Cajas navideñas, juguetes, peluches y hasta bicicletas son los elementos que distintos atacameños buscarán regalar a los niños y niñas vulnerables de la región, que cada como cada Navidad están a la espera de que desconocidos y no tan desconocidos les den un momento de alegría. A pesar de la pandemia, entidades y personas se están organizando para la fecha en una muestra notable de solidaridad y que se realizará, de acuerdo a lo que comentan, con los protocolos sanitarios correspondientes.
La Navidad nos recuerda estas actividades y lo bien que hacen al alma de las ciudades, pero pareciera ocurrente también mencionar lo importante que son los pequeños detalles en la vida diaria para hacer el bien al resto.
En el centro de la capital regional por ejemplo hay muchas personas pidiendo dinero y comida. ¿Qué podemos hacer? ¿será posible que alguna entidad pueda realizar actividades para ellos?
Ayer un lector de este medio destacó que una pareja con su bebé recibieron unos alimentos de parte de desconocidos en la hora de almuerzo. La pareja venden elementos en la vía pública y no recibieron un pago, pero sí un verdadero tesoro que lleno sus cuerpos y sus corazones.
Pero hay más personas que viven en la vulnerabilidad y que esperan un apoyo. Es cierto, las circunstancias son distintas y es posible contagiarse por el solo hecho de salir a la calle, pero la solidaridad jamás debe tener una excusa.
Por una parte debemos poner corazón y mente para buscar alternativas que permitan llegar a otros tomando las medidas sanitarias, para -de paso- incentivar a que otros hagan lo mismo y, así, podemos multiplicar la cadena de favores.
En las calles y en otras casas hay personas que no reciben aportes y no lo recibirán porque supuestamente la pandemia es terrible, pero si somos capaces de abrir el comercio, viajar y realizar otras actividades con las medidas sanitarias correspondientes ¿es justo decir que estamos impedidos de ayudar por el coronavirus?
No podemos estar ajenos a lo que ocurre a nuestro alrededor, más en una pandemia.