El costo del desinterés
En una región con alta abstención electoral, es necesario no solo incentivar el voto, sino por sobre todo el "voto informado". Solo así mejorará la calidad de la política. Así como la democracia es un derecho, también requiere compromisos. Entre ellos, que la ciudadanía se informe respecto a las propuestas de los candidatos.
Hoy la voz se convierte en voto. Y cada voto vale lo mismo. La democracia es imperfecta, ya lo sabemos, pero es lo mejor que tenemos. La forma que encontró la humanidad para que podamos canalizar nuestras demandas y elegir a nuestros representantes, sin agarrarnos a palos. Porque nos obliga a tratar de convencer de que nuestras razones son las justas y nuestros criterios son los más adecuados, y por lo mismo, dialogar con otros ciudadanos. En ese diálogo nos podemos dar cuenta que el otro también tiene ideas interesantes, formar alianzas y buscar consensos.
La democracia no es solo una competencia por votos, o no debería ser entendida de esa manera. Es un amplio diálogo social entre iguales.
Pero en las últimas elecciones más de la mitad de la población de Atacama ha decidido restarse de ese diálogo.
En las elecciones de mayo de este año, en las que se votó por los convencionales constituyentes, alcaldes, concejales y el nuevo cargo de gobernador regional, sólo sufragó un 36,83% de los habilitados para votar. En el plebiscito de octubre de 2020 lo hizo un 48,08%. En ambos casos, no se alcanzó la barrera del 50% de los habilitados para ejercer su derecho a voto. Ni hablar de la segunda vuelta de gobernadores regionales que apenas alcanzó un 12,66%, siendo solo superado en baja participación por la Región de Antofagasta, que tuvo un 12,21%
Las encuestas previas a la elección de hoy no dan muchas esperanzas sobre que la participación suba en esta ocasión.
Generalmente la excusa para el desinterés es que "son los mismos de siempre" o "hay pocas alternativas". Sobre el primer punto, en esta ocasión hay muchísimos rostros nuevos en todas las papeletas, con un récord de participación de jóvenes, así que no es un argumento sostenible en la realidad. Sobre la segunda afirmación, solo recalcar que así como la democracia es un derecho, también requiere compromisos. Entre ellos, que la ciudadanía se informe respecto a las propuestas de los candidatos, analice si son factibles, y también revise la historia del postulante (si ha estado involucrado en actuaciones cuestionables, si ha cumplido anteriormente lo prometido, si en sus negocios privados se maneja con ética, etc).
Con participaciones electorales bajas, pero sobre todo con voto poco informado, es muy difícil que la calidad de la política mejore. El costo del desinterés es que los peores lleguen a dirigirnos.