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ENTREVISTA. Héctor Almandoz, el DT de Deportes Copiapó recordó la época dorada que vivió como jugador en Vélez Sarsfield:

"Tuve la suerte como futbolista de tocar el cielo con las manos (...) hoy anhelo lo mismo como entrenador"

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Rodrigo Caballero Pizarro

Héctor Almandoz (52) nació en Morón, Argentina, un 17 de enero de 1969, un año después de la obtención del primer titulo en la era profesional de Vélez Sarsfield, logrado en 1968 de la mano de un goleador innato llamado Carlos Bianchi.

Con el correr de los años, Almandoz creció e hizo sus primeras armas como futbolista profesional en 1988 defendiendo los colores de Quilmes, luego en 1990, llegó a Vélez Sarsfield. "Vélez siempre fue una institución modelo, con una gran cantidad de socios, un grande con una gran cantidad de actividades, pero no salía campeón hace muchísimos años" partió diciendo el otrora defensor, quien agregó que "en el fútbol siempre te marca el ser grande, y para ser grande (a Vélez) le faltaban esos campeonatos a nivel sudamericano y mundial".

Es en ese contexto que el actual director técnico de Deportes Copiapó conversó con El Diario de Atacama, sobre la época dorada que terminó de situar al "Fortín" como un equipo grande del fútbol argentino, siendo él un participe activo de ese glorioso conjunto que se consagró campeón - de la mano de un "Europeo" Carlos Bianchi - de la Copa Libertadores en el primer semestre y monarca del mundo tras levantar la Copa Intercontinental en diciembre del año 1994.

La obtención del Clausura 93 ¿Considera usted que un título "bisagra" para lo que vino después?

- Hace 25 años que Vélez no salía campeón del campeonato local, y bueno, el haber logrado ese torneo en el fútbol argentino le volvió a la institución esa ilusión de conseguir esos títulos internacionales que pudimos lograr, fue una camada y una continuidad de títulos que hicieron de Vélez un grande de verdad.

No llegaban como favoritos a la Copa Libertadores pero ¿Cómo sortearon la fase grupal con lo difícil que les tocó?

- Fue terrible desde la primera fase, el grupo era Palmeiras, Cruzeiro, Boca y Vélez, para todos era casi normal que Vélez quedase afuera y la verdad es que clasificamos a falta de una fecha para el término de la fase e grupos. Habíamos hecho una zona y una llave muy buena, importante, ahí empezamos a tomar conciencia que podíamos lograrlo, que podíamos estar a la altura de lo que fue la Copa Libertadores en ese momento.

En octavos de final frente a Defensor Sporting de Uruguay tuvo bastante protagonismo...

- Desde todo punto de vista tuve protagonismo, porque tuve la suerte en Uruguay de hacer el gol y la mala suerte que en la jugada del gol me lastima la rodilla el arquero y me rompió el cartílago, así que más allá de esa alegría que terminamos empatando el partido 1-1 en la ida, en la vuelta jugué infiltrado, porque no podía caminar, tenía la rodilla muy hinchada, pero no quería perderme el partido, me dio hasta ese juego, terminé el partido y me tocó patear uno de los penales. Después de esa clasificación de octavos deciden operarme, y estuve casi tres meses en recuperación.

Dicen que detrás del penal que ejecutó frente a Defensor Sporting hubo una historia ¿Qué paso con este tiro desde los 12 pasos?

- En la definición por penales todos pensaban que lo iba a patear fuerte, porque siempre me caractericé por ser un defensa duro, aguerrido, con carácter, no era mucho de sutilezas ni de ser un defensor hábil, era lo otro, siempre me gustaba ir al límite y me jugaba la vida en cada pelota.

Pero cuando fui a patear ese penal, no sé cómo levanté la cabeza y al arquero lo vi que se fue a su mano derecha y la toco despacio a su izquierda y mi viejo pobrecito (QEPD) le dio un pre-infarto y no pude no festejar cuando terminó el partido, me tuve que ir con él al hospital, así que bueno, una anécdota de las tantas que viví con mi gran padre, que fue un artífice de mi personalidad y mi ambición de buscar el éxito.

¿Hubo algún malentendido con Carlos Bianchi cuando se recuperó de la lesión?

- Yo estaba listo para jugar la primera final en Liniers, y Carlos en un momento me vio como convencido, que estaba cerca de llegar ese momento y me había dicho que quería que jugara la final y yo pensé que ese partido lo iba jugar, porque estaba preparadísimo, embaladísimo, venía con un amor propio y unas ganas de poder recuperar el tiempo que estuve afuera y ayudar a mis compañeros simplemente... y bueno no, decidió que no. La verdad es que en la semana me agarró una calentura terrible, pero el hombre (el DT) era tan simple, tan sencillo que me vio a hablar al vestuario y con algunas palabras muy claras me dijo "Héctor, quedáte tranquilo, que yo te necesito en el Morumbí" y la verdad es que con cuatro o cinco palabras me volvió a dar vida, se me fue la calentura de no poder estar en la primera final y pude estar en el Morumbí, que más allá de perdimos 1-0 tuve una gran participación.

En la idea Vélez ganó 1-0 y en la vuelta perdió por idéntico marcador, pero el gol de Sao Paulo fue mediante un penal bien dudoso, ¿Quién hizo la falta?

- Esa no te la conté pero me faltaba esa, me cobraron el penal a mí con Palhinha, un delantero muy peligroso brasilero y los árbitros en esa época... era difícil, jugar contra un equipo que estaba para lograr la tercera Copa Libertadores consecutiva, que tenían la fiesta armada, estaba todo listo para que Sao Paulo saliera campeón, pero se encontró con una muralla, con un Vélez Sarsfield que los brasileños no pensaron que iba a ser tan duro.

La verdad es que me cobraron un penal increíble, que había sido fuera y que tampoco había sido falta, fue medio dudoso, pero arbitro no dudó ni un segundo, cobró el penal y se vino el estadio abajo. Y bueno, ahí tuvimos que aguantar y ser fuertes, tener la pelota cuando se podía porque Sao Paulo tenía un equipazo y atacaban por todos lados. Los pudimos aguantar y llegamos a esos lindos penales, además tuvimos la posibilidad de tener un monstruo en el arco como lo es Chilavert.

A usted en esa tanda de penales le tocó patear el cuarto tiro ¿Qué pasó por la cabeza de Almandoz cuando fue al punto penal?

- Usualmente los jugadores van caminando, pero Almandoz no, Almandoz fue trotando, tenía tantas ganas de patear ese penal, tanta seguridad (...) Zetti era un arquero de una estatura muy impresionante, una altura terrible, que cuando abría los brazos parecía que cubría todo el arco, imagínate el chiflido, 100 mil brasileros chiflándote, lo único que me quedaba fue romperle el arco. Tuve la suerte de meterla con mucha firmeza allá bien arriba y fue una alegría enrome cuando la pelota toca la red.

Tras la consagración en América, faltaba la final de la intercontinental con el Milan ¿Cómo venían ustedes y el rival de turno?

- El Milan venía ganarlo todo, de darle un baile impresionante al Barcelona (4-0 en la final de la Champions) para muchos Vélez ya estaba hecho, que con ganar la Copa Libertadores ya habían hecho algo muy importante, pero para nosotros no, nosotros lo pensamos que podíamos ser campeones del mundo.

¿Cómo prepararon esa final contra el equipo italiano?

- Para el Milan era una final mas, pero para nosotros era algo único, por eso nos fuimos una semana antes (a Tokio), nos fuimos comprometiendo, nos fuimos acostumbrando, fuimos agarrando confianza en el día a día porque nos jugábamos la vida. Porque tal vez era la única vez que íbamos a poder jugar esa final y así fue.

La jugamos como la soñamos y como la habíamos preparado, con mucho carácter y amor propio. Quizá el Milan tenía muchísima jerarquía, pero nosotros y queríamos quedar en la historia y salimos campeones del mundo.

Primero fue el penal de Trotta (a los 50') después de una jugada donde agarraron al tucu Flores, y después bueno el turco Azad que nunca dio por perdida esa pelota, teníamos ese contagio que fue importantísimo, fue un 2-0 que después pudimos aguantar y juntos logramos eso que muy pocos tenemos la suerte de lograrlo que es salir campeones del mundo.

Volviendo al presente, ¿Cómo transite esa experiencia en sus jugadores ahora como DT?

- Yo siempre lo digo, tuve la suerte como futbolista de tocar el cielo con las manos, porque haber logrado lo que logré y lo digo con muchísima humildad, tuve la fortuna de lograr no solo la Libertadores, sino que la Intercontinental , la del mundo, me siento un privilegiado en poder ganarla y ser participe de ese plantel ganador con esa ambición que teníamos.

Hoy anhelo lo mismo como entrenador, todo llega con mucho trabajo, con mucho sacrificio, con mucha personalidad y aspiro a lograr cosas importantes. Dios dirá, pero me gustaría lograr como entrenador en parte lo que logré como jugador.