Acuerdo por la paz y nueva Constitución
La fórmula que buscaron los partidos para calmar la temperatura de la crisis social va perdiendo forma y peso, lo que muestra cuán liviano puede llegar a ser un acuerdo tan transversal como el de noviembre.
El 14 de noviembre el "Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución", surgió de manera tan rápida y sin divergencias, que se hacía raro que no hayan ocurrido impasses. Estos son constantes en temas mínimos de la política, por lo que el cambio de la Carta Fundamental debía -por lógica- ser al menos cuestionado.
A casi dos meses, esto finalmente se concretó aunque lejos del real debate que debiera haber, es decir de los argumentos de apoyo o rechazo a la nueva Carta Magna, sino que por las divergencias en el estado de violencia actual y la incertidumbre de cara al proceso de abril.
Ocho de nueve senadores de Renovación Nacional -entre ellos Rafael Prohens- y todos de la Unión Demócrata Independiente, manifestaron esta postura, mostrando cuán liviano puede ser un acuerdo entre distintos sectores políticos, incluso uno de los más trascendentales en la historia de Chile.
El abrazo del 14 de noviembre tiene el componente básico de "paz", pero cuesta entender que el horizonte de la firma haya estado supeditado a lo que pudieran o no hacer hoy los grupos violentistas. No hay que ser docto en sociología para entender que ni el más Nobel de los premios de la Paz puede asegurar una tranquilidad tal en el país en el corto plazo.
Los anarquistas no han conversado, no están conversando y no van a conversar, aunque las pensiones aumenten o haya una igualdad en los planes de salud de la mujer como ha ocurrido. Sus ideas van por otro norte, por lo tanto es un error que el acuerdo descrito no haya sido entendido por lo fundamental de todo esto: las continuas manifestaciones sociales de la gente en las calles.
Los graves hechos de la PSU pueden darle validez al argumento de la "incertidumbre" para el proceso del 26 de abril, pero ¿no se debe tomar en consideración la falta de incidentes en la consulta municipal?
Por otra parte ¿cuál es la autocrítica de la oposición? Las acusaciones constitucionales son muy válidas, pero el excesivo uso siembra dudas de su real sentido y es natural que hayan reparos, especialmente con los posibles dividendos políticos. ¿Cuál es el reproche de autoridades de oposición como alcaldes hacia la violencia con la destrucción de sus ciudades?
Hubo un mal uso de un instrumento como es un acuerdo fraguado a la temperatura del momento para calmar ánimos, pero que se va desmoronando dada la natural y totalmente válida posición ideológica de cada sector respecto a si quiere o no una nueva Constitución.
Ese es el problema, que cada sector transparente su postura, incluso que la haya cambiado respecto a si quiere o no una nueva Carta Magna, pero no buscar subterfugios.
Por mientras, los ciudadanos, a quienes deben cautivar, ven cómo la coyuntura de octubre fue aprovechada para firmas de un acuerdo del que hoy queda poco de acuerdo.