Riesgo financiero y coronavirus
El impacto del coronavirus en los estados financieros de las empresas a todo nivel ha sido evidente y no solo en la mayoría de las empresas manufactureras en todo el mundo que importan una gran variedad de productos desde China, Estados Unidos y otros países afectados por la enfermedad.
Dichas empresas dependen de la venta para alcanzar sus objetivos financieros y se han visto inevitablemente afectadas, con impactos a corto plazo y secuelas a largo plazo. Los problemas de solvencia financiera, incumplimiento de convenios, reducción de operaciones en adquisiciones e inversiones, disminución del consumo, así como la producción y envíos internacionales afectan a los estados financieros y desencadenan indicaciones para mitigar estos riesgos en las industrias afectadas -o contagiadas- directa e indirectamente.
En Chile, diversas empresas de distintos sectores industriales han disminuido el número de trabajadores y los salarios, acogiéndose a las leyes de protección social. Esta no es la solución ya que el desafío empresarial está en que este impacto sea de corto plazo, buscando, por ejemplo, optimizar la tecnología y potenciar el comercio electrónico para que sus operaciones se mantengan, aunque sea a un nivel reducido, pero asegurando algo de liquidez.
Así las cosas, será necesario que el Gobierno y las autoridades del sector financiero también apuren el tranco en la adopción de medidas tributarias para inyectar liquidez a la economía nacional y evitar su anunciada decadencia para el 2021.
Guillermo Fuentes Contreras, Director Carrera Contador Auditor, UCEN
Parlamento, la legitimidad del reemplazo
Nadie esta obligado a lo imposible, versa el dicho popular, a nadie se le puede exigir realizar una labor que no le agrada o ya no le motiva, así como estar en un lugar donde no se siente útil. Esto podría ser un principio básico en la vida de cualquier ciudadano o ciudadana, sin embargo, para los o las parlamentarias este principio no se aplica de manera natural o lógica, no importando la cámara a la que se refiera. Ellos y ellas, en rigor, no pueden renunciar.
Al respecto, la ultima semana de julio nos entrego un nuevo cambio de gabinete, que llegó con algunos nuevos ministros o, visto desde otro punto de vista, nos despojo de cuatro parlamentarios, sin costo alguno para ellos, para sus coaliciones o partidos. El proceso de reemplazo es simple, lo definen los propios partidos en los que militan, punto; es decir no existe un procedimiento que tenga una vinculación con el origen de sus cargos, es decir la voluntad de la ciudadanía.
Si fuese un relato, tendríamos que decir algo así como que terminan desempeñándose en un cargo para el cual no fueron electos y llegan otros u otras, que no cuentan con el respaldo de la ciudadanía y los votos de sus electores no son tomados en cuenta o no reconocidos a la hora de su cese como parlamentarios y lógico, el reemplazo. Lo anterior, adquiere mayor complejidad cuando se miran las cifras de aprobación del congreso, que no superan un digito, lo que sin duda es un problema para el poder del estado que tradicionalmente se identifica con la representatividad del pueblo. Esta realidad negativa y desafiante, no genera una respuesta clara del congreso, la cual debiese estar orientada en tomar medidas correctivas que se orienten a mejorar la adhesión por parte, justamente, de sus representados. Hoy existen compañeros y compañeras de listas de los parlamentarios, del mismo partido o pacto, gracias al termino del binominal, podría ser una solución cuyos componentes estarían a disposición de una pronta implementación. Al respecto, las soluciones son variadas, elección acotada al espacio y bloque, partido correspondiente o internas de los mismos o establecer el reemplazo al instante de la inscripción de las candidaturas.
Teniendo claro que el reemplazo de los parlamentarios es un camino necesario, es relevante restringir en este marco y lograr establecer mecanismos diferentes a los actuales, que resguarden el principio del nacimiento del cargo y su función de representación de sus votantes. En definitiva, que tenga algún costo o trabajo para los partidos que sea parte de la decisión y no solo un proceso administrativo de menor relevancia con relación a la elección de los y las ciudadanas. Mayor legitimidad, confianza y valoración del congreso es una necesidad imperiosa; y mejorar el reemplazo vinculándolo a sus electores es el camino o al menos una manera de minimizar los costos para este poder del estado.
Rafael Pizarro