El avance de la tecnología también trae consigo cambios en las formas de agresión a nivel escolar, lo que podría acentuarse con la pandemia. Eso al menos se podría deducir en el marco de las modalidades de clases online donde no hay contacto físico, pero eso no quiere decir que el acoso vaya a detenerse y podría ser el Internet la herramienta primordial para aquello. Esto podríamos sustentarlo en las cifras de 2019. La Superintendencia de Educación informó que el ciberacoso subió un 7,1% respecto a 2018, mientras que el maltrato a estudiantes cayó un 21%.
El combate al bullying plantea protocolos y acciones propios de los espacios físicos de los recintos educacionales, pero actualmente tenemos una dependiencia inevitable al mundo virtual, donde los ataques terminan siendo invisibles para los padres y apoderados, pese a que los menores estén más tiempo en casa.
Los factores son múltiples. Hay alumnos que no tienden a denunciar con la idea de evitar "consecuencias", el mayor tiempo libre puede generar más acciones de asedio y controlar todo lo que hacen los menores es demasiado difícil, especialmente con quienes entran a la etapa de adolescencia, a a lo que se suma la carga que ya tienen los padres en medio de la pandemia.
Pareciera que el apoyo estricto de las mallas curriculares debe ir acompañado de observaciones sobre lo que está ocurriendo al interior de las viviendas.
El Ministerio de Educación pone énfasis en que las clases online no son las mismas que las presenciales y que pueden provocar pérdida de aprendizaje y contenidos -lo que según expertos puede ser más recurrente en quienes cursan primero básico-, pero puede estar alejando de su radar el ciberacoso cuya dimensión desconocemos y puede afectar incluso de la misma forma que la ausencia de enseñanza al interior de las aulas.
Depresión, trastornos y la pérdida de interés en estudiar son parte de las consecuencias del acoso por internet, que puede convertirse en una intersante herramienta para los alumnos, pero que también tiene aquel lado funesto.
Los padres deben indagar en esta materia y preguntar a los suyos, pero no parece justo recaer la responsabilidad en ellos. En medio de la pandemia enseñar, trabajar y rezar para que no haya un corte de luz o de internet, ya parece suficiente y se hacen necesarias las redes de apoyo.