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A un año de la pandemia en Atacama

Imagínese usted si hubiéramos seguido las recetas de algunas "voces" de oposición: ¡cuarentena total!, ¡lockdown!, o ¡Hibernación! hasta que se derrote la pandemia. Basta ver qué ocurrió en los países vecinos que se aplicó. Patricio Urquieta, Intendente de Atacama
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Hace pocos días se cumplió un año de la pandemia en Atacama. El Banco Central, confirmó que la crisis económica por la pandemia fue la peor de los últimos 40 años; según el FMI, afectó a todo el mundo, y especialmente a los países de América Latina.

¿Qué hizo Chile? El Presidente Piñera lideró un esfuerzo inédito para enfrentar esa crisis, centrándose en ayudar a las familias de clase media, a las más vulnerables, y a sostener a las pymes. Fortalecimos el sistema de salud, y en momentos difíciles resistió, permitiendo que todo chileno que necesitaba una cama, un ventilador o una atención de salud por una complicación luego del contagio, la tuviera. Construimos una red de protección social y del empleo para que las personas pudieran quedarse en casa, y mantener sus ingresos sin perder el trabajo; se entregaron bonos, subsidios y créditos solidarios a la clase media y a las pymes; y seguimos entregando recursos directos a las familias más vulnerables para que puedan cubrir sus gastos básicos durante el estado de catástrofe. Y lo más importante, el Presidente Piñera lideró la búsqueda de la vacuna para derrotar a la pandemia. Nuestro Gobierno gestionó una alianza con laboratorios y universidades, que permitieron que tuviéramos la opción de contar en forma prioritaria con una vacuna segura y eficaz contra el COVID 19. Con restricciones, el país tenía que seguir funcionando, a pesar de que más de alguno repetía lo contrario.

¿Qué ocurre ahora? Gracias a ese esfuerzo de Chile, las expectativas han mostrado una importante tendencia al alza desde finales del 2020; según el INE estamos recuperando empleos destruidos; y fuimos el primer país en Sudamérica en comenzar a vacunar, y el que más rápido avanza a nivel mundial.

Sabemos que la pandemia no ha terminado, que tenemos que seguir cuidándonos y que el país debe funcionar. Imagínese usted si hubiéramos seguido las recetas de algunas "voces" de oposición: ¡cuarentena total!, ¡lockdown!, o ¡Hibernación! hasta que se derrote la pandemia. Basta ver qué ocurrió en los países vecinos que se aplicó.

Este año será de la recuperación y la esperanza. Junto con el exitoso proceso de vacunación, seguimos impulsando obras públicas en la salud y la cultura; las viviendas de integración social, y el fortalecimiento de los espacios públicos; y vamos a seguir inyectando recursos para recuperar el empleo e impulsar el emprendimiento y la innovación.

Presión en personal de salud primaria y asistencial

Signos claros de agotamiento hay en Atacama por las múltiples labores en pandemia. Ayer los más de 7 mil casos nuevos no son sólo una cifra dura, sino que implica algo más urgente: estresará más las redes y aumentará más el cansancio. Esos recursos no servirán de nada si es que no paramos este relajo que la comunidad está teniendo en general con la pandemia. Se perdió el miedo y se es más egoísta, pese a todos los récords.
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Chile logró una cifra inédita de casos nuevos en el marco de la pandemia con más de 7 mil, lo que pone el país en el momento más duro de la pandemia, principalmente por los requerimientos de camas UCI y tratamientos en los recintos asistenciales.

Es una cifra que impacta y que baja la moral en la ciudadanía. El 20 de marzo de 2021 será recordado como el día que la crisis sanitaria mostró su peor cara y que dejó mucha incertidumbre.

Especial atención se debe tener con el personal de Salud. En Atacama, como en el resto del país, hay claros signos de agotamiento luego de un año de constante labor de trazabilidad y testeos, a lo que se suma el trepidante ritmo de vacunación que requiere de las manos y el corazón de los funcionarios de la Atención Primaria.

A esto se debe agregar que estamos muy cerca de la llegada del invierno, lo que implicará más enfermedades, más desgaste, más traslado, más planificación, lo que puede terminar en una "olla a presión" que, si explota, solamente traerá consecuencias negativas para todos.

Importante el anunciado dado por el Servicio de Salud, que cifró en cerca de mil millones de pesos los aportes para reforzar las campañas de invierno y los programas covid en abril, donde los municipios serán claves dado que con esos recursos podrán descomprimir en parte lo que se vive en estos momentos.

Pero esos recursos no servirán de nada si es que no paramos este relajo que la comunidad está teniendo en general con la pandemia. Parece que el miedo ya se perdió y eso es muy egoísta tanto con los funcionarios de la salud, como con el mismo entorno dado que por ejemplo en Atacama tiene una situación de contagios más bajas respecto al año pasado, pero la letalidad ha sido mayor. No olvidemos que uno de los puntos esenciales de esta crisis es la solidaridad. Hay que reforzarla tanto por la "primera línea sanitaria", como por los cercanos.

Acuerdos para el bien común

El resultado de esta cooperación es la producción en masa de vacunas eficientes. ¿Nos convendría entonces seguir el ejemplo de la ciencia… o es muy ingenuo aspirar a esto? Rodrigo Rojas Veas, Rector sede Copiapó Santo Tomás
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Hace un mes escribí que el debate en el país se había tornado estéril e inconducente. Transcurrido este tiempo la impresión se confirma. Existen abundantes ejemplos que podemos encontrar en la "opinión publicada", que dan cuenta de que pese a la evidente necesidad de establecer acuerdos para afrontar temas de alta importancia para el ciudadano de a pie, los actores responsables de construir los pactos se demuestran reacios y lejanos a este fin.

El plantear acuerdos y promover la cooperación ha adquirido una concepción abyecta. Estamos presos de un maximalismo difícil de entender en un marco apremiante en todos los planos. La realidad sanitaria con todas sus derivaciones impone que las sociedades definan prioridades, diseñen hojas de ruta para trabajar en pos de estas y construyan mínimos comunes que permitan capear la emergencia que todos enfrentamos a diario.

Los responsables aparecen enquistados en posiciones antagónicas y sin mayor voluntad que las buenas intenciones declaradas desde hace demasiado tiempo. La necesidad de mejorar las pensiones de muchas personas, de aunar criterios para cuidar la salud en esta segunda ola que nos afecta, de preservar y recuperar los empleos, de no afectar más a niños y jóvenes en sus aprendizajes, son todas razones más que suficientes para aconsejar el dialogo y la toma de acuerdos. Sin embargo, esto se ve difícil y a ratos casi imposible. La dilación para acordar medidas y políticas públicas, en aras de que casi todo se discutirá más adelante como si las necesidades pudieran esperar, son una apuesta de soluciones mágicas que el mundo político gusta de exhibir y que rara vez resultan en soluciones reales y efectivas para la población. Yuval Noah Harari, uno de los intelectuales más relevantes de la actualidad critica el manejo del mundo político en esta pandemia, señalando que "Una de las razones de la diferencia entre el éxito científico y el fracaso político es que los científicos han cooperado a nivel mundial, mientras que los políticos han tendido a pelear entre sí. Trabajando bajo una enorme presión e incertidumbre, los científicos de todo el mundo han compartido libremente la información y se han apoyado en los descubrimientos y conocimientos ajenos. Muchos proyectos de investigación importantes han sido realizados por equipos internacionales…".

El resultado de esta cooperación es la producción en masa de vacunas eficientes que hoy representan la gran esperanza en la lucha contra el covid.

¿Nos convendría entonces seguir el ejemplo de la ciencia… o es muy ingenuo aspirar a esto?