Secciones

  • Portada
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

El Presupuesto del trabajo y la recuperación

La cuarentena es una medida difícil de sostener en el tiempo. La gente necesita libertad, trabajar y relacionarse con otros. Por eso tiene que aplicarse en el momento oportuno. Patricio Urquieta, Intendente de Atacama
E-mail Compartir

La pandemia y la recesión económica mundial sembraron dudas sobre el futuro. Las medidas preventivas afectaron el empleo de la gente y redujeron los ingresos fiscales y municipales. Incluso algunos querían - desde marzo - cerrar toda actividad económica y que nadie saliera de su casa mientras durara la pandemia (que aún no termina). Olvidaron que tan importante como proteger la salud, es proteger el trabajo, y los ingresos de la gente.

La cuarentena es una medida difícil de sostener en el tiempo. La gente necesita libertad, trabajar y relacionarse con otros. Por eso tiene que aplicarse en el momento oportuno. La experiencia de nuestros vecinos en América es la mejor evidencia. En la región de Atacama, Copiapó y Tierra Amarilla luego de mucho esfuerzo en prevención, y el trabajo del personal de salud, las fuerzas armadas, y las policías, mejoraron sus indicadores y pasaron a fase 2 o transición. No podemos bajar los brazos. Tenemos que seguir cuidándonos para seguir avanzando. En Vallenar, tenemos un desafío y el apoyo de la comunidad es fundamental para superarlo cuanto antes.

La reducción de la movilidad implicó suspender actividades y afectó el empleo. Para evitar un daño mayor, nuestro Gobierno implementó la ley de protección del empleo, la ley del trabajo a distancia, y flexibilizó el acceso al seguro de cesantía, unido a una serie de transferencias de recursos en apoyo de las familias más vulnerables y de clase media.

Hoy una de las principales preocupaciones de la gente es el trabajo. Por eso el Presidente Piñera envió al Congreso un proyecto de presupuesto para el año 2021, centrado en el trabajo y la recuperación. Aún con una menor recaudación fiscal, con un gran esfuerzo, aprovechando ahorros y asumiendo deudas, se invertirá más en las prioridades de la gente. Implementaremos subsidios para el regreso de trabajadores suspendidos y para contratar nuevos trabajadores; comenzaremos la construcción de más obras públicas de infraestructura, de agua y riego, y más viviendas; y crearemos un fondo especial, que entre otros objetivos, considerará recursos para tener cuanto antes una vacuna contra el COVID que sea segura y eficaz, en una alianza internacional con organizaciones, laboratorios y universidades.

El Presidente Piñera nos invita a ver el futuro con esperanza. Atacama es la segunda región en Chile con la mayor inversión privada proyectada en los próximos años, y la segunda con el mayor presupuesto público de la macrozona norte. Vamos a apoyar los buenos proyectos de inversión, que cumplan con las leyes y las instituciones, que contraten gente de Atacama, y compartan el desafío de vivir mejor en la región.

Copiapó y Caldera: la movilidad como factor con ambas en Fase 3

En la costa esperan por los visitantes de ciudades que estén en etapa de Preparación. ¿Puede absorber la avalancha de personas especialmente Copiapó? ¿se ha tomado en cuenta el alza de movilidad que tendrán la capital regional y Caldera, las que terminarán funcionando, en la práctica, como una especie de conurbación los fines de semana y en verano? Eventuales brotes requerirán medidas rápidas ante el alza de movilidad entre las comunas.
E-mail Compartir

Caldera y Bahía Inglesa ya cuentan, entre ambas, con 22 locales gastronómicos funcionando en un retorno paulatino que parece tener las reglas claras y los parámetros adecuados, de acuerdo a lo que se puede desprender de los dichos por las autoridades locales.

Buscan el repunte, pero especialmente apuntan a lograr impulso con los viajes interregionales. La posible Fase 3 de Copiapó es vista con atención dado que durante el año el grueso de visitantes proviene de la capital regional.

Parece necesario ir pensando en estos contextos. Si es que Copiapó y Tierra Amarilla llegasen a Preparación es muy probable que haya una avalancha de personas a la costanera durante los fines de semana, por ende hay dos asuntos que deben quedar claros: por una parte si es que está la capacidad para recibirlos y por otra cómo van a ser los parámetros sanitarios ante eventuales alzas de contagio.

En cuanto a este último, habrá un alza gigantesca de la movilidad entre el valle y la costa, con lo que en la práctica al menos en el verano, Copiapó y Caldera terminarán funcionando como una especie de conurbación. De esta forma cabe plantearse si es necesario realizar un cruce de datos, como sucede con Copiapó y Tierra Amarilla, que salieron en conjunto de cuarentena, pese a que la ciudad de la "calle larga" hace semanas tenía índices bajos como para salir del confinamiento. ¿En este caso se debe analizar cambios de pasos más o menos sincronizados?

Ciertamente que calderinos pueden sentirse atemorizados por la llegada de visitantes ya sea por el colapso de los servicios o por eventuales contagios, lo que también es un punto a considerar. Si bien es entendible el querer reactivar el turismo, los habitantes requieren ser integrados a los distintos procesos.

Es indispensable que las autoridades sean responsables con los paso a paso y quizás tomar medidas muy restrictivas. No debemos olvidar que el virus sigue circulando y de un momento para otro se pueden registrar brotes, lo que requerirá retroceder si es necesario.

Pero también parece importantísimo el abarcar más puntos turísticos. Las provincias de Huasco y Copiapó también pueden ofrecer alternativas, que podrían terminar opacados dada la búsqueda de la costa calderina desde distintos puntos de Chile. ¿Podrán diversificar la oferta turística de Atacama y de paso descongestionar la costanera ? Las autoridades deben responder esto.

La épica del dialogo y de los acuerdos

En los medios y en las Redes sociales, ganan espacio los discursos que escapan de la moderación y que exacerban la radicalidad. Rodrigo Rojas Veas, Santo Tomás Copiapó
E-mail Compartir

Nos encontramos ya inmersos en un ciclo de 2 años en que el país tomara grandes definiciones para el corto, mediano y largo plazo. Habrá elecciones de autoridades locales, regionales y nacionales y, ya a la vista, el plebiscito de entrada que inaugura el proceso constitucional y que nos interpela a tomar dos importantes decisiones: si queremos o no una nueva Constitución y cuál será la Institución que la redactará, una convención constituyente o una convención mixta, en caso de que triunfe la opción "Apruebo". Al final de todo un plebiscito de salida, en el que la ciudadanía está llamada a ratificar los contenidos de la nueva Constitución. Este proceso es, a mi juicio, el más importante pues nos proveerá de un nuevo ordenamiento jurídico, fijará las atribuciones y los límites del ejercicio de los poderes públicos, además de establecer los deberes y garantías de cada persona por un periodo de tiempo que se supone prolongado. Dado su carácter de marco de la convivencia social, la nueva constitución debería erigirse en una suerte de pacto o contrato al que adhiera una significativa proporción de quienes tendrán la oportunidad de participar en su sanción.

Eso es lo esperable y para ello se requiere fortalecer el diálogo y generar acuerdos.

Sin embargo, lo que se aprecia hasta ahora es precisamente lo contrario. En los medios y en las Redes sociales, ganan espacio los discursos que escapan de la moderación y que exacerban la radicalidad. La polarización, que hasta ahora se atribuye solo a las elites, preocupa desde hace tiempo por las negativas implicancias que sabemos tiene para cualquier sociedad. En este marco, conceptos como acuerdo y consenso han adquirido una connotación negativa y son castigadas por quienes se erigen en modernos catones, los que desconocen que han sido los acuerdos fundamentales los que han permitido el avance de las libertades y el progreso como nunca antes había ocurrido en nuestra historia.

Para animar a reflexionar sobre los alcances de este fenómeno, me permito citar textualmente lo que nos dice la escritora y periodista franco/marroquí Leila Slimani «Estamos en una sociedad en la que se sobrevalora lo radical. Como si la persona radical estuviera realmente comprometida (…). Hay mucho confort en ser radical. Es fácil ser radical. Es mucho más fácil indignarse que pensar».

Aunque suene anacrónico y carezca de épica, la historia y el sentido común recomiendan abordar los debates con serenidad, rigor y apertura. A esta sana práctica le denominaban "sentido de Estado" y creo nos vendría muy bien en los tiempos que vivimos.