Tiempos de cambio
Señor director: Los cambios deben producirse en Chile para que los ciudadanos puedan recuperar la confianza esperanzadora en una nación mejor, tendiendo a una vida más plena para sus habitantes.
La gran mayoría de los actores partidarios, quienes se sorprendieron al quedar fuera de las expresiones populares desde octubre del 2019, tratan de permanecer entre las fuerzas que deberán determinar ese futuro decente que desea la sociedad chilena.
Pero no lo están haciendo con respeto. Están empleando el subterfugio y la manipulación de acciones populistas para tratar de estar en las decisiones señeras que deberían surgir de la redacción de una nueva constitución que fije normas democráticas para todos los ciudadanos.
La sorprendente bofetada a las grandes mayorías la intenta propinar esa misma clase partidaria que ha utilizado para sus fines lo que era considerado nocivo para la democracia, viéndose envueltos en "la democracia de los acuerdos" que pretende cambiar todo, para no cambiar nada. Una moderna aplicación del fascismo de la tercera década el siglo XX.
Todos los que han determinado ir de candidatos a elecciones de todo tipo, viven en un mundo nebuloso que no les ha permitido comprender las dialécticas de las masas que han determinado otro contenido y otra forma de expresión donde los actores partidarios de siempre deben retirarse para degustar sus profundos fracasos sociales.
Los independientes, actores fundamentales de los cambios políticos, sociales, económicos y culturales; son los "convidados de piedra" en las propuestas para un nuevo Chile.
No hay dudas que el poder es un síndrome, tipo pandemia, que ataca a quienes se estiman indispensables "para guiar los intereses del Pueblo", haciendo uso de toda alternativa que haga pensar al ciudadano que del pantano de la inequidad, donde están los "indispensables", deberán surgir aquellos planteamientos revolucionarios que nunca pronunciaron en 30 años.
Es indudable que la inquietud existe en el gobierno y en el sector oficial. Por ello se escuchan conceptos como "salud y educación libres", "fortalecimiento de la sociedad civil" y "orden económico", esquemas que deben ir en la nueva constitución. Sorprende esa condición cuando nos han hablado hace más de 40 años que todo aquello son logros que han hecho de nuestro país, "una nación admirada en el mundo".
Si prosiguen esos conocidos rostros, presumiblemente la abstención retornará al sistema, con lo que el esquema deberá ser estremecido nuevamente con la protesta social en las calles de Chile, la única probada fórmula que tiene el Pueblo para defender sus principios que pretenden ser trastocados por "los desconocidos de siempre".
Osman Cortés Argandoña
Alumbrado en Copiapó
Entre campañas y otras promesas, no nos debemos olvidar que un 14 de noviembre de 1852, el gobierno chileno (presidencia de Manuel Montt), reconoce y aprueba que la Ciudad de Copiapó, ponga en marcha el alumbrado público a gas. De esta forma la ciudad, que ya el año anterior había puesto en marcha el primer ferrocarril de Chile, ahora daba un paso fundamental en el adelanto urbano y de alumbrado público. Se partió con 100 lámparas, hasta llegar al número de 200. La obra estuvo a cargo de Guillermo Wheelwright. La prensa de la época, dijo al respecto: "Entonces Copiapó podrá vanagloriarse de poseer un nuevo ornato i las luces encendidas constantemente a todas horas, de las noches sin luna, prestaran mayor garantía a la seguridad de los individuos, i a las propiedades de los particulares…".De esta forma un 14 de noviembre del año 1852, se encendía la luz pública en Copiapó, éramos una vez los primero en Chile. Hoy podemos ser nuevamente los primeros en energías limpias, la iluminación Fotovoltaica.
Guillermo Cortés, Doctor en Historia, Grupo de Estudios de Atacama GEA
¡Ridículo!
¡Qué ridículo es ser generoso con los bienes ajenos! Así cualquiera. Todos queremos una sociedad más empática y colaborativa, pero esto no se logrará por medio de falsos profetas de la igualdad, que pregonan en contra del lucro y a favor de la distribución de la riqueza, pero que en su vida privada persiguen el interés propio como todo hijo de vecino. En estos últimos años hemos sabido que los políticos más contrarios al sistema de capitalización individual son los que más dinero tienen ahorrado en APV, quienes más apoyan las tomas en los colegios públicos son los que tienen a sus hijos en colegios particulares pagados y aquellos que más se quejan del poco capital agregado de nuestras exportaciones no invierten un solo peso de sus ahorros en emprendimientos arriesgados e innovadores. ¿Qué tal si a la indignación le agregamos un poco de coherencia?
Juan L. Lagos Fundación para el Progreso