (deuterio y tritio) abunda en el agua marina".

Para hacer realidad este tipo de energía es fundamental, además de crear un circuito de combustible autosuficiente que regenere y recicle el tritio, la estabilización del plasma en la que trabaja KSTAR.

La máquina está alojada en el edificio central del complejo en Daejeon y su cuerpo principal, que aloja los imanes superconductores y la cámara de vacío anular de plasma, mide casi nueve metros de alto y casi nueve de ancho.

Yoon va detallando sus diversos componentes y subraya desafíos como el hecho de que dentro del aparato tengan que funcionar al mismo tiempo los imanes, que tienen que estar "muy, muy fríos" para que haya superconductividad, y la cámara de plasma, que debe estar "muy muy caliente".

"Separados por solo tres o cuatro metros hay una parte que tiene que estar a unos 270 grados centígrados bajo cero y otra que tiene que superar el millón de grados centígrados", detalla.

Lo que viene

Para este año, apunta Yoon, el objetivo de KSTAR es, con una densidad de plasma aún mayor, mantener los iones a 100 millones de grados durante 50 segundos con la vista puesta en aumentar ese lapso a 300 segundos para 2026.

Entre los retos para lograr estas metas está estabilizar aún mejor el flujo de plasma, incrementar la temperatura y la presión del mismo y mejorar la difusión del tremendo calor que emite la máquina con una nueva canalización de tungsteno que se va a instalar pronto.

"Cuando comencé a conocer por primera vez la fusión nuclear mi profesor universitario me dijo: 'va a llevar 30 años desarrollar la fusión'. Y aquí estoy yo ahora, diciendo lo mismo: aún quedarían unas tres décadas", afirma Yoon riendo.

"Pero una cosa ha cambiado. ITER está creciendo rápido. Es un hito importante, y debido al cambio climático va a haber mucho más interés en este campo. Así que permanezcan atentos", sentencia.

Récords complementarios

Consultado por los récords que el reactor experimental EAST de China también batió en 2021, entre ellos operar con los electrones (no los iones) del plasma a 120 millones de grados centígrados durante 101 segundos, Yoon apunta que estos logros son en realidad complementarios para ITER. "Lo de los récords mundiales es algo bueno. Nos motivamos los unos a los otros", explica, señalando que hay una reunión anual entre los dos países para colaborar en materia de fusión por confinamiento magnético.

Arqueólogos prueban que EL cannabis era un alimento básico en la antigua China

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El descubrimiento accidental en el centro de China de la tumba de un soldado de la dinastía Tang (618-907) en la que se encontraron restos de cannabis confirmó que la planta constituía una de las bases de la alimentación de la población en esa época, de acuerdo a un nuevo estudio arqueológico.

El hallazgo, que publica el diario South China Morning Post, prueba que durante ese periodo de máximo auge de la civilización china el cannabis no solo se usaba con fines estimulantes, medicinales y textiles, sino también nutricionales.

La tumba, perteneciente al capitán de caballería Guo Xing, fue localizada en 2019 durante unas obras en el patio de una escuela primaria de Taiyuan (capital de la provincia central de Shanxi) y al haber estado oculta 1.320 años, apareció perfectamente conservada y con pinturas murales, objetos y artefactos intactos.

En una de las vasijas con alimentos básicos de la época se encontraron restos de cannabis, incluyendo algunas semillas que aún mostraban su color original y un tamaño casi el doble de lo habitual.

Los investigadores creen que se trata de Cannabis sativa, una variedad originaria de Asia central con menor concentración de la sustancia psicotrópica tetrahidrocannabinol (THC) que la que tiene la marihuana moderna.

"El cannabis estaba almacenado en una vasija depositada en el ataúd junto con otros granos básicos como el mijo. Es obvio que los descendientes de Guo Xing enterraron el cannabis porque era un alimento importante", explicó Jin Guiyun, profesora de Historia de la Universidad de Shandong y autora del artículo científico en el que se expone el hallazgo.

Según Jin y el resto de los académicos, el cannabis "fue enterrado como comida para el festín y la buena salud" del soldado en el más allá, y la planta podría haber tenido durante el imperio Tang más importancia que el arroz, del que no había trazas en la tumba.

Desde los años 80, los arqueólogos chinos han identificado restos de cannabis en tumbas por todo el país -algunas con más de 6.600 años de antigüedad-, pero consideraban que se empleaba solo con fines rituales para provocar alucinaciones en celebraciones religiosas.

Aunque numerosos textos históricos sugerían que esta planta podría haber sido una importante fuente de alimentación, existía muy poca evidencia arqueológica que respaldara esta teoría.

La presencia de semillas en la tumba confirma asimismo que el cannabis se utilizaba para otros fines además del alimenticio, señala la publicación.

De hecho, los investigadores indican que las cáscaras de las semillas, que contienen niveles más altos de THC, no habían sido eliminadas, lo que puede deberse a que la protegían del moho y prolongaban su conservación, o también al consumo de la cáscara "con fines religiosos y médicos".

El cultivo de cannabis está penado en la China actual, donde la marihuana está prohibida y el tráfico de drogas puede llevar a la pena de muerte.

1.320 años estuvo oculta la tumba del capitán Guo Xing, hallada en 2019 en perfecto estado de conservación y con restos de cannabis.