Porque la historia es una herramienta de desarrollo
Señor director:
Ya sabemos y comprendemos la potente Historia de Copiapó, pero también nos hemos dado cuenta que la historia centralista, a pesar de todos nuestros aportes, no nos ha dado el sitial que nos corresponde, y eso es algo que desde Copiapó debemos corregir.
Pero, la Historia, nuestra historia que es la vida, la de la ciudad y cada uno de sus ciudadanos, debemos transformarla en una herramienta para juntos construir una ciudad más segura, para generar nuevos emprendimientos económicos y de desarrollo , con salarios justos para la clase trabajadora. Que la Historia, nos obligue a exigir y mantener una salud pública y de excelencia, una política justa de viviendas dignas, una ciudad donde nuestras niñas, jóvenes y mujeres vivan y se desarrollen sin temores, que tengamos una convivencia sinérgica con nuestros pueblos ancestrales. Una ciudad hermosa, acogedora, donde se potencia la educación pública, como sello ciudadano, una ciudad respetuosa del medio ambiente, democrática y progresista.
#LAHISTORIA SI IMPORTA
Guillermo Cortés Lutz, profesor, Doctor en Historia
Convención constitucional
Señor Director:
Si la incorporación de exparlamentarios o clásicas figuras de la política chilena a la parrilla de candidatos a la Convención Constitucional causó cierta desilusión en algunos no fue por culpa de la poca claridad de las normas que regulan el proceso, dado que el inciso 3° del artículo 132 señala expresamente qué pasaba si una autoridad declaraba su candidatura. Si varios han chocado con la realidad y se han decepcionado por cosas tan obvias como la natural vocación de poder de los partidos políticos ha sido porque han sido engañados a través de relatos maximalistas que pintan este proceso justamente por lo que no es. A decir verdad, la labor que se desarrollará en el Palacio Pereira no distará mucho de lo que acontece en Valparaíso hoy en día. Ya embarcados en este proceso, va siendo hora de tratar a la Convención Constitucional por lo que es y no por lo que queremos que sea, de lo contrario, seguiremos viendo decepciones injustificadas como las de la semana pasada tras la inscripción de candidaturas.
Juan L. Lagos, Fundación para el Progreso
¿Qué esperan los niños de la Educación?
Hoy en día si se le consulta a un niño qué espera de la educación, probablemente conteste aprender, jugar e incluso cultivar la semilla del conocimiento. No obstante, es probable que dicha premisa no posea acercamiento con lo que realmente plantea la educación en la actualidad, debido a que en estos tiempos necesitamos forjar un aprendizaje más activo y amigable para nuestros niños, con el objetivo que ellos puedan descubrir el mundo de acuerdo a sus potencialidades.
Jacques Rousseau en 1762 planteaba que al niño no se le podía visualizar como un adulto en miniatura, puesto que gracias a sus propios límites podía aprender inserto en su misma naturaleza. La conclusión en torno a este enunciado es evidente: Hemos alejado a nuestros estudiantes de descubrir mediante el juego y la construcción. A cambio, los enfrascamos en esperar que el aprendizaje lo dimensionen como algo rígido y poco susceptible para esas pequeñas mentes en desarrollo.
Los estudiantes de hoy, en especial los de primaria, presentan una dispersión casi inherente a su formación, requiriendo del juego, del arte, de la música y de la exploración. Ellos dimensionan un mundo y una realidad abismante en cuanto al desarrollo de sus potencialidades.
En base a lo anteriormente expuesto, cuando le preguntamos a un niño qué es la educación, su respuesta es aprender, jugar, trabajar en equipo o simplemente aprender a ser mejores personas.
De esta forma, es preciso elucubrar la legítima necesidad de que nuestros estudiantes aprendan jugando y explorando. Para estos efectos, como docentes debemos atender cuáles son las verdaderas necesidades para nuestros niños, educando y tomando el juego como una manifestación infantil del mundo, orientándolos y exigiéndoles en esta labor de acompañamiento como profesionales, siendo flexibles pero firmes.
Rolando Molina Martínez, Dr. En Ciencias de la Educación, académico Escuela de Educación U. Pedro de Valdivia