Un millón de sillas vacías
En estos días, hemos sido orgullosos testigos del inicio del año académico 2021. Las diversas instituciones han hecho esfuerzos significativos para que, a pesar de la pandemia, jóvenes y adultos crucen sus aulas. Y, sin embargo, quedan sillas vacías. Y no por el COVID-19, ni por el estallido social.
En Chile, de acuerdo con la encuesta Casen publicada en 2018, casi 5 millones de personas adultas no tienen cuarto medio completado, lo que supone más de un tercio de la población mayor de edad (la mayoría de ellas son mujeres). A pesar de la voluntad política de numerosas autoridades, y del trabajo incansable de actores privados y sociales, un Decreto - el 548 - limita en forma significativa el número de escuelas de adultos que pueden operar en el país. La norma es de 1989 y hace referencia a la infraestructura requerida para poder abrir escuelas. No contempla un reglamento específico para la educación de adultos, exigiendo para estos recintos los mismos requisitos que se exigen a una escuela regular de niños. Tan grave es la situación que en la mitad de las comunas del país, no existe ni una sola escuela para adultos.
Por casi tres años la mesa de Compromiso País ha impulsado un trabajo conjunto del sector privado, público y las organizaciones sociales para abrir nuevas oportunidades de escolarización. En 2020 casi 200.000 personas lograron nivelar sus estudios, lo que supone apenas un 3% del total de personas sin la educación media completa. A pesar de los esfuerzos, hay miles de sillas vacías en las escuelas a lo largo de todo el país que no pudieron ser aprovechadas para recibir a nuevos estudiantes y ampliar así la oferta, pues el 548 no se los permite.
Solo 1 de cada 3 estudiantes de segmentos vulnerables de nuestra población accede a la educación superior, la que exige el cuarto medio cumplido. La mayoría de los trabajos en el sector público exigen haber finalizado la educación media. En 2020, acelerado por la pandemia, más de 150 mil jóvenes dejaron el colegio. Pronto serán adultos sin escolarización, con limitaciones importantes para salir adelante en el mundo laboral, sumándose a los más de 2 millones de trabajadores independientes sin seguridad social, sin capacidad de cotizar para pensiones dignas y sin apoyo del Estado.
Hacemos un especial llamado a que las autoridades responsables dentro del Estado colaboren en forma rápida y eficiente para destrabar el Decreto 548 y así lograr que esta asociación públicoprivada pueda ofrecer nuevas oportunidades a millones de chilenos y chilenas que lo necesitan.
Fernando Martínez, rector AIEP y Rafael Moyano, director ejecutivo Escuelas del Cariño
La sal
La sal es la principal fuente de sodio en nuestra alimentación, aunque también puede aportarlo el glutamato de sodio, aditivo alimentario utilizado ampliamente en la industria alimentaria.
La población consume en promedio entre 9 a 10 gramos de sal al día, lo que equivale al doble de la recomendación, la que señala que sea menor a 5 gramos. El elevado consumo de sal, sumado a la disminución de consumo de potasio (menos de 3,5 gramos por día), contribuyen al desarrollo de hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular en todo el ciclo vital, no solo en la adultez, pues cada vez más niños desarrollan estas patologías.
Es por esto que la reducción del consumo de sal, la disminución de alimentos procesados, más la elección de alimentos naturales altos en potasio como frutas y verduras, ayudará a prevenirlas.
Algunas recomendaciones para disminuir el consumo de sal son: cocinar sin sal, no utilizar salero en la mesa, limitar el consumo de snacks, utilizar condimentos naturales en las preparaciones como orégano o laurel, aumentar el consumo diario de agua mayor a 2 litros y muy importante, revisar el etiquetado nutricional, prefiriendo aquellos alimentos sin sello "alto en sodio".
Daniela Gómez, Académica Escuela de Nutrición y Dietética de Universidad de Las Américas UDLA
Seguro de longevidad
Señor director:
La ex Superintendenta de pensiones, Solange Berstein, junto al académico Marco Morales, presentaron una propuesta de un seguro de longevidad, el cual aumentaría en un 30% las pensiones.
En particular, el seguro de longevidad cubriría un 70% de la pensión desde el año 85 en adelante de los pensionados, a cambio de una prima menor a un 2% del sueldo mensual, la cual puede variar si se alarga o acorta el inicio del seguro.
Lo interesante de la propuesta, es que todos los pensionados se verían beneficiados, y no sólo los de menores pensiones. Por otro lado, es una propuesta mucho más económica, pues el aumento de cotización es de sólo un 2%.
Esperemos que la visión técnica de expertos reconocidos tengan espacios en la discusión previsional.
Eduardo Jerez Sanhueza