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El rescate de los fueguinos perdidos

"Huesos sin descanso" (Debate) de Cristóbal Marín reconstruye el tránsito de estos indígenas en Europa durante el siglo XIX.
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Diversas fueron las razones de la extinción de los indígenas fueguinos. Una de ellas fue el trato que les dieron los colonizadores. "Civilizarlos", coleccionar sus huesos, estudiarlos o convertirlos en rarezas fueron parte de ese trato, que explica parcialmente qué les impidió sobrevivir como etnia. Todas ellas están en "Huesos sin descanso", de Cristóbal Marín, quien comenzó a investigar el tema mientras se doctoraba en Inglaterra, en los años noventa.

Paradójicamente, la búsqueda de Cristóbal Marín estaba originalmente lejos de ellos. Estudiando al filósofo Jeremy Bentham en Londres, creador del utilitarismo, derivó en esta otra investigación que le da descanso a los cuerpos indígenas extraviados en el viejo continente.

El libro combina de forma exitosa registros disímiles, propios del ensayo y la crónica. El propio autor define su escritura: "Es un ensayo más bien narrativo, no académico, que investiga algunos temas históricos relativos a la Tierra del Fuego e Inglaterra en ambas direcciones. Tiene algunos componentes autobiográficos en el sentido que va relatando sobre cómo estas investigaciones se fueron llevando a cabo en distintas ciudades europeas, particularmente en Londres. Es un género bastante híbrido, que los ingleses han cultivado mucho".

Paralelamente, es un libro sumamente documentado, con amplia bibliografía. Marín, quien es vicerrector académico y de desarrollo de la Universidad Diego Portales, cuenta que Lleva "muchos años leyendo sobre estos temas. Como hay poco ocupo algunas reconstrucciones literarias, con cuidado por supuesto, como la novela 'Jemmy Button' de Benjamín Subercaseaux, para tratar de comprender esta catástrofe. Hay una amplia bibliografía de distintas fuentes, no solo académicas".

El largo tiempo de investigación permitió dar espacio a hallazgos importantes. Entre los últimos está la historia de Boat Memory. Marín narra que es "Uno de los yaganes o kawéskar que lleva FitzRoy a Londres, y se le muere allí. Su historia fue olvidada, nunca nadie supo más de él, ni cómo era su rostro, ni cómo se llamaba ni dónde estaba enterrado. Fui averiguando, hasta que di con un retrato que encontró un antropólogo chileno en París, después encontré el certificado de defunción en una parroquia de Plymouth, pero no se sabe dónde está la tumba tampoco. Ese tipo de cosas que han ido apareciendo en los últimos años me han mantenido el interés vivo por el tema".

El retrato de Boat Memory destaca entre las muchas imágenes que ilustran "Huesos sin descanso". Un trabajo aparte fue compilarlas. Marín detalla que "aparecieron muchas imágenes muy interesantes pero los museos ingleses no la prestan por derechos de autor, a pesar de que son imágenes patrimoniales de Chile o de Sudamérica. Son muy poco generosos en eso. Finalmente encontramos algunos sitios en internet, de libre acceso, que tenían algunas imágenes, que permitían ser utilizadas. Pero fue todo un desafío encontrar las que mostraran las cosas dramáticas que se cuentan en el texto, como el comercio de cráneos".

-¿Qué valor tenían los cráneos indígenas para los compradores?

-Hay distintas maneras, la apropiación de los cráneos y de los esqueletos era una obsesión más bien de las ciencias de la época. Creían que investigando los huesos, los cráneos, los esqueletos y los restos humanos podían averiguar mejor las costumbres, las vidas, la cultura de los individuos de esas etnias, que para ellos representaban casi el eslabón perdido de la evolución. Era el hombre en estado más primitivo, por eso había alto interés. Muchos comerciaban en Tierra del Fuego y Punta Arenas con cráneos que encontraban, cráneos de Selknam asesinados por verdaderos cazadores de indios, además aprovechaban de venderlos a museos ingleses o europeos. Hay una historia bien oscura de la ciencia con el tráfico y saqueo de huesos de distintos cementerios indígenas sagrados.

-¿Qué se buscaba llevando hombres fueguinos vivos a Europa?

-Estudié cuatro formas. Uno como experimentos civilizatorios. Es decir, llevaban a individuos primitivos para ver si los podían educar en la religión, en la civilización occidental, en el idioma, y después devolverlos a Tierra del Fuego para ver si podían educar a sus congéneres en estas remotas tierras. Así fue con los que venían con Boat Memory: Jemmy Button, York Minster y Fuegia Basket. Ese viaje de vuelta trajo a Charles Darwin, que quedó muy impactado con el contraste entre estos fueguinos más civilizados y los fueguinos salvajes que él vio en Tierra del Fuego. Fueron decisivos, como cuenta en su autobiografía, para su teoría de la evolución por selección natural. En una parte dice "acá están nuestros ancestros", con horror, asustado.

-¿Y las otras formas?

-La otra forma de llevarlos era para mostrar el poder del evangelio de las misiones anglicanas y católicas al convertir estos salvajes en civilizados. Ahí está el caso del hijo de Jemmy Button, que está en la portada del libro, con un obispo inglés que recorre toda Inglaterra y parte de Irlanda mostrando cómo estos muchachos cantaban en inglés, cómo se comunicaban, vestidos a la usanza victoriana, muy elegantes. Y la otra forma, más terrible, era como zoológico humano: raptaban Selknam o kawéskar y los mostraban en ferias y en zoológicos como una curiosidad, un espectáculo de cómo era un hombre supuestamente primitivo. Los feriantes o dueños de estos espectáculos a veces les tiraban carne cruda para hacerlos ver lo más salvaje posible, decían que eran caníbales.

-¿Y esos hombres tuvieron entierros?

-Alguno de los que murieron en Inglaterra no se sabe, pero en Zúrich hace poco unos investigadores chilenos encontraron restos en un museo y los repatriaron a Chile. Estaban diseccionados por doctores alemanes. De otros no hay ningún registro.

-¿Podría ser "Huesos sin descanso" un entierro simbólico?

-Hay una intención de tratar de recuperar esa memoria, dentro de los límites de la investigación y lo que estaba haciendo. Y puede sonar pretencioso, pero sí, quería recuperar algo de la memoria de estas etnias. Los selknam están totalmente extinguidos, los yaganes también, kawéskar quedan unos pocos. Es una tragedia y catástrofe de la que nuestro país es en parte responsable.

-¿Cuán responsable es el "hombre blanco" en la extinción de estas etnias?

-Por ejemplo, el contacto con el hombre blanco y las enfermedades, de las cuales no tenían inmunidad. Los vestían con ropa vieja de Inglaterra que venía contaminada con viruela. También los intentos que hicieron los misioneros de confinar pueblos nómades, como por ejemplo en la Isla Dawson. Todo eso fue minando su capacidad física. Uno de los temas del libro es la extinción de estos pueblos, su cultura, sus miembros, su lenguaje. Por eso cuento la historia del diccionario yagán-inglés, testimonio de un lenguaje que desaparece y que queda una sola hablante, Cristina Calderón, que vive cerca de Puerto Williams.

-Hay referencias al material íntimo de tu escritura.

-Es una escritura que ocupa elementos de la memoria personal, relacionada con estos temas, siempre la presencia del yo hay que manejarla con mucho cuidado, que la memoria personal tenga sentido con lo que trata el libro. Es mi propia relación con el dilema de los restos mortales, que tiene que ver con temas familiares.


Huesos sin descanso

Cristóbal Marín

Debate

284 páginas

14 mil

La obra de marín documenta parte de la tragedia de estos pueblos.

En junio de 1831, FitzRoy y los fueguinos fueron invitados al palacio de Saint James por el rey Guillermo IV y la reina Adelaida, quienes tenían gran curiosidad por ellos, pues, entre otras excentricidades, se había corrido la voz de que eran caníbales. Los reyes quedaron encantados. Les hicieron muchas preguntas sobre su tierra y luego les proporcionaron diversos presentes. Incluso -cuenta FitzRoy en su diario- la reina se quitó un anillo de su dedo y se lo puso a Fuegia, además de entregarle uno de sus sombreros y dinero para que se comprara ropa. Esta visita, que apareció en los periódicos, acrecentó la celebridad de los fueguinos y los convirtió por algunos meses en un acontecimiento de la vida social londinense. FitzRoy era invitado por sus amigos aristócratas a tomar el té con sus fueguinos, vestidos con los mejores trajes británicos (como aparecen en el famoso retrato publicado en el libro de los viajes del Beagle), o él mismo llevaba a sus amigos y a algunos misioneros a observar los progresos de los fueguinos en la escuela.

FitzRoy tenía el proyecto de educar durante dos o tres años a los fueguinos y luego devolverlos a Tierra del Fuego para que civilizaran y evangelizaran a sus congéneres y ayudaran a las expediciones inglesas. Creía que estaban de acuerdo con sus propósitos y nunca pensó que los había raptado contra su voluntad. Como escribió en su diario: "Ellos comprenden por qué fueron traídos y esperan con placer conocer nuestro país, así como retornar luego al de ellos". Sin embargo, pasados alrededor de once meses, algo lo hizo decidirse a partir lo antes posible. Se especula que pueden haber sido los acercamientos sexuales que York Minster habría tenido hacia la niña Fuegia y las desastrosas consecuencias que ello, con un eventual embarazo, podría haber generado en la fama y la carrera de FitzRoy (de hecho, tan pronto regresaron a Tierra del Fuego, los casaron). A tal punto estaba preocupado FitzRoy que, dada la inicial negativa del Almirantazgo a una nueva expedición, decidió arrendar con su dinero un pequeño navío mercante. Sin embargo, gracias a la ayuda de su influyente tío, el duque de Grafton, el Almirantazgo cambió de opinión y al final autorizó la segunda y más famosa expedición del Beagle.

Esta vez, FitzRoy quería viajar con un acompañante de su nivel social y cultural, con quien pudiera conversar en su cabina y que hiciera labores de naturalista. Luego de varias vicisitudes, en el último momento eligió al joven Charles Darwin. Con veintidós años, era cuatro años menor que FitzRoy, medía un metro ochenta y tres centímetros, tenía ojos azul-grisáceos y una prominente nariz, que casi lo deja fuera del Beagle porque FitzRoy, seguidor de la pseudociencia de la fisiognomía, creía que era un signo de debilidad que no le permitiría resistir los rigores del viaje. Para Darwin y la ciencia moderna este viaje fue decisivo. Como señala en su Autobiografía: "El viaje del Beagle ha sido por lejos el acontecimiento más importante de mi vida y determinó toda mi carrera". Incluso cuarenta años más tarde, en su libro Descent of Man, de 1871, aún recordaba el profundo impacto que le provocó el primer avistamiento de un grupo de fueguinos salvajes en la punta de una roca al entrar en la bahía del Buen Suceso y lo crucial que fue para su teoría sobre el origen del hombre y su evolución desde formas inferiores.


Cita con el rey

comerciaban en Tierra del Fuego y Punta Arenas con cráneos que encontraban, cráneos de Selknam asesinados.

Por Cristóbal Gaete

"Los feriantes a veces les tiraban carne cruda para hacerlos ver lo más salvaje posible, decían que eran caníbales".

PRH

Adelanto del libro "Huesos sin descanso" Por Cristóbal Marín