El endeudamiento: gran problema de muchos chilenos
Los atacameños están 9% más endeudados que hace un año, algo que es preocupante considerando la situación económica de la región en la actualidad.
Un reciente estudio que realizó la Universidad San Sebastián junto a Equifax, reveló que el nivel de endeudamiento de los chilenos sigue en aumento, y que esto también sucede con los habitantes de la Región de Atacama, que subieron un 9% en comparación al periodo octubre-diciembre de 2017.
Y las cifras no son menores, considerando que el endeudamiento de una persona en la región puede llegar a $1.7781.980, dinero que se complica considerando que se está en una complicada situación económica.
Esto se complica más si se considera que según las estadísticas del INE el ingreso medio de los atacamañeos alcanza los $520 mil. Algo preocupante y que se deben tomar cartas en el asunto.
El dinero plástico, como se le denomina, ha entregado facilidades de compras cada vez mayores, con una gran cantidad de promociones que son muy tentadoras para la población, pero el problema se genera al momento de pagar las cuotas, y llevando a un nuevo endeudamiento en algunos casos, lo que se transforma en un círculo vicioso que no siempre es fácil de resolver.
Por eso, muchos expertos señalan que no es malo generar una deuda o un crédito, sino que se debe tener un orden adecuado para que la situación económica no se salga de las manos.
Pero en Chile al parecer, eso no sucede, ya que la tasa de morosidad cada vez aumenta más, tornándose hasta peligrosa.
Tampoco hay mucha educación económica, por lo que se hace necesario generar políticas que permitan a la comunidad tener un mayor conocimiento del cómo y en qué endeudarse.
La situación económica en el país, y en especial en la Región de Atacama, no es las mejores, por lo que es muy urgente que se tome conciencia de lo que se genera a la hora de tomar un crédito tanto en la banca como en el retail.
Nueva mirada para vencer la sequía
Según la OMS, la escasez de agua hoy afecta a cuatro de cada diez personas en el mundo. Chile no es la excepción de esta estadística porque a pesar de tener importantes reservas de agua dulce, en su balance de 2018, la Dirección Nacional de Meteorología señala que el año pasado fue uno de los cinco más secos en la historia del registro pluviométrico de Santiago, lo que ha profundizado la sucesión de años secos sin recuperación que afecta a la zona central -Coquimbo a Biobío- desde 2010. La necesidad de agua dulce es cada vez más apremiante, ya sea por el aumento exponencial de las actividades industriales, o por el incremento de uno de los efectos más temidos del cambio climático, la sequía; aquélla que en el pasado derrumbó a civilizaciones.
Crecí junto a uno de los trasvasijes terrestres más grandes del mundo, el Acueducto Tajo-Segura de España, que desvía las aguas del río Tajo a unos 600 kilómetros de su desembocadura en Lisboa y a unos 100 kilómetros de su nacimiento, para llevar sus aguas al río Segura en las cercanías de Murcia, zona que gracias al traslado hídrico, floreció. La fiesta empezó a decaer al detectarse los efectos negativos de esta carretera hídrica terrestre: evaporación y fugas de trayecto; transformación salina del suelo donde se toma el agua; traslado de contaminantes y especies invasoras. Pero principalmente cuando comenzaron a arreciar los efectos de un cambio climático no planificado por esta mega obra, que se ha traducido en la disminución brutal de precipitaciones.
El acceso al agua y sus impactos nos inspiraron a entrar al mundo de las carreteras hídricas. Llevar agua de X a Z es posible, siempre y cuando se reúnan condiciones indispensables para la sustentabilidad social, medioambiental y económica, incluyendo en la ecuación la reducción de precipitaciones generada por el cambio climático que afecta y afectará a varias generaciones.
Nuestra convicción sobre su efectividad nos ha llevado a promover propuestas de carreteras hídricas en los cinco continentes y por supuesto en Chile con nuestro proyecto Aquatacama ya ingresado al MOP.
Creemos en la opción submarina para el traslado de agua desde las desembocaduras de ríos o lagos, para no afectar a ningún grupo humano, y para no alterar ningún ecosistema, velando por la flora y fauna durante todo el traslado.
Es necesario entender los impactos que el cambio climático traerá para las actividades humanas con el fin de tomar las decisiones correctas para el futuro. Decisiones que nos lleven a soluciones sostenibles para nuestras comunidades y la naturaleza. Por esa razón creemos en las carreteras hídricas submarinas para combatir la escasez hídrica a mediano y largo plazo e impedir los efectos que traería para el desarrollo de las futuras generaciones.
Félix Bogliolo
Socio fundador de Vía Marina