Evidentemente que no podemos negar la relevancia del hecho, ya que Chile, no es el mismo país desde esa fecha.
Creo que debemos sacar dos grandes conclusiones, con sus respectivos desafíos u oportunidades que se nos presentan, sin descuidar los innegables riegos que esta coyuntura representa para toda la sociedad.
En primer término: En Chile se generó un movimiento social claro y contundente, que se expresó de manera pacífica frente a las debilidades del sistema, más allá de claras fortalezas que aún poseemos y que llevaron al país a ser un ejemplo político, social y económico, no sólo en Latinoamérica, sino que en el mundo. ¿Qué falló entonces?
De mi perspectiva, el modelo de economía social de mercado establecido en nuestra patria fue orientándose a un sistema de mercado exclusivo, sin por eso dejar de tener políticas sociales y públicas adecuadas. Pero el énfasis en lo social quedó en un segundo plano y que corregía los errores consustanciales al del mercado.
Pero, por otra parte, existió un movimiento violentista y anárquico que surge producto a una crisis cultural y valórica existente en el país, el que también afecta al tema económico - social ya definido. Y que es nuestro principal problema y al cuál lamentablemente, no avizoró pronta recuperación por razones de relativización de la moral y empoderamiento del "populismo" como estrategia y modelo de gobierno
La ideologización extrema de la sociedad actual puede afectar a tomar las soluciones a nuestros problemas, que se logran con buenas políticas públicas, pero principalmente con trabajo, esfuerzo, productividad y conductas éticas de todos los miembros de nuestra sociedad. No sólo de los líderes.
Carlos Martin, Director Iplacex Copiapó y vicepresidente Capítulo Regional Atacama de la Fundación Chile Descentralizado...Desarrollado