Médicos oncólogos
Las declaraciones que el Ministro de Salud Jaime Mañalich emitió ante la Comisión de Hacienda del Senado el 25 de noviembre, con motivo de la tramitación de la Ley Nacional del Cáncer, nuevamente tratan en duros términos a los médicos, específicamente a los oncólogos. No sólo coloca en tela de juicio las indicaciones terapéuticas que se entregan, que según sus palabras sólo estarían bajo el yugo de los intereses de la industria farmacéutica, sino que también cuestiona la capacidad formativa de las universidades chilenas y de las entidades convalidadoras para entregar cupos suficientes para la formación de especialista en cáncer o convalidarlos. Convencido de estos argumentos, algunos senadores presentes llegaron a mencionar que existe "una suerte de protección o cartel" de los especialistas que trabajamos en el área.
Estas afirmaciones son gravísimas y distan de la realidad. Como Sociedad Médica rechazamos categóricamente estas declaraciones y reiteramos nuestro compromiso de dar el mayor acceso a la medicina basada en evidencia, seguir condenando cualquier tipo de soborno y apoyar activamente la formación de nuevos especialistas. Ejemplo de este compromiso ha sido el trabajo con el Ministerio de Salud en el consejo asesor del Plan nacional del cáncer, en la creación de guías clínicas, en el comité que toma decisiones médicas de tratamiento de alto costo.
Creemos y apoyamos las demandas sociales de acceso a los tratamientos contra el cáncer expresados en el estallido social. Por lo que estas desafortunadas declaraciones del Ministro Mañalich se han transformado en "una barricada" en el camino para llegar a la anhelada Ley Nacional del Cáncer y a la paz social. Creemos que el gobierno debe tomar cartas en el asunto.
Directores Sociedad Chilena de Oncología Médica (SCOM)
¿Quién ó quienes certificarán?
Ante las declaraciones de varios rectores de universidades nacionales, en que dejan claramente establecidas sus grandes preocupaciones por la situación que se vive en el país, petitorios, agendas, constitución, votaciones, tipos de votos, manifestaciones dentro y fuera de sus universidades, las tomas, etcétera, pero nada, absolutamente nada dicen con respecto a la también muy preocupante perdida de clases de los estudiantes, por días, semanas, meses...
¿Quién ó quienes son ó serán las autoridades de las mismas universidades, ó externas ó ministeriales que se encargarán de certificar en detalle que todos los alumnos que han perdido clases, que no han estudiado en forma íntegra las materias que incluían los programas de cada curso semestral y/o anual finalmente los recuperen plenamente y que a la vez que fueron debidamente calificados en pruebas y que finalmente aprobaron sus cursos ya sea para continuar avanzando en sus carreras ó lo que es más importante y clave, para entrar en los procesos de titulación y la obtención de su título de profesional, ya sea como médico, ingeniero, profesor, sicólogo, terapeuta, etcétera, ó quedará en manos de los futuros pacientes, clientes, es decir de quienes contratarán sus servicios profesionales, los que deberán certificar sus conocimientos, dependiendo de los años en que estudiaron, en que universidad estudiaron, de cuántas clases perdieron, para decidir si los eligen ó no, por ejemplo como médicos para ellos ó sus familiares, y el mismo caso de otros tipo de profesionales?
Luis Enrique Soler Milla
Acércate más
Hace algunos días, Mario Waissbluth dio una serie de estadísticas desoladoras de lo que se viene incubando en nuestra sociedad: el primer delito antes de los trece años, más de un cuarto de los niños de Chile han sufrido algún tipo de violencia, los efectos de la droga en nuestra población penal, entre otras cosas. Esto, según él, es una de las causas del estallido social y son índices de una sociedad, lisa y llanamente, enferma. Desgraciadamente Mario tiene razón y da la impresión que no quiso agregar más datos a la carta, simplemente por no alargarla.
Pero en todo esto hay una paradoja que no podemos callar. Las organizaciones sociales que están trabajando con estas poblaciones afectadas no están desesperanzadas. ¿Y esto por qué? Porque pareciera ser que por más vulnerable, sórdido o apagado que sea un ambiente, siempre habrá personas capaces de romper con su fatalidad.
Robert Capa, aquel fotógrafo húngaro que retrató como nadie la miseria de la guerra civil española, decía una frase que bien podría aplicarse a este examen de nuestra sociedad: "si quieres fotos suficientemente buenas, tómalas suficientemente cerca".
Para tener el panorama completo de las cosas es bueno tener en cuenta también las historias de quienes escapan de las estadísticas. Ellos pueden ser un buen punto para la esperanza.
Juan Francisco Lecaros M. Presidente Corporación Simón de Cirene