El transporte público en la 'nueva normalidad'
Señor Director:En tiempos de emergencia sanitaria se han podido vislumbrar algunas situaciones que permanecían ocultas en tiempos normales o que no queríamos ver, pero que siempre estuvieron allí; en particular, aquellos temas relacionados con la desigualdad y la vulnerabilidad social que está sufriendo una parte importante de los habitantes de nuestro país.
Esa vulnerabilidad también se presenta en las posibilidades de movilidad, donde gran parte de la población no tiene más opción que utilizar el transporte público. En los actuales tiempos de movilidad restringida, es posible ver más de 20 personas a menos de 1 metro de distancia en micros y metro, la duda surge entonces: ¿qué pasará cuando tengamos que retomar nuestras actividades habituales y cómo haremos cumplir las condiciones impuestas por la autoridad sanitaria en el transporte público? Nuevamente estamos frente a una situación que afectará a ese amplio sector de la población más vulnerable de la sociedad, que vive en condiciones de hacinamiento en sus viviendas y también en el transporte público, condicionantes que aumentan las probabilidades de contagio.
Una medida costosa, pero necesaria es el control de acceso, el cual podría traer un aumento en los tiempos de traslado, dado que se transportará menos personas por micro o por vagón de metro; y ahí surge otra pregunta ¿cómo se controla esto en regiones, donde el transporte público tiene poca regulación por parte de la autoridad y se "autoregula" de acuerdo con la conveniencia del negocio del privado? (es su fuente de ingreso, están en su derecho); ya vimos esta semana una reacción negativa de los transportistas a la baja de tarifa para los adultos mayores.
La situación de emergencia no es privativa de la capital o las grandes ciudades, sino de todo el país; tenemos la oportunidad de repensar las políticas de transporte público urbano e interurbano a nivel nacional, donde vasta con salir de la zona urbana de Santiago, para ver la inequidad que existe. Además, debería analizarse seriamente la posibilidad de escalonar los horarios de entrada/salida a los trabajos a nivel nacional; es decir, cambios de hábito que requieren el esfuerzo del país en su conjunto, y no solo del sacrificio de los de siempre, además de incorporar a las regiones y zonas rurales del país, donde en muchos sectores tienen una única opción de traslado para satisfacer sus necesidades básicas.
Dr. Alejandro Torres.Académico Escuela de Ingeniería, UCEN
Escuela de Grumetes: 152 años de historia
Desde los orígenes de nuestra marina hubo dificultades para dotar a los buques de las tripulaciones necesarias para desarrollar las maniobras elementales que requiere toda nave de guerra.
Los primeros intentos por tener una escuela formadora de las tripulaciones de los buques de la Marina de Guerra de Chile se remontan a 1846, cuando se creaba la "Escuela de Aprendices de Marineros", la que funcionaría a bordo de los buques mercantes de matrícula chilena, no perdurando en el tiempo.
Los comandantes Juan Williams Rebolledo y José Anacleto Goñi, plantearon la necesidad de contar con un plantel formador para las futuras tripulaciones de los buques de guerra de Chile. De esta manera el 3 de julio de 1868 finalmente se crea la "Escuela Elemental y Profesional de los Aprendices de la Armada", actual "Escuela de Grumetes", siendo esta una de las más importantes consecuencias navales de la guerra contra España.
Para ser admitido en la Escuela se requería la edad de 10 a 14 años, es decir niños y entre los requisitos exigidos para el ingreso estaba el que los niños fueran de débil condición económica, con esto se pretendía rescatarlos de la pobreza y convertirlos en hombres útiles a la Patria, en el ámbito naval.
El 9 de abril de 1871, a raíz de un accidente ocurrido en el vapor "Valdivia", murió ahogado el aprendiz José Olguín, convirtiéndose en el primer caído en servicio del grado de Grumete en una escuela.
Durante Guerra del Pacífico, las labores de la Escuela de Grumetes estuvieron suspendidas, sin embargo, es posible rescatar desde algunos documentos oficiales y relatos de la época el resultado de lo que fue la tarea de formar a las primeras generaciones de Gente de Mar que tuvieron su prueba de fuego en este conflicto armado.
A principio del siglo XX se contaba con un promedio de egresos de 125 grumetes al año, en circunstancias que se necesitaban 300. Analizada esta situación, tras varias opciones, se optó por construir una escuela apropiada en la isla Quiriquina, en la Bahía de Talcahuano.
En 1910 la Armada inició la construcción de los edificios de la escuela el que contaba de dos pabellones, en el medio un patio central, un edificio de administración y enfermería de dos pisos, panadería y cocina.
Hoy en día, los jóvenes que deciden embarcarse en la aventura de ser marinos, ingresan a una Escuela con una sólida educación, basada en seis modelos de formación, acreditada por la Comisión Nacional de Acreditación y manteniendo, tal como en sus orígenes, su carácter gratuito y sin ningún cobro para los alumnos.
Armada de Chile, Tercera Zona Naval