Un aporte permanente al país
Con más de 70 clubes aéreos asociados a lo largo del país, con presencia en todas las regiones del territorio nacional, con la formación de más de 100 pilotos civiles al año, y con diversas actividades de aporte a la comunidad, como son el apoyo en desastres naturales, emergencias, traslados de órganos, evacuaciones aeromédicas, combate de incendios forestales, conectividad en lugares remotos, entre otros, la Federación Aérea de Chile (Fedach), acaba de celebrar un nuevo aniversario desde su creación.
El cumplir 74 años nos llena de orgullo, y muestra a una institución que ha sido fundamental para la promoción y fortalecimiento de la aviación civil, trayendo desarrollo para Chile y sus habitantes.
Desde sus inicios, el espíritu que nos ha motivado a todos quienes formamos parte de la Fedach, es volar con sentido y realizar con pasión una actividad que se ha transformado en un patrimonio de todos los chilenos, al servicio de los ciudadanos, aportando a la conectividad del país, uniendo personas, localidades e integrando comunidades.
Ha sido una ruta larga y no exenta de dificultades para alcanzar los objetivos que nos hemos impuesto, como son el contar con infraestructura, capital humano y capacidad técnica necesaria para tener una aviación civil de primer nivel, bien formada y disponible siempre para ir en ayuda de quien lo requiera.
Programas como Aguiluchos de Chile, donde invitamos a volar periódicamente a alumnos de colegios y grupos de distintas instituciones con sentido social es otra de las iniciativas que llevamos a cabo para seguir fortaleciendo nuestros vínculos con las comunidades. Lo son también los festivales aéreos que muchos clubes organizan a lo largo del país. Estas y otras iniciativas, nos permiten dar a conocer lo que hacemos, generando conciencia de que la aviación civil está para servir a todos los chilenos, y que es algo que debemos cuidar.
Rafael Bravo, presidente de la Federación Aérea de Chile
Violencia
Chile tiene desafíos históricos por delante. El más inmediato es reactivar la economía y combatir el desempleo que afecta a casi dos millones de trabajadores. También debemos resolver urgentes problemas sociales y, más allá del resultado del plebiscito del próximo domingo, estamos llamados a lograr un amplio consenso respecto de las reglas que guían nuestra convivencia.
Sin embargo, nada de esto será posible si no existen ciertas condiciones mínimas -como es que las personas tengan garantizada su seguridad- y si además guardamos silencio, relativizamos o abiertamente apoyamos que se imponga la fuerza de unos pocos.
Por esto, y al igual que millones de chilenos, manifestamos nuestra profunda preocupación ante los grupos de delincuentes que siguen hiriendo el alma nacional con su violencia desatada que, como el fuego que la acompaña, buscaba destruir todo a su paso. Es lo que pasa casi a diario en la zona sur del país y es lo volvimos a vivir hace unos días en Santiago y en otras regiones.
Como gremio, condenamos estos actos y solidarizamos con las víctimas inocentes de esta violencia: vecinos, familias y comunidades, trabajadores y empresarios, para los cuales algunos de sus derechos fundamentales -partiendo por el derecho a la libertad personal y a la seguridad individual, así como el derecho al trabajo y a desarrollar una actividad económica- simplemente dejaron de existir.
Velar por el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de las personas es un deber irrenunciable del Estado y de cada uno de los poderes que lo componen. En ellos radica la responsabilidad de evitar que la violencia pase a formar parte del paisaje cotidiano de nuestro país. Las sociedades que no lo han logrado quedan marcadas por las divisiones, el dolor y la pobreza.
El diálogo y la construcción de acuerdos son las únicas vías legítimas para procesar las diferencias en una sociedad democrática. Y la paz social que deriva del uso de estas herramientas es la condición básica e imprescindible para forjar un mejor futuro para todos.
Cámara Chilena de la Construcción
Previsión y vivienda
La vivienda y la previsión son dos políticas públicas de vital importancia para las personas, y su integración temprana, puede generar un gran beneficio para todas las partes.
En primer lugar, se genera un círculo virtuoso entre la cotización formal y la concreción de la casa propia, pues las personas estarán mes a mes viendo como su cotización mensual se transforma en el pie de su futura casa. Por otro lado, los dos principales requisitos para el financiamiento de una vivienda, que son el pie y la capacidad de crédito hipotecario, van de la mano con el trabajo formal.
En segundo lugar, para los trabajadores más vulnerables, se integra el subsidio habitacional, por lo que al pie previsional se le adiciona un subsidio potente. Si es un matrimonio, duplicas el pie previsional y la capacidad de crédito bancaria.
Esta integración virtuosa sólo es posible si el 6% de cotización adicional va íntegramente a la cuenta del trabajador, caso contrario no se logrará acumular lo suficiente para una buena pensión futura.
Eduardo Jerez