PSU de Historia
Señor director: Con consternación nos hemos enterado de la decisión adoptada por el CRUCH de suprimir la Prueba de Selección Universitaria de Historia. La preocupación se acrecienta, cuando al mismo tiempo se informa que las personas que no pudieron rendir pruebas de Ciencia, Lenguaje y Matemáticas contarán con una oportunidad para repetirla a fin de mes. Los motivos aducidos por el CRUCH para suprimir la prueba de historia, dicen relación con la existencia de dificultades logísticas.
Con esta medida se está vulnerando la fe pública, en cuanto se espera que los estudiantes que ingresen a las carreras que consideran dicha prueba posean determinados conocimientos mínimos, situación que ahora será imposible de constatar.
Vemos con amargura como el CRUCH se suma a la desvalorización del conocimiento histórico, reduciéndolo a un rol secundario y prescindible, además de negar el carácter central que éste debería tener en la formación del estudiantado. Dicha tendencia ya se había hecho notar en la decisión del Consejo Nacional de Educación, avalada por el Ministerio de Educación, que había eliminado la obligatoriedad de la asignatura en los dos últimos años de educación secundaria científico-humanista. Ambas decisiones evidencian un problema mayor, como es la elitización del acceso al conocimiento histórico en el sistema escolar. Sólo aquellos establecimientos que tengan la voluntad explícita y los recursos para preocuparse por la enseñanza de la historia formarán ciudadanos con conocimiento cabal de su pasado, capaces de aproximase críticamente a la memoria histórica. Mientras tanto, el conjunto de los administradores del sistema educativo dan la señal de que la historia es un conocimiento innecesario. En "tiempos recios" como los actuales, cuando más necesitamos ciudadanos con insumos para enfrentar el debate político con civilidad y racionalidad, medidas como ésta son incomprensibles.
Joaquín Fernández Abara, director (s) Escuela de Historia Universidad Finis Terrae
Voto obligatorio y participación ciudadana
Si bien la participación en los procesos electorales nunca ha dejado de ser un deber cívico, por estos días se discute en el Congreso Nacional, un proyecto de reforma constitucional que, de acuerdo a sus fundamentos y al texto propuesto, busca restablecer la obligatoriedad del voto en los procesos electorales.
Sea por cuentas electorales o por genuino arrepentimiento del cambio realizado el 2012, hoy se pretende legislar cambiando el régimen actual, sin advertir las dificultades, que en el corto o mediano plazo, implicaría un cambio en el debido resguardo de las consecuencias en términos prácticos.
El proyecto discutido plantea la medida como una solución a la crisis por la cual atraviesa el país, pero lo cierto es que gran parte de quienes protestan no ven en las soluciones políticas acogida a sus demandas de raíces económicas y sociales.
Frente a ello, y en el contexto de un debate de fondo para restablecer la obligatoriedad, parece más sensato que quienes postulan a representar a la ciudadanía, busquen la manera de seducir con sus ideas al electorado al punto de movilizarlos a votar. Para ello por estos días la nitidez y el sentido común pueden ser una buena fórmula.
Más allá de la reforma, todo indica que, al margen de la discusión y del resultado de la votación en el Congreso sobre esta reforma constitucional, dependerá en definitiva del gobierno si se lleva a efecto tal obligatoriedad.
La reposición de la multa correlativa para quienes no participen, en el escenario de la reforma aprobada es, sin duda, de responsabilidad e iniciativa del ejecutivo.
Arturo Squella, ex diputado, director del Centro de Derecho Publico y Sociedad de la Facultad de Derecho y Gobierno de la USS
Nuevas fuentes de energía
Recientes escándalos ambientales, como el incendio en Australia y la nube de humo que se ha podido apreciar desde distintos puntos del planeta, o la cada vez más preocupante escasez hídrica, no hacen más que ponernos a prueba como seres humanos.
La disyuntiva que debemos enfrentar es qué tan capaces somos de minimizar los efectos del calentamiento global desde los más distintos ámbitos. En este sentido, la industria energética ha estado dando claras señales respecto del camino que debemos tomar.
Generar energía a partir del calor que genera el sol -tal como lo demuestra un ambicioso proyecto en el que participa Bill Gates, y que permite acumular hasta 1.000° C- es un ejemplo que bien vale la pena comentar.
Con sistemas como ese que se desarrolla en California, distintos tipos de actividades, como por ejemplo fábricas de acero o cementeras, cuyos procesos de producción requieren altas temperaturas, podrían dar por cerrado el tema de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Zdenek Sobotka, CEO y fundador de Solek