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Cuarentenas y violencia contra la mujer

Camila Tapia Morales , Directora Regional de SernamEG
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La violencia en contra de las mujeres, es una de las violaciones a los derechos humanos más comunes que vivimos día a día en nuestra sociedad, incluso antes de que existiera el Covid-19 y las mujeres tuvieran que estar confinadas con sus agresores en cuarentenas preventivas. Esta problemática es una de los que más preocupa y ocupa a las organizaciones que trabajamos en torno al fortalecimiento de las autonomías de las mujeres, generando estrategias para su erradicación.

Con el avance que ha tenido en todo el mundo la pandemia, hemos evidenciado como las mujeres se han visto afectadas de distintas maneras; retroceso en más de 10 años en participación laboral en Chile, falta de espacios de comercialización para sus emprendimientos, afectaciones a la salud mental, acceso a salud sexual y reproductiva, situaciones de violencia de pareja, entre otras.

Llevamos más de un año viviendo en "modo pandemia", entrando y saliendo de cuarentenas en nuestra región y país, y uno de los temas que más nos ha preocupado como SernamEG y Ministerio de la Mujer, son las situaciones de violencia que están viviendo las mujeres en pandemia.

Efectivamente, revisando cifras regionales, en relación con las denuncias que tiene Carabineros respecto a violencia intrafamiliar que afectan a mujeres, los datos a nivel regional comparando 2019 con 2020, evidenciamos una disminución. La única comuna que mostró un aumento, fue Freirina, donde se dobló la cantidad de denuncias de un año a otro.

Como SernamEG, la realidad ha sido distinta, primero hemos tenido un aumento de casi el doble de llamadas al fono 1455 en nuestra región, derivaciones que son canalizadas a nuestros Centros de la Mujer, los que el año pasado realizaron más de doble de OI (Orientaciones e Informaciones) a mujeres de la región, comparando cifras del 2019 con 2020.

La dirección regional de SernamEG Atacama, se ha mantenido funcionando sin interrupción y actualmente nuestros 3 Centros de la Mujer se encuentran funcionando hasta las 14.00 horas con turno ético presencial, dado las cuarentenas.

Además, nuestro Fono de Orientación el 1455 funciona las 24 horas los 7 días de la semana y contamos con modalidades de contacto silenciosa, en la modalidad de chat, en la pagina web del nuestro servicio www.sernameg.gob.cl y el WhatsApp +56 9 9700 7000.

La amenaza de la deserción escolar

Silvia Álvarez Matthews , Seremi de Educación
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La deserción se convirtió en una gran amenaza para nuestros niños, niñas y jóvenes, impacto en el sistema escolar como resultado de la prolongada suspensión de clases presenciales en todo el mundo a consecuencia de la pandemia.

Si bien la cifra es menor a las peores proyecciones efectuadas por el ministerio el año pasado, miles de niños, niñas y jóvenes que por diferentes motivos dejaron de asistir a clases. El 2019, en Chile existían más de 186 mil menores y jóvenes de entre 5 y 21 años que abandonaron el sistema escolar, y este año otros 39.498 niños y niñas no se matricularon en ningún establecimiento.

Para mitigar estos índices como Ministerio hemos implementado diversas medidas como el Sistema de Alerta Temprana (SAT), Herramienta de Gestión de Contacto, envío de mensajes de texto y WhatsApp a los apoderados para lograr retener y reinsertar a los estudiantes que se encuentran fuera del sistema escolar.

Atacama no está ajena a esta realidad. Hasta el año pasado existían más mil menores y jóvenes que desertaron del sistema escolar, y este año 590 no se matricularon en ningún establecimiento, de los cuales un 53,3% (314) son hombres y un 46,7% (276) mujeres. En tanto, el nivel educativo con mayor índice de abandono escolar es 1° medio (142).

Llama la atención la diferencia en las tasas de deserción entre nivel parvulario y 1° básico, lo que puede explicarse con que este último es obligatorio. A nivel nacional, los índices de abandono del sistema escolar en kínder aumentaron en los últimos dos años en un 130%.

El año pasado Atacama registró un total de 67 niños y niñas que desertaron en kínder, cifra que este año ya va en 50 párvulos que no fueron matriculados, cifras que son muy preocupantes considerando la importancia de este nivel educativo para el desarrollo de nuestros niños y para nivelar las brechas de los aprendizajes.

Hemos redoblado los esfuerzos para retener y reinsertar a quienes por diversas razones están fuera del sistema escolar. El desafío que debemos enfrentar trabajando en forma coordinada como comunidad educativa, es cómo somos capaces de reincorporar a esos niños, niñas y jóvenes para que la deserción deje de ser una amenaza latente para su futuro.

Salud mental amenazada

Un estudio alertó que Chile es el país donde más empeoró la salud mental entre 30 naciones medidas. El 56% se siente afectado emocionalmente. La salud mental, como la física, es frágil. Y tal como un resfrío mal cuidado nos puede enviar al hospital, el estrés, la angustia o el cansancio emocional nos puede conducir a enfermedades más complejas.
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Hablar de salud mental se convierte en una necesidad cada vez más elemental, sobre todo en un país donde aún existe cierta resistencia a asumir que en algún momento de nuestras vidas, o bajo ciertas circunstancias, todos podemos requerir consejo, orientación o incluso tratamiento.

La pandemia ha agudizado esta necesidad. Estrés, angustia, depresión, temor e incertidumbre son sentimientos que se repiten y que si no se manejan oportunamente, pueden dar lugar a ciertas manifestaciones de las cuales conviene ocuparse.

Un informe de la consultora Ipsos conocido esta semana indica que Chile es el país de América Latina en que más empeoró la salud mental desde el comienzo de la pandemia y el segundo en el mundo en este mismo ranking, sólo detrás de Turquía.

En el detalle, el 56% de los chilenos considera que su salud mental y emocional se ha deteriorado desde el inicio de la crisis sanitaria. La marca se sitúa 11 puntos porcentuales por encima del promedio del estudio (45%), que incluye el análisis de la salud mental en 30 países de los cinco continentes.

Hay que considerar que antes de la pandemia, Chile ya era uno de los países de la región con peor salud mental y, además, uno de los que menos presupuesto destinaba a esta materia.

Por eso el resultado no debiera sorprendernos.

La salud mental, como la física, es frágil. Y tal como un resfrío mal cuidado nos puede enviar al hospital, el estrés, la angustia o el cansancio emocional nos puede conducir a enfermedades complejas.

La depresión es una de ellas. La Encuesta Nacional de Salud Pública 2019 estimó que el 6% de los chilenos tuvo o tenía depresión, y sólo una mínima proporción consultó o buscó apoyo para superarla.

Se ha dicho varias veces, pero es una obligación insistir. La salud mental de los chilenos está amenazada y ese es un desafío que debe movilizar esfuerzos tanto individuales, como familiares e institucionales.

Usando el mismo ejemplo anterior, un resfrío bien tratado será un malestar pasajero; una emoción límite o desagradable, también puede serlo, si existe el apoyo y la voluntad de buscar esa ayuda.