Covid-19: una oportunidad para hablar sobre la muerte
Represento un grupo de personas, de entre 50 y 70 años, en que la muerte se ha aparecido como una posibilidad real y tangible en esta pandemia. La enfermedad por el nuevo coronavirus (covid-19) no ha reconocido límites y ha matado en vivo y en directo a miles de personas. La alta transmisibilidad del virus no hace diferencias en el color de la piel, los estratos sociales ni la religión. En ausencia de una vacuna, la mayoría de nosotros en algún momento contraerá la infección. En la mayoría de los casos será un malestar general, dolores musculares, fiebre y tos. En otros, cerca del 5% de los contagiados, el coronavirus producirá una neumonía y, si esto ocurre, la posibilidad de fallecer aumenta considerablemente.
El manejo de la neumonía es básicamente sintomático, ya que no existen medicamentos que la prevengan ni la controlen, sino las propias defensas del individuo. Al principio será el uso de oxígeno por mascarilla, luego de algunos dispositivos no invasivos que facilitan la respiración y pueden prevenir la fatiga de la musculatura respiratoria. Si esto no es suficiente, situación que ocurre en hasta el 50% de las personas con neumonía, debemos dormir al paciente y conectar su sistema respiratorio a un ventilador que permite sostener la oxigenación, mientras los pulmones se encuentran afectados y las defensas del individuo intentan vencer al virus. Estos tratamientos en la UCI son muy complejos, requieren de un equipo altamente calificado e incluso así la mortalidad oscila entre el 30% y el 50%.
A mis 60 años, si me contagio con el coronavirus, mi posibilidad de tener una neumonía es del 5%, de caer en ventilador entre 2 y 3%, y de fallecer, cercano al 1%. Una posibilidad baja, pero tangible y real. Ahora, si tengo una menor reserva cardiovascular, lo que va ocurriendo normalmente después de los 50 años, esta posibilidad aumenta. Por eso la mortalidad en la gente joven es bastante más baja y aumenta en aquellos que tengan mayor edad, patologías asociadas, alguna enfermedad debilitante, tabaquismo u obesidad.
Sin embargo, todas estas cifras pueden aumentar si hay un colapso del sistema de salud, situación que ha sucedido en otros países. Por eso la importancia de acatar las instrucciones, en el sentido de mantener el distanciamiento social cuando así lo indique. La protección de la salud debe ir de la mano de la protección de la economía, ya que esta también trae problemas de salud: desempleo, depresión, violencia. Así, las autoridades deben ir apretando y soltando la cuarentena, en una ecuación compleja, según los mapas epidemiológicos que varían día a día.
Aprovechando el confinamiento en que estamos todos sometidos, los invito a hablar de la muerte o mejor, de la otra vida. Comentar cuáles son nuestros miedos y nuestras esperanzas. Esto nos permitirá tomar decisiones anticipadas, las correctas, en situaciones complejas, de urgencia vital. También, entendiendo que la muerte es un fenómeno constitutivo de nuestra condición humana, nos ayudará a disfrutar estar vivos. Si le parece un tema complejo de abordar (sin duda, lo es), aquí va una idea: ¿cómo queremos que rece nuestro epitafio?
*El doctor Guillermo Bugedo es profesor de Medicina Intensiva de la Pontificia Universidad Católica de Chile