Vecinos del balneario Flamenco y de Portofino reclamaron por la basura y otras situaciones, mientras en paralelo la Seremi de Medio Ambiente denunció que personas han dejado desechos y estacionado sus vehículos cerca del humedal, siendo visto incluso un móvil en plena laguna. Esto no puede ser casualidad. Son escenarios distintos, pero acciones que muestran un lado que no quisiéramos de la humanidad, que aún no aprende a convivir con su entorno y es por ello que peleas como contra el coronavirus se hacen cuesta arriba.
Precisamente es eso, la incapacidad de cumplir reglas básicas para no dañar al otro, a la naturaleza e incluso a nosotros mismos, las que nos juegan en contra en una pandemia u o otro contexto.
La crisis sanitaria nos ha enseñado a cuidar nuestra existencia y la de los nuestros para salir adelante, pero lo sucedido en estos balnearios y en el santuario es la muestra fehaciente que el entendimiento, la empatía y el cuidado, finalmente son conceptos o características que están lejos de llevarlas en el día a día y que por ende siempre nos costará más salir.
En el santuario los vehículos destruyen nidos y atropellan aves. Pareciera que es "parte" de la mal entendida diversión y esparcimiento, cuando es tan fácil dejar los móviles a un par de metros para disfrutar de esta área protegida oficial, sin la necesidad de afectar a quienes son habitantes naturales de este sitio.
Los balnearios son vistos como instancias de relajo, pero el relajarse no implica que se boten kilos de desechos en distintas partes e incluso en receptáculos, recibiendo los visitantes un mensaje claro al menos en Flamenco donde un cartel exige a las personas que se lleven su basura. En este caso, la naturaleza es la afectada como también los lugareños, de los cuales en el caso de Flameco el 80% son adultos mayores.
Es muy cierto que las personas quieren disfrutar de las bondades de las playas y los santuarios, pero esto requiere una responsabilidad mayor. No hay que olvidar jamás que somos "visitantes" en esta tierra y que el daño puede ser terrible si es que no tomamos las medidas adecuadas. Por último no hacerlo para evitar el perjuicio a las futuras generaciones que lamentarán estas acciones.