Evalúan otorgar permisos a organizadores de ollas comunes en Copiapó
CRISIS. Desde el Gobierno Regional analizan la opción considerando que se trata de "ayuda humanitaria", en tanto que el municipio "está gestionando salvoconductos" y los dirigentes vecinales relataron cómo se organizan en plena cuarentena.
El intendente de Atacama, Patricio Urquieta, señaló que están evaluando la posibilidad de otorgar permisos a quienes organizan ollas comunes, toda vez que estas actividades suponen una importante "ayuda humanitaria".
La primera autoridad regional, entendiendo que las ollas comunes corresponden a "ayuda humanitaria" en periodo que se está promoviendo el evitar el desplazamiento de las personas al interior de los sectores donde hay más aglomeraciones o más densidad poblacional, afirmó que "necesitamos en este caso atender esa prioridad con un permiso que se puede considerar por la autoridad policial, evaluando las condiciones en las cuales se ejerce también esa actividad", afirmó la primera autoridad regional.
Para Urquieta, los permisos se extenderían "en la medida que corresponda a un territorio acotado, que las condiciones permitan que sean ciertas personas las que estén participando y también con un grupo determinado de beneficiarios, eso se evalúa por la autoridad policial para facilitar la autorización para las personas que estén llevando a cabo esta tarea".
Cabe resaltar que los organizadores de las ollas comunes pidieron a las autoridades que les tiendan una mano, otorgando los permisos correspondientes para dar continuidad a esta cadena de auxilio a la comunidad.
Dicha petición fue respondida también desde el municipio de Copiapó, quienes respondieron que "estamos gestionando los salvoconductos de los organizadores y voluntarios de las ollas comunes que forman parte del programa de apoyo de este tipo de iniciativas", aunque también acotaron que "el municipio solamente está gestionando los permisos con las organizaciones sociales con que está trabajando en conjunto".
Campamentos
En los campamentos de la capital regional, las ollas comunes suponen una gran ayuda para los pobladores y sus familias. Por eso los dirigentes afirmaron que hacen "malabares" para seguir con estas actividades pese a las restricciones propias del confinamiento, siendo su principal preocupación, el hecho que puedan ser eventualmente multados o sancionados por los agentes fiscalizadores.
Al respecto, Francisco Mora, presidente del campamento Lomas 1, partió relatando que "estamos reunidos con los campamentos Lomas 2 y Lomas 3, haciendo ollas comunes los días miércoles y domingo, y los días jueves hacemos chocolatadas para los niños". y agregó que "no solo ayudamos a la comunidad, a la gente en situación de calle igual (les ayudamos)".
Entre los tres campamentos antes mencionados, suman en conjunto 225 familias. "Nosotros estamos haciendo 350 a 380 raciones de comida a la población, aparte hacemos 60 porciones para la gente en situación de calle", enfatizó Mora, quien explicó de paso que "nosotros salimos a repartirlas (las raciones) casa por casa, como tenemos permiso circulatorio por nuestra comunidad, pasamos casa por casa entregando las raciones".
Sin embargo, el permiso vence el próximo 15 de agosto, razón por la cual Mora pide "a las autoridades conseguir los permisos, a veces tenemos que salir a buscar las cosas que nos faltan y tenemos que usar de nuestros propios permisos para hacer las ollas comunes".
Por otra parte, Marisel Gallegos, secretaria del campamento La Pérgola, admitió que el miedo a una sanción las paralizó. "La mayoría de la gente trabaja en las parras, entonces la olla común es una gran ayuda, pero últimamente no las podemos hacer, porque no tenemos los permisos. Entonces es imposible salir de casa por el miedo a que nos saquen un parte, no hemos podido hacer nada desde el inicio de la cuarentena", reconoció "Michelle", como la reconocen sus propios vecinos.
Previo al inicio de la cuarentena, Gallegos detalló el beneficio que implicaba la organización de ollas comunes en la población. "Acá en La Pérgola somos 45 familias, entonces eran como 160 raciones que hacíamos por olla común, las hacíamos cuando podíamos", dijo la dirigenta.
Quienes si se las han arreglado para "parar la olla", han sido los pobladores del campamento Candelaria. Su presidenta, Luisa Veliz, comentó al respecto que "estoy haciendo olla común dos veces a la semana, los días miércoles y los días sábado" y agregó que "el municipio me dio un permiso (desde las 9 a 14 horas, que vence el 15 de agosto), un salvoconducto, pero para hacer la comida no más, porque la comida los vecinos vienen a retirarla en la sede".
En relación a la cantidad de porciones de comida, Veliz argumentó que "hacemos 150 raciones para 59 familias que hay en el campamento".
Pero a veces, surgen situaciones en las que necesitan movilizarse por temas logísticos. En esa línea, la dirigenta del campamento Candelaria dijo sentirse "entre la espada y la pared".
"Si voy sin el permiso, puedo tener la mala suerte que me controlen y me multen", planteó Luisa Veliz.
Finalmente, la presidenta de la Asociación de Campamentos de Atacama, Ruth Collao, comentó respecto de las inquietudes de los dirigentes vecinales que "hay gente que la está pasando mal y en casi todos los campamentos hay ollas comunes, en la gran mayoría, y no puede ser posible que los dirigentes vayan a escondidas y con miedo a ser detenidos".
Pese a las restricciones de movilidad, la gestión que han realizado los dirigentes vecinales por las ollas comunes ha sido calificada por Collao como "un trabajo hormiga" y justificó sus dichos apuntando al perfil de sus beneficiarios.
"Son familias que están en situación de cesantía y no reciben aportes monetarios para solventar a su gente", explicó la presidenta de la asociación, quien finalizó su intervención afirmando que "estamos ayudando a aquellos campamentos que están fuera del catastro (del Minvu), porque son dirigentes nuevos que no tienen mucha gestión y nosotros estamos apoyando con ollas comunes".
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