El problema de la eutanasia
Los seres humanos somos por naturaleza seres de cultura. Pero la cultura no es algo que nosotros adquirimos conscientemente, sino más bien algo que nos impregna; en ella vivimos, nos movemos y existimos. El problema de la eutanasia, antes que un problema de leyes o de doctrinas, es un problema de cultura.
En la aparición de la eutanasia como problema, se refleja sobretodo un malestar de la cultura. Un malestar en relación al modo como estamos viviendo, un malestar en el modo en que estamos muriendo. Estamos viviendo solos y nos estamos muriendo solos.
Lo que el individualismo buscaba, finalmente lo ha conseguido. La pretendida autosuficiencia plena del ser humano, conduce a su máxima indefensión. La autosuficiencia no es mala. Es mala si se la entiende mal y es buena si se la entiende bien.
Como todo lo humano la autosuficiencia no es absoluta sino relativa. Dependemos del medio ambiente, dependemos de la familia, dependemos de la comunidad, dependemos de Dios. En cada una de esas dependencias, si las entendemos y las vivimos bien, crecemos; y si las entendemos y las vivimos mal, nos frustramos.
Pero ese entender y vivir es un entender y un vivir que se da en y a través de la cultura. Este sello cultural deriva del modo como nos relacionamos, de los valores por los que nos guiamos, de las opciones que tomamos, de las cosas que sabemos, de aquellas que ignoramos, de aquellas que admiramos y valoramos.
Quizá debiésemos atender al modo como estamos viviendo la vejez y el modo como estamos viviendo el sufrimiento. No estábamos preparados para la prolongación de la vida, no estábamos preparados para los nuevos sufrimientos.
¿Tenemos que aprender a darle un sentido a la muerte y un sentido al sufrimiento? Pienso que no, si le damos sentido a la vida, entonces la muerte y al sufrimiento pueden llegar a tener algún sentido. El problema no lo tenemos con la muerte, lo tenemos con la vida. Si no sabemos para qué se vive, menos sabremos para qué se muere. Si entendemos que se vive en dependencia, quizá podamos vivir, sufrir y morir menos solos.
Dr. Alejandro Serani Merlo, médico neurólogo y doctor en Filosofía, U. San Sebastián
Apoyo académico a deportistas
Con alegría nos informamos, recientemente, respecto a la reunión del Ejecutivo con el CRUCh para impulsar una iniciativa en apoyo a nuestros deportistas, lo que involucra la implementación de becas, vía de admisión especial y facilidades académicas; todo ello con miras de que sea "una política de educación superior".
Junto con ello, compartimos plenamente lo señalado por el gimnasta Tomás González, cuando alude a que se debe cambiar el sistema de evaluación, particularmente, cuando existen formas de calificar que no son necesariamente presenciales.
Como institución de educación superior cien por ciento online, somos testigos -diariamente- de cómo esta modalidad se ha convertido en una gran alternativa para miles de estudiantes, en especial, los deportistas, quienes compatibilizan sus horas de entrenamiento y exigencias diarias con estudios desde cualquier lugar; incluso, cuando por competencias internacionales o perfeccionamiento deben residir en el extranjero.
Hoy la posibilidad de realizar cualquier actividad y, paralelamente, lograr un título técnico o profesional es un hecho gracias a la exigencia, calidad y flexibilidad que entrega esta modalidad. La democratización del acceso a la educación superior que como instituto propiciamos desde hace 10 años, nos ha permitido apoyar al deporte chileno, haciendo entrega de becas y generando diplomados acorde a sus necesidades. Esto, porque para nuestra institución es fundamental otorgar oportunidades, desde una línea innovadora, a los deportistas que se quieren perfeccionar.
Raymond Rosal, rector Instituto Profesional IACC
Ley de arriendos
La nueva Ley de arriendos es un incentivo directo a la inversión y la seguridad de todos los chilenos de clase media que buscan arrendar su propiedad con la seguridad y la confianza.
No deja de sorprenderme que, según la Casen, hay más de 1 millón 200 mil hogares arriendan una casa para vivir. Pero la ley no estaba a la altura. Todos conocemos casos terribles, de conflictos entre arrendador y arrendatario, y hasta ahora quienes dejan un bien tan preciado como una vivienda en manos de terceros han sufrido una brutal indefensión.
Esta ley nos acerca a la situación de países desarrollados. Además, incentiva la inversión y la confianza, porque aumenta la seguridad en los pagos de arriendos. Con esto, más familias se atreverán a invertir en propiedades para permitir a la vez, que otras familias, principalmente de clase media, puedan optar a mejores oportunidades de vivienda.
Tomás Orellana