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Dilema

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Hace poco escribí una columna en la que señalé que el mundo, y por supuesto Chile, se enfrentan a escenarios de alta incertidumbre que amenazan su estabilidad. La crisis de las democracias y de sus instituciones aparecen como uno de las principales preocupaciones en el día a día. El libro "Cómo mueren las democracias", escrito por los profesores de Harvard Levitsky y Ziblatt describe como han desaparecido diversas democracias, ya no con golpes de estado o una revolución, sino con el paulatino debilitamiento de los gobiernos, de su sistema jurídico, de sus congresos o de la prensa independiente. Agrego el riesgo que entraña la conducta de vastos sectores de la población desafectada de los asuntos públicos, lo que arriesga permear y debilitar a la sociedad civil disminuyendo la gobernanza que posibilita un pacto o contrato social necesario para que cualquier país pueda progresar.

De todo esto observamos lamentablemente numerosos casos, no quedando casi instituciones exentas de severos cuestionamientos que minan la confianza en ellas. Los sucesos que se investigan y que involucran a las Fuerzas Armadas y de orden, al poder judicial y sus órganos auxiliares, al parlamento, a las Iglesias y a empresas, muestran un cuadro muy negativo. Lo positivo es que hoy por hoy la opacidad va disminuyendo y el control social presiona para que los hechos sean conocidos, investigados y sancionados, todo lo que va de la mano con un umbral de tolerancia cada vez menor frente a este tipo de situaciones. Hace rato que dejamos de creer que Chile estaba al margen de hechos de esta naturaleza, lo que nos diferenciaba de los demás países y nos hacía "distintos".

Si miramos en nuestro entorno, el panorama no es mejor. Países vecinos pasan por coyunturas complejas y en particular lo sucedido en Perú, debe movernos a la reflexión. Con todos sus últimos presidentes presos o con orden de captura y, más aún con el suicidio de quien fuera dos veces su máxima autoridad ante la inminencia de su detención, es el ejemplo de lo mal que puede llegar a tornarse el estado de las cosas. Cuesta imaginar cómo se le da gobernabilidad en esas condiciones a cualquier país y como se teje la gobernanza en dicho contexto. Recuerdo ahora el dilema planteado por Mario Vargas Llosa, en su pregunta ¿En qué momento se jodió el Perú?...

Si nos comparamos, sentiremos y diremos que estamos a años luz de lo que ha pasado en otros países. Para que esto sea cierto, debemos evitar todo aquello que corroa nuestras bases institucionales. Para no llegar a enfrentarnos a la fatal pregunta de Vargas Llosa.


Chile en marcha al desarrollo

ILa historia de nuestro país ha demostrado que Chile es capaz de grandes cosas. Hoy la gran misión de nuestra generación es conquistar el desarrollo, derrotar la pobreza y lograr que en Chile haya más igualdad de oportunidades y mayor justicia social, antes de que termine la próxima década.

Para el Presidente Piñera el desarrollo es mucho más que el crecimiento económico, significa oportunidades para progresar y tener una vida más feliz. Por eso nuestro Gobierno apunta al desarrollo integral, inclusivo y sustentable. Integral, porque tiene relación con la calidad de nuestra convivencia, de nuestras instituciones y de nuestra democracia; inclusivo, para que ninguna familia quede atrás; y sustentable, porque queremos alcanzarlo con pleno respeto al medio ambiente.

Y en la búsqueda de esa conquista, el proyecto político del Presidente Piñera fortalece la creación de oportunidades para desarrollar los talentos, y las seguridades de que los chilenos vivirán una vida con dignidad durante todo el ciclo vital. Hay tres instrumentos en el proyecto político que eligió la gran mayoría de los chilenos: crear muchos y buenos empleos; fortalecer a la familia, porque ahí se encuentra la cuna de los sueños y el ímpetu para alcanzarlos; y mejorar la calidad de la educación, que sabemos es un instrumento poderoso de movilidad social, y la herencia que la gran mayoría de los padres quiere para sus hijos.

Este 2019, la hoja de ruta del Gobierno del Presidente Piñera está centrada en la seguridad pública, como primera prioridad de la gente; en apoyar con fuerza a la clase media, que es el corazón de nuestro país; y consolidar la marcha de la economía para que haya más crecimiento, más inversión, más empleo, mejores salarios, y oportunidades de emprender.

El único camino a la conquista del desarrollo es la unidad. Bajar el puño y extender la mano permitirá reunir nuestros mejores esfuerzos para lograr esa conquista. Por eso agradecemos el compromiso que han tenido aquellos que, abandonando las ideologías y en conjunto con el Presidente Piñera, han puesto las prioridades de la gente por delante, y dejado atrás las divisiones. La unidad será la clave de la conquista, porque el desarrollo es responsabilidad de todos.

Patricio Urquieta

Intendente Región de Atacama

Rodrigo Rojas

Rector Santo Tomás Copiapó