Secciones

  • Portada
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

Copiapó, su historia y el significado del vocablo

Guillermo Cortés Lutz , Doctor en Historia Director del Museo Regional de Atacama
E-mail Compartir

El 8 de diciembre de 1744, se funda la Villa de Colonial de Copiapó de San Francisco de la Selva, bajo la autoridad del Gobernador Jose Manso de Velasco y liderando el trazado y el reparto de lotes de la nueva Villa, estaba el corregidor Francisco Cortés. Esta política fundacional tuvo su origen en las órdenes reales de 1703, que instruía agrupar en villas bajo autoridades institucionales, políticas, judiciales, eclesiásticas a todos aquellos que vivieran dispersos en las haciendas o en caseríos (como lo era el Chile colonial)

No debemos olvidar eso sí, que el año 1548, Juan Bohon había fundado el fuerte Copiapó (en la actual comuna de Tierra Amarilla), que sería el primer precedente de la nueva urbanidad europea, no obstante este primer Copiapó, había sido destruido el mismo año por los pueblos Diaguitas y Copiapoes, pueblo guerreros que resisten la invasión Española.

¿Ahora por qué Copiapó? Mucho se ha dicho y debatido sobre el significado de Copiapó, nosotros ya hemos descartado que signifique sementeras de turquesas o copa de oro (este último sin duda el más romántico). El año 2000 en la Revista Norte, en un artículo sobre la obra del premio nacional de Literatura, el nacido copiapino Salvador Reyes, se indicaba que Copa Yapú, significaría "vega verde".

El año 2001, junto al historiador Rodrigo Zalaquett en los documentales Tres Cápsulas del Tiempo, usamos Copayapú, con el significado de tierra verde. El arqueólogo Carlos González, investigador asociado el Museo Regional de Atacama, aporto la información sobre lo expuesto por el antropólogo, Manuel Mamani dedicado a la etnolingüística que Copiapó, es Copiyapo y derivado de Qhuipu Yapu.

Manuel Mamani; relata la entrevista del Canal 13 a un poblador del lago Chungará, que había hecho el servicio militar en Copiapó, donde usa el vocablo Copiapo, sin acento. Lo interesante de este diálogo es que el poblador aymara, no dijo Copiapó, sino Copiapo o también Copiyapu, lo paradojal es que la palabra pronunciada por el hombre andino era correcta en la fonación Aymara, sobre el nombre de la capital de la tercera región de Atacama que fue castellanizado, el que se desglosa en qhupi =blanda y , yapu = chacra (tierra cultivable), entonces la palabra compuesta es tierra de cultivo. En consecuencia para un Aymara hablante sería incorrecto pronunciar Copiapó".

Copiyapu, entonces se une al origen de nuestra región; Tercumen o Atacamac, el gran confín, el límite entre el desierto y el valle cultivable.

Sin duda que sobre Copiapó, podemos y debemos seguir investigando su origen lingüístico, indudablemente se debe seguir debatiendo, su origen histórico es más claro y su futuro, qué duda cabe se abre en todas sus posibilidades.

Ignacio Domeyko, la escritura y la comunicación de la ciencia

E-mail Compartir

Nació el 31 de julio de 1802 en la localidad de Niedzwiadka Wielka, en ese entonces territorio polaco-lituano que recientemente había pasado a dominio del Imperio ruso. En la actualidad, el pueblo forma parte administrativamente del Raión de Karelicy (Goradnia, Bielorrusia) con el nombre de Miadzviedka.

Perteneciente a la antigua nobleza polaca, Domeyko se consideró siempre polaco, aunque fue considerado chileno por gracia en 1848.

Estudió en la Universidad de Vilna. Tuvo que exiliarse de su país tras la derrota de los patriotas polacos y lituanos en la insurrección de 1831 en contra de la dominación rusa. En París estudió en La Sorbona, el Colegio de Francia, el Jardín Botánico y la Escuela de Minas. En 1838 llega a Chile contratado por las autoridades de la provincia de Coquimbo para comenzar la enseñanza de mineralogía y química en el liceo San Bartolomé de La Serena, institución que también financia su viaje, instrumentos, materiales y colecciones, donde posteriormente revoluciona los métodos de enseñanza.

Llega a Chile con un contrato de no más de cuatro años, pero al final el servicio requerido doblaba esa cantidad de tiempo, por lo tanto, al científico lo trajeron "engañado" a la zona de Coquimbo.

Ignacio Domeyko, nace en pleno movimiento artístico llamado el Romanticismo, que además es cultural y literario, el que se produjo a finales del siglo XVIII en Inglaterra y Alemania, extendiéndose luego a otros países de Europa y América.

Su escritura, está bordada de Romanticismo, por esta influencia formativa, pero también está repleta de Realismo, que es justamente el movimiento que se comienza a dar a fines de la primera mitad del siglo XIX y esto se nota fuertemente en sus textos, aunque ya antes se venía dando con la aparición del periodismo, los relatos de Agusto Comte y Charles Darwin, que también estuvo por Atacama; fueron importantes impulsores de la fe en la razón humana y el progreso de la civilización a través del adelanto científico. Por ende, el realismo fue mucho más que una mera reacción estética: fue también la aplicación de la filosofía positivista en el arte y las ciencias, aspirando a hacer de quien escribía e investigaba, un personaje comprometido con el retrato de su cultura y de su época, que abordara temas hasta entonces ignorados, sin fantasías escapistas ni ensoñaciones.

Víctor Munita Fritis

Escritor

¿Qué le podemos regalar a Copiapó?

En el aniversario 276 de la capital regional, podemos decir que ha tenido avances, pero también hay deficiencias ya perpetuas a esta altura. Pero ¿qué le podemos regalar? Algo importante es el esfuerzo por valorarla.
E-mail Compartir

Como todas las ciudades del mundo, Copiapó tiene virtudes, que deben ser destacadas, como también deficiencias, que deben ser subsanadas y por las que la comunidad debe estar atenta y reclamar cada vez que sea necesario. Sin embargo, pareciera que con la capital regional hay sesgos que requieren ser cambiados y que distan mucho de aquel "cariño" que hay por el terruño. Calificativos que son injustos y que tienen mucho de subjetivo pueden causar un daño a la imagen de una ciudad, que no es un modelo mundial, pero que tiene elementos que la hacen exquisita y única.

Pero ¿qué puede hacer la comunidad aparte de reclamar? ¿qué regalo se le podría dar a la ciudad? Esta última pregunta parece precisa en el aniversario 276 de la capital regional, que por más bondades que pueda tener, también requiere del aporte de los ciudadanos tanto de nacidos en esta zona como quienes vienen de otros lados y que están dispuestos a aportar.

Por lo pronto las respuestas pueden ser muchas, pero hay una que justamente tiene que ver con el amor por la tierra: el valorar lo que se tiene y dejarle en claro a personas de otra ciudad que acá hay muchos elementos positivos.

Regalemos empatía con la ciudad, que no tiene la culpa de un desarrollo poco uniforme respecto a otras urbes y que tiene mucho potencial.

Claro está que pensar en un Copiapó como capital del turismo a nivel nacional o referente internacional de tecnología, es más bien un sueño lejano, pero sí se puede avanzar en estos aspectos como también mantener el tranco en otros como el desarrollo de parques urbanos y en mantener niveles de tranquilidad ciudadanos, que de todas formas podrían cambiar con una serie de hechos que son indagados.

En definitiva sumar características, que pueden convertir a la ciudad en un espacio amigable para quien quiera quedarse y eso no es un sueño, sino que puede ser una realidad inmediata. Que lo digan quienes vinieron a trabajar y se han quedado con gusto, escapando del ruido y el estrés de Santiago o de los problemas de otras zonas.

Hay mucho que mejorar de todas formas. La mala "bienvenida" a los visitantes cuando ingresan por el sur y norte de Copiapó, la basura en distintos sectores, el desorden vial y la mala planificación urbana son situaciones que pueden ser factores determinantes a la hora de tener una mirada negativa de la ciudad.

Sin embargo, ¿se trata de hechos que no se puedan remediar? Lo cierto es que mirando a mediano y largo plazo, pueden ser perfectamente desterrados por el bien de la ciudad.