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Castigo penal desmedido en pandemia

Nadie duda de la importancia de acatar las directrices sanitarias para impedir la propagación del virus en el país, sin embargo, el castigo penal en este ámbito presenta profundas deficiencias e incoherencias jurídicas y sociales. Raúl Palma Olivares, Defensor regional
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Desde que el 18 de marzo del presente año el Gobierno decretara el estado de excepción constitucional de catástrofe a causa de la propagación mundial de la pandemia por Covid 19, y subsecuentemente se aplicara en todo el país como medida de restricción a la libertad ambulatoria el toque de queda nocturno, tan solo en la región de Atacama como Defensoría Penal Pública hemos registrado un ingreso de 2.749 casos por delitos relacionados con la salud pública.

En concreto, por el artículo 318 del Código Penal, que se refiere a la norma que castiga a las personas que pusieren en peligro la salud pública por infracción a las reglas sanitarias debidamente publicadas por la autoridad, con penas post modificación de la ley 21.240 en junio de 2020, que contemplan una multa de 6 a 200 UTM o una pena privativa de libertad de 61 días hasta tres años.

Nadie duda de la importancia de acatar las directrices sanitarias para impedir la propagación del virus en el país, entre las cuales bajar ostensiblemente los niveles de movilidad de la población es fundamental, sin embargo, el castigo penal en este ámbito presenta profundas deficiencias e incoherencias jurídicas y sociales.

En el ámbito jurídico nos encontramos frente a un delito de peligro, lo que implica castigar conductas sin que exista un daño concreto al bien jurídico protegido: salud pública, una descripción del tipo penal ambigua y sujeta a normas reglamentarias lo que contradice al principio de legalidad constitucional, además de la asignación de penas desproporcionadas.

Junto a lo anterior, este tipo de infracciones penales se sustancian en su mayoría en un procedimiento monitorio, que implica la notificación de un requerimiento al imputado que siendo conocido por el tribunal y sin reclamo por parte del requerido se traducen en la aplicación automática sin participación de la defensa, de una multa que empieza en los 301.932 pesos, susceptible de mutar en prisión por el no pago.

Así las cosas, sumado a la gran cantidad de detenciones (222 desde la cuarentena local según este diario), con el concreto riesgo de contagio para esas personas, en su mayoría en situación de vulnerabilidad sin otra opción que salir en busca del sustento económico, parece ser que la respuesta punitiva es la opción equivocada en pos del objetivo final que es evitar que la comunidad se contagie con el virus, en vez de convencer a la población del cuidado colectivo, informado y responsable frente a la pandemia.

La diferencia entre lo bueno y lo malo

Vivir centrados en lo superfluo, en el que dirán, en la periferia de las cosas, no permite al ser humano persistir en la búsqueda de sí mismo hasta encontrarse y aceptarse con felicidad. Mily Soler Grez, Comunicadora social
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Todos los noticieros informaron aquella mañana sobre lo sucedido a un hombre conocido, en las manos de su hijo. Fue muy doloroso para muchos admitir que el joven se había transformado en un monstruo, capaz de querer matar a su padre.

Queridos amigos lectores, que importante es lo que recibe un niño durante sus primeros años de vida. Contención, educación, orientación y por sobre todo una gran cuota permanente de amor. Es en la niñez donde se van sembrando de manera constante una cantidad trascendente de valores que durante la vida se cultivarán y se mantendrán inamovibles.

Está escrito que un niño por si solo, no puede reconocer la diferencia entre lo bueno y lo malo y si nunca nadie se lo explica a tiempo, frecuentemente se sentirá descolocado, reiterándose la siguiente pregunta: ¿cuál es el sentido de mi vida?. La respuesta sería "para ser feliz, descubre quien realmente eres". Desgraciadamente, como escribió Bernabé Tierno, centrarse en la fama, las apariencias, el éxito fácil e incluso en algo tangible como el dinero, es apostar por lo efímero, lo perecedero. Solo las acciones que realizamos con el alma vuelven a ella y permanecen. El aprender a respetar desde pequeños a otros, los espacios ajenos, las opiniones diversas, los sentimientos de todos, permite crecer en un ambiente de solidaridad y necesaria empatía.

Vivir centrados en lo superfluo, en el que dirán, en la periferia de las cosas, no permite al ser humano persistir en la búsqueda de sí mismo hasta encontrarse y aceptarse con felicidad.

Poner limites a tiempo de manera rigurosa también es una forma de decirle a un niño, te quiero y porque te quiero, te exijo, te controlo, te contengo y educo dejando siempre tus alas abiertas para que vueles sin miedo.

Al escribir estas líneas he recordado la cantidad de veces que los niños se tiran boca abajo en el supermercado, cuando la madre o el padre le niegan algo que en ese instante quieren y cómo vemos las diversas reacciones de los adultos, algunos transando de inmediato, otros dejando que el pequeño llore hasta que se calme y algunos descontrolados por la situación jurando las penas del infierno. En momentos como aquellos se define el futuro de cada hijo.

Qué hacer con la educación

Falencias estructurales reflejadas en las clases online, el "sacrilegio" de debatir protocolos y el posible descalabro en el aprendizaje, son el fiel reflejo de que la educación vive de extremos.
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La pandemia ha desnudado falencias graves en la educación. Partiendo por lo estructural, pasando por el pensamiento dogmático y cuadrado de personas vinculadas al tema, también por la falta de herramientas para evitar un posible descalabro de marca mayor en el aprendizaje de los alumnos y además por la instalación de una especie de "tabú" en cuanto al debate del regreso a clases a zonas avanzadas en el plan Paso a Paso.

Lo estructural se refiere a la ausencia de un protocolo o programa uniforme para implementar buenos métodos del trabajo a distancia, donde hay alumnos con mejor acceso a plataformas, mientras que otros carecen de un buen equipo -o simplemente no lo tienen- y el Internet depende del lugar donde viven. Conocidos nacionalmente son los casos de niños y adolescentes que deben subir a un techo o a un cerro para poder estudiar.

Por otra parte, los pensamientos cuadrados han sido la constante estos últimos meses. Desde el ministro de Educación, Raúl Figueroa, quien no ha logrado convencer con su plan de retorno a clases y se ha enredado demasiado en aseveraciones que chocan con un muro al otro lado llamado Colegio de Profesores, con el que no hay un trabajo conjunto.

Pareciera que Figueroa lucha casi en solitario, sin seremis que potencien el mensaje e incluso con desavenencias con sus pares, como cuando comparó el uso de las salas por el plebiscito y para fines educacionales: "No tienen ninguna relación", dijo con certeza el ministro de Salud, Enrique Paris.

Lo más lamentable es que ha sido calificado hasta de "porfiado", lo que termina desautorizándolo, cuando hay algo que dice y que requiere ser mirado mucha atención: el perjuicio mental y social que están sufriendo miles de adolescentes y niños.

Al otro lado el Colegio de Profesores tampoco se mueve de su cuadrado. Efectivamente es riesgoso que los menores vuelvan a clases si la situación epidemiológica no lo permite, pero pareciera que solamente instalar el debate en zonas que están avanzadas en el Plan Paso a Paso, termina siendo un tema tabú o hasta un sacrilegio, lo que no puede suceder porque finalmente esto se trata de conversar los temas y se debe recalcar que se trata de "conversar" y no exigir una vuelta. Hoy se puede abrir comercio, desordenado incluso, se puede viajar aglomerados entre ciudades, regiones y provincias, pero de las clases mejor ni hablar.

La educación vive de extremos. Si es que los alumnos no están en una sala no hay aprendizaje, si es que no hay un buen internet tampoco, si es que el colegio o escuela no tiene buena plataforma tampoco, si es que alguien quiere debatir un regreso es calificado de "monstruo"...

La educación no se supo adaptar a la pandemia, la que no sabemos cuándo terminará. Habrá que ver cuál fue el daño del aprendizaje en un sistema que requiere cambios estructurales con o sin coronavirus.