Nuestro derecho a una vida sin violencias
Para hablar de violencia contra las mujeres podríamos citar todas las cifras que año a año se elaboran, pero basta con nuestra propia experiencia: La violencia es miedo, la violencia es silencio, es soledad, dolor, culpa, la violencia es oscuridad. E injusticia social, económica, jurídica y cultural. Implica una ofensa a nuestra dignidad y una violación a nuestros derechos humanos y libertades fundamentales. Las mujeres sabemos que hablar de violencia implica todo esto y mucho más.
Frente a una nueva fecha de conmemoración del Día de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, los feminismos nos levantamos y luchamos contra todas las violencias que afectan a mujeres, disidencias sexuales y cuerpos feminizados. Algunas de estas violencias se dan en formas más visibles como el acoso callejero y la violencia física, pero bien sabemos que permea toda nuestra vida pues vivimos en una sociedad patriarcal y machista. En este contexto, nos parece pertinente hablar sobre las formas que toman las violencias en la Convención Constitucional y la campaña presidencial, dos temas que marcan la contingencia de esta nueva conmemoración.
Vivir una vida libre de violencia es una condición indispensable para que podamos participar de forma plena e igualitaria en todas las esferas de la sociedad, y por eso, su erradicación es un asunto de interés social. Nuestro derecho a vivir sin violencia y el deber del Estado de prevenir, reparar, sancionar y eliminarla, debe estar consagrado en la nueva carta fundamental. Así se ha hecho en países como Bolivia, Paraguay, Ecuador, entre otros. La Constitución debe asegurar la existencia de una ley que contenga un conjunto robusto de derechos y obligaciones para erradicar las relaciones desiguales de poder fundadas en el género, y así construir una democracia que no violente ni discrimine.
Este estatuto debe hacerse cargo de esta desigualdad estructural para proteger que vivamos libres de violencias y garantizarlo de forma integral. No basta con la igualdad formal, necesitamos fórmulas que permitan la igualdad sustantiva. Necesitamos una paridad que trascienda toda la institucionalidad estatal y privada. Un sistema de cuidados que no haga que estas tareas recaigan en nosotras las mujeres, y que el Estado se haga cargo del derecho a ser cuidado y a cuidar. Creemos que las vivencias de las personas históricamente oprimidas deben ser transversales a todos los articulados y formulaciones que se hagan para que nunca más seamos silenciadas. Lamentablemente, a cuatro meses de la instalación de la convención, hemos visto cómo la violencia ha estado presente en esta misma. Convencionales mujeres han recibido mensajes de odio día a día, agravándose cuando se trata de escaños reservados como la presidenta Elisa Loncon y la machi Francisca Linconao. Las organizaciones feministas nos hemos movilizado contra esto, y desde la Articulación Territorial Feminista Elena Caffarena se ha promovido la firma de un reglamento que garantice la no violencia. Se han visto rayados en los muros en apoyo a estas convencionales, que en poco tiempo, tanto nos han enseñado sobre el buen vivir. La resistencia feminista está presente. Asimismo, ha sido aterrador ver estas mismas apologías a la violencia y a la violación en los dichos de un diputado recién electo. Inclusive, uno de los candidatos presidenciales tiene en su programa la derogación de la ley de aborto en tres causales, la eliminación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género y mayores beneficios para las mujeres casadas. Bajo la lógica de su programa, sólo se observa un retroceso en los derechos de las mujeres y en la democracia misma.
Emilia Cuadros Zenteno y Alejandra Brito Urrutia
Emprendimiento femenino
Según cifras del Ministerio de Economía, las chilenas emprendedoras representan el 38,6% del universo micro, pequeño y mediano empresario (MiPyme), equivalente a 794.852 emprendedoras formalizadas. Pero lamentablemente siguen en desventaja respecto a sus pares: semanalmente las mujeres realizan 18 horas más de trabajo no remunerado, dedicando menos horas a sus emprendimientos. Además, las emprendedoras obtienen en promedio utilidades mensuales de $439.854, casi la mitad que los hombres ($815.513) y se enfrentan a menores oportunidades de financiamiento, falta de formación y acceso a redes.
El liderazgo femenino aporta de manera extraordinaria a las instituciones, empresas y emprendimientos y no debemos masculinizar esa realidad para tener éxito. Al contrario, debemos potenciar sus cualidades y entregar apoyo para bajar las barreras y crear un camino que impulse e incentive los negocios de éstas.
El impulso de la economía estará de la mano de los emprendedores, quienes serán los promotores del trabajo futuro frente las tasas de cesantía que enfrentamos actualmente. Es ahí donde debemos generar mayores espacios y herramientas que permitan fortalecer sus experiencias, incentivar la innovación y crear oportunidades que incentiven la creación de empresas con aporte femenino.
Gabriela Salvador, vicepresidenta Corporación ChileConverge
Autómatas
Me niego a pensar, que después de todo lo visto, escuchado y leído, durante los últimos 30 años en relación al comportamiento de la Familia Política & Asociados en pleno, gran parte de las chilenas y de los chilenos hoy sigan dispuestos a seguir siendo dirigidos como verdaderos autómatas...
Luis Soler