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Al rescate del soldado Mena

Luego de 23 años de su hallazgo llama mucho la atención que la identidad de un hombre que participó en la Guerra del Pacífico siga sin conocerse. Y lo es más en un país, donde las tradiciones tras la muerte son muy fuertes y donde se dice que el patriotismo es potente. Esta más que una "historia de heroísmo" se ha transformado en un "cuento de nunca acabar". Parece preciso que tras más de dos décadas, se sepa quién es el soldado desconocido.
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El Ejército finalmente estudiará los antecedentes que le entregará un grupo investigadores acerca del "soldado desconocido", como es denominado el hombre que participó en la Guerra del Pacífico y cuyo cuerpo permanece en el Museo Bulnes de Santiago como N.N., pese a que hace 23 años ocurrió su hallazgo y pese a que hace más de 13 se viene hablando que se trata de Miguel Mena, quien fue parte del Batallón de Atacama.

El militar hallado en el cerro Zigzag de Chorrillos, Perú, se ha transformado en todo un enigma, pero para el historiador Arturo Volantines el asunto está claro y las pruebas dicen que se trata de Mena. La decisión del Ejército de pedir los datos, se enmarcan en años de investigaciones y comisiones que incluso involucraron al por entonces ex senador Baldo Prokurica, hoy ministro de Defensa.

Llama mucho la atención la demora por definir este asunto. Si bien se entiende que hay que tener certezas cuando se trata de relatos y héroes, es demasiado el tiempo que se ha tomado para cerrar este capítulo. Volantines acusa que el comandante en jefe de la época no le interesó y que también influye el centralismo.

Curioso para un país donde las tradiciones tras la muerte son muy fuertes y donde se dice que el patriotismo es potente, lo que incluye el recordar y elevar a los héroes que participaron de guerras como la del Pacífico.

Es de suma importancia que cada persona que entregó la vida por un hecho como este al menos tenga nombre y apellido, como también que el país lo conozca tal cual pasa con otros personajes que llenan páginas de libros de historia nacional y textos escolares, asunto que no pasa con el "soldado desconocido".

Parece que después de más de dos décadas de su hallazgo, sea el tiempo de ir definiendo aquello que mantiene en la incertidumbre a investigadores, a los amantes de las epopeyas de la Guerra y a los habitantes de esta tierra que han seguido los pormenores de esto que, más que una historia de heroísmo, parece más bien un "cuento de nunca acabar".

El cansancio en los hospitales

Avanzar en poder disminuir las cifras, depende de cada uno. Las medidas no parecen ser tan difíciles de acatar, más todavía cuando con el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social podemos evitar infectarnos. Claudia Peñailillo Cronoro, Periodista, Licenciada en Comunicación Social
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Respirador, oxímetro de pulso, frecuencia cardiaca, canula nasal de alto flujo, ventilación mecánica. Parte de los elementos utilizados en los hospitales por el personal a cargo de la atención de pacientes con Covid-19. Una labor que, tras el aumento de casos por la pandemia, se ha visto afectada con turnos complejos y desgastantes para quienes trabajan, principalmente, en la salud pública.

Esta situación resulta ser, sin duda, de gran preocupación. Médicos, enfermeras, técnicos en enfermería (tens), kinesiólogos y auxiliares, cumplen tareas específicas en la recuperación de los pacientes afectados por este virus. ¿Qué pasaría si el personal de salud se enfermara y estuviera imposibilitado de seguir trabajando?

El escenario se tornaría aún más complejo para quienes cumplen funciones como, por ejemplo, en la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, del Hospital Regional de Copiapó. En el principal recinto asistencial de Atacama, se triplicaron las camas críticas producto del coronavirus, algo que habría generado una mayor presión en el trabajo que desempeña el equipo a cargo. A esto se suma el tener que convivir en permanente riesgo de contagio por la labor que realizan a diario.

Avanzar en poder disminuir las cifras, depende de cada uno de nosotros. Las medidas no parecen ser tan difíciles de acatar, más todavía cuando con el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social podemos evitar infectarnos y, de paso, apoyar a quienes están en los hospitales para ocuparse de atender a los enfermos cuya condición se ha agravado.

Ayudemos a nuestras enfermeras, enfermeros, médicos, tens y funcionarios de salud, en general, a evitar que su labor se convierta en un constante estrés y agotamiento físico por la sobredemanda de pacientes y casos complejos por la pandemia. Los equipos de salud se merecen descansar y disfrutar de sus familias, como también de poder tener una vida de mejor calidad. Si practicamos la empatía podremos cuidarnos y cuidar a los demás. Disminuir el cansancio que ocasiona la pandemia es posible, si somos conscientes de no cometer más errores producto de nuestras acciones.

Por más mujeres en carreras científicas

Al final lo que más necesitamos todas en momentos de dudas, es que alguien nos dé ese pequeño empujón. Javiera Rey, Astrónoma y Doctora en Astrofísica
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Hace pocos días se conocieron los resultados de las postulaciones universitarias 2021 y son miles las y los jóvenes que comienzan a definir cuál será su futuro educacional de los próximos años. Como cada marzo, algunos ansiamos ver si hubo resultados positivos en la selección de mujeres en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática (STEM por sus siglas en inglés), ya que históricamente se ha producido una baja participación.

Este año hemos comenzado esta etapa con una noticia alentadora, por primera vez en la historia una mujer logra el mejor puntaje de ingreso a Ingeniería en la Universidad de Chile. Y es sorprendente porque aunque hay más participación femenina que hace 10 o 20 años, las mujeres aún enfrentamos grandes dificultades para ingresar a las áreas STEM.

Según las cifras entregadas por el CRUCh en marzo del 2020, el 55% de las personas seleccionadas para ingresar a la universidad, fueron mujeres. Pero a pesar de ser mayoría, solo el 10% de ellas fueron admitidas en carreras de Ingeniería y Construcción y el 6% en áreas de ciencias, muy por debajo de las cifras del 28% y 13 % de los hombres admitidos en estas carreras respectivamente.

Por un lado, desde la infancia nos vemos inmersas en fuertes estereotipos de género que muestran las ciencias exactas como áreas masculinas, y la situación tampoco mejora para quienes logran mantener el interés y la confianza en sí mismas hasta la educación superior. La validación constante, el síndrome del impostor, las pocas oportunidades de ascenso a posiciones de liderazgo, la maternidad y el constante temor al fracaso, son solo algunos de los obstáculos que debemos sortear.

A esto se le suma que en nuestra sociedad sigue muy arraigada la creencia de que tanto hombres como mujeres deben ser extremadamente inteligentes y contar con amplios conocimientos y talentos si se quieren dedicar a las áreas STEM. Sin embargo, la realidad es distinta. Aunque en todas las áreas hay casos excepcionales de genialidad, la gran mayoría somos personas comunes que hemos desarrollado nuestras carreras en base a esfuerzo, constancia y metodologías de estudio, y que, por supuesto, no estamos exentas de fracasos.

Tuve la oportunidad de participar como charlista en un festival dirigido a niñas y adolescentes de 10 a 16 años, donde varias científicas chilenas compartimos nuestras experiencias. Ahí pude notar el interés por saber más de mis caídas que de mis triunfos, porque al final lo que más necesitamos todas en momentos de dudas, es que alguien nos dé ese pequeño empujón y nos ayude a entender que lo importante no es una carrera libre de fracasos, sino aprender de ellos, superarlos y volver a levantarnos. Hombres y mujeres tenemos las mismas capacidades e instancias como estas se deben impulsar para que año a año tengamos más resultados de admisión universitaria con noticias positivas sobre presencia femenina en las STEM.